¿Conviene que nos gobiernen nativos o extranjeros?
Desde nuestra independencia y durante mucho tiempo nos gobernaron presidentes elegidos a dedo mediante un escandaloso sistema electoral fraudulento, con votos cantados y comprados. Afortunadamente, la sanción de la Ley Sáenz Peña en 1912 implementó por primera vez el voto secreto y obligatorio, en un cuarto oscuro, que en principio imposibilitó el fraude electoral. Gracias a esta ley electoral, Hipólito Yrigoyen, en 1916, fue el primer presidente elegido democráticamente.
Luego se sucedieron dictadores militares con presidentes pseudodemocráticos, ya que fueron elegidos con los principales opositores proscriptos, y salvo algunas excepciones (Cámpora y Perón) fue recién a partir de 1983 que casi todos los presidentes fueron elegidos por el pueblo y en forma democrática.
Es importante esta aclaración, porque durante la crisis de los años 2001/2002 en solo 12 días fueron elegidos 4 (cuatro) presidentes por medio de Asambleas Legislativas, sin votación popular (Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saa, Eduardo Camaño y Eduardo Duhalde).
Es importante remarcar que todos estos presidentes, argentinos nativos, fueron los que condujeron a la Argentina a la penosa situación actual. Un país subdesarrollado, cada vez menos relevante en el panorama internacional y con un futuro de pronóstico reservado, como suelen decir los profesionales en el arte de curar, porque realmente nadie sabe adónde iremos a parar.
Ante la inminencia de una nueva elección presidencial en el 2011 se presenta un caso excepcional, el de la candidatura de Francisco De Narváez, que merece ser analizado desde una perspectiva muy amplia, porque genera, por primera vez, y en un caso concreto la pregunta del millón: qué es lo más conveniente para el país: ¿Qué nos sigan gobernando presidentes nativos o habría que darle la oportunidad a extranjeros?
Francisco De Narváez es un empresario y diputado nacional que aspira a presentarse como candidato a la presidencia Argentina, pero no puede hacerlo dado que nació en Colombia y de padres no argentinos. Esta aclaración es de suma importancia, porque el artículo 89 de la Constitución Nacional Argentina se lo impide taxativamente: "Para ser elegido Presidente o vicepresidente de la Nación, se requiere haber nacido en el territorio argentino, o ser hijo de ciudadano nativo, habiendo nacido en país extranjero".
Como De Narváez no cumple ninguna de esas dos condiciones no puede presentarse como candidato presidencial. Y por eso, probablemente, se postulará como candidato a la gobernación de la Provincia de Buenos Aires.
Tuve la oportunidad de conocer a Francisco De Narváez hace casi diez años cuando solo era un empresario exitoso y en su condición de Mecenas de la Cátedra Karel Steuer de Entrepeneurship en la Universidad de San Andrés, donde aprendí muchísimo de expertos en negocios y emprendedores. Literalmente, asistir a las conferencias de esa cátedra, gratuita me cambió la vida, sobre todo porque el concepto de transmisión de experiencias era totalmente diferente a lo que había conocido anteriormente.
Nada de dogmatismo, sólo pensamiento lógico y creativo enfocado a la acción. Recuerdo que siempre nos decían que el mundo está lleno de buenas ideas. El problema es que sólo algunos la llevan a la práctica. El profesor Sergio Postigo reiteraba permanentemente que más importante que hablar es hacer, es de la mayor importancia que las cosas pasen.
Ahora bien, actualmente De Narváez, colombiano de nacimiento, argentino naturalizado, empresario, aspira a ser elegido presidente de la Argentina. Pero no puede, porque así lo determina la Constitución Nacional de 1994, aunque vive en la Argentina desde que era un niño, donde se crió y educó.
¿Eso es bueno o malo para el país? Eso nunca lo sabremos a menos que se reforme la Constitución Nacional. Pero lo que sí se puede conocer es lo que les pasó a algunos países que sí aceptaron ser gobernados por extranjeros. Y aquí entran a escena los famosos nombres del encabezado.
Catalina la Grande
Fue emperatriz de Rusia entre 1762 y 1796, expandió y modernizó el imperio ruso. En realidad no era rusa, ya que había nacido en Alemania y su verdadero nombre era Sophie Fredericke Auguste von Anhalt-Zerbst.
Reina Victoria
Reina de Inglaterra desde 1837 hasta 1901. Fue la última de los monarcas de la dinastía Hannover, gobernantes que hicieron grande al imperio inglés. Curiosamente, esta dinastía se inició pacíficamente en 1714 con Jorge I , que como Catalina la Grande también era alemán y no hablaba una palabra del idioma de sus súbditos.
Los Reyes españoles
Por último vale mencionar un caso contemporáneo. Los reyes de España, que en realidad son extranjeros, puesto que el rey Juan Carlos I nació en Roma, Italia y su esposa, la reina Sofía, nació en Atenas, Grecia.
Todos nuestros presidentes, argentinos nativos, durante dos siglos gobernaron un país que a la fecha no tiene ni siquiera la capacidad de fabricar un automóvil, un celular, un televisor o la mayoría de los medicamentos y vacunas que necesita la población. Un país que solo se especializa en exportar materias primas: soja, carne, minerales, trigo, y próximamente litio para fabricar la nueva generación de automóviles ,
Viendo este estado de cosas surge una pregunta: ¿No habrá llegado el tiempo de cambiar el artículo 89 de nuestra Constitución Nacional para permitir que algunos extranjeros inteligentes y con experiencia tengan la posibilidad de desarrollar nuestro país? Desde el punto de vista jurídico, como se mencionó, hay muchos precedentes en el mundo.
Personalmente, no tendría ningún problema en votar a Bill Clinton como presidente de la Argentina. ©