Cartas y Cartas • Abril 2007

Se buscan cracks argentinos
Señor Director: Mi nombre es Claudio, soy licenciado en Educación Física en Buenos Aires y desde hace un año estoy trabajando como entrenador en las inferiores del CD Chivas USA, en Bell Gardens.
Mi categoría es la U-11. Me gustaría poder ver jugadores de nuestra cultura, ya que somos muy respetados en el mundo del fútbol y todos saben lo que sentimos los argentinos por este deporte.
Desde ya, les envío un saludo muy grande y gracias por hacernos sentir un poco más cerca.
Claudio Trabattoni
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ES: Estimado Claudio, hacemos pública tu convocatoria a los chicos argentinos que se quieran ir a probar al club. Un abrazo.

El Suplemento está en todas partes
Señor Director: Grata fue nuestra sorpresa cuando vimos en varios negocios amigos en Villa Bosch, Buenos Aires, que acá en 3 de Febrero también tenemos "El Suplemento". Recordamos así los días cuando lo leíamos con mi hija en el Mercado Buenos Aires. Mi hija Chantelle está jugando en la Primera División de San Lorenzo y aunque ahora ya es ciudadana Argentina y juega en el Sub 17 de la AFA con miras al Mundial, no se olvida y siempre recuerda donde nació y donde aprendió a jugar al fútbol.
Saludos a Pablo y a todos en el Valle.
Claudio Paulette
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ES: Gracias, Claudio, por leernos aquí y en Argentina. Y así es, El Suplemento también sale en Argentina con su edición local todos los meses.

Una cuestión de adicciones
Señor Director: Me comunico con ustedes para rebatir los conceptos vertidos por el lector Miguel Angel Orono en la sección Cartas y Cartas de El Suplemento #83. En su visión estrecha y simplificadora, las ideas de Orono, tan basadas en los más comunes estereotipos, caen penosamente tan pronto uno las examina. Seguramente, la forma de vida estadounidense que él define como “adictiva” le ha sentado bien; sin embargo, su complacencia no es razón para fustigar a aquellos a los que la “droga” no les ha convencido. La “definición más clara del argentino” que ensaya el lector, es un cúmulo de lugares comunes adaptados a su necesidad de fundamentar su idea; es decir, primero forma su idea y luego busca los elementos que en apariencia la sostengan. La verdad es que ni yo, ni la mayoría de mis amigos, familiares y conocidos nos podemos hallar dentro del argentino/a que toma Coca Cola, come en Mc Donald’s, calza Redwood o Nike, adora tener un Ford, trata de conseguir un puesto en IBM... Y odia a los Estados Unidos” (Con ese mismo razonamiento, uno podría decir que el inmigrante como él toma mate con facturas, mira los programas de Telefé a través del cable, escucha a Piazzolla y a Mercedes Sosa, lee El Suplemento... y ¡odia a la Argentina! Golpe bajo, ¿no?). Además, la mayoría ni odiamos a los Estados Unidos ni nos parece “un país prohibido y maldito”. De hecho, yo estoy estudiando temporalmente aquí y ya he conocido gente excepcional. Quizás el señor Orono se confunda con el sentimiento generalizado de repudio a la política exterior genocida de este país o a su actual gobierno fascista y corrupto, pero eso es algo que comparten buena parte de los ciudadanos de casi todo el mundo, incluyendo este. No sólo los de argentina. Me temo que el señor Orono ha recibido una sobredosis de la “adictiva” cultura local, que él mismo sugestivamente define como “incolora, inodora e insípida, que se instala en la mente de quienes viven en ella y pasa ha ser imprescindible”. Fíjense que este hombre, quien se ubica en el bando de los inmigrantes exitosos que “se embarcan en una divertida aventura”, habla con el lenguaje de un autómata a quien la vida “se le instala en la mente” y se le hace “adictiva, imprescindible”. Sin dudas, el argentino que vino a este país en busca de una mejor forma de vida y no la encontró, es muy conciente de los riesgos que se corren al regresar, y no necesitan del sermón del señor Orono. Hay que entender que a muchos les resulta muy difícil mantenerse lejos de sus seres queridos, por más que manejen un Ford y tengan 50 mil dólares en el banco. Es cuestión de prioridades. Un abrazo y felicitaciones por la revista,
Mariana Brancusi
Venice, CA

ES: Gracias, Mariana, por tus comentarios y retribuimos el abrazo.

La vigencia de Facundo
Señor Director: Quisiera hacer algunas acotaciones y comentarios al autor de la carta intitulada "Volver" en el correo del último número.
¿En que "grupo" de argentinos de los dos que menciona usted se ubica? Esto definitivamente no está muy claro. Yo siento que según su clasificación, sería más exacto dividir entre las primeras inmigraciones de nuestros padres y abuelos y las actuales o contemporáneas.
De las primeras, es cierto que el europeo que llegaba a la Argentina escapando de las guerras, el terror y la miseria que esto dejaba, trataba de adaptarse rápidamente al nuevo mundo, ya que no le quedaba otra. Tampoco estoy tan seguro de que, como dice usted, “no pensaba en volver algún día". De todas maneras, nuestro país fue más que generoso y complaciente con el foráneo que arribaba. La emigración actual, en la que se llega en avión y no en barco, es en general de un perfil más económico y tiene otros matices y aristas a considerar.
Si bien es real, como menciona, sobre el progreso monetario al que se puede acceder aquí, no es menos cierto que esta cultura americana, a veces perversa, degradante, muchas veces casi inhumana, nos succiona con sus valores materialistas día a día mucho de nuestro ser puro y, necesitando equilibrarnos un poco, regresamos a nuestro terruño aunque esté enfermo de otras cosas.
A pesar de que nadie nos llamó aquí, llegamos y tratamos de adaptarnos por las conveniencias que usted menciona; pero aun así, muchas veces, no lo logramos completamente, especialmente en lo espiritual. Nos faltan cosas no menos importantes. No terminamos de realizarnos. Tenemos más que allí, es verdad, pero lo disfrutamos menos.
El inmigrante, por la misma naturaleza humana, siempre se quejará y hará comparaciones, lo cual es inevitable y no creo personalmente que esto sea tan injusto o criticable.
El No soy de aquí ni soy de allá, de Facundo Cabral, siempre tendrá vigencia...
Ricardo Salazar
Cerritos, CA
ES: Saludos, Ricardo, y gracias por comunicarte con nosotros.

A Bajarse del Caballo
Sr. Director: En referencia a la carta del Sr. Orono, quisiera responderle lo siguiente: Si tus amigos toman coca cola, comen en Mc Donald’s usan nikes y jeans (nosotros, los que hablamos español, les decimos vaqueros) y escuchan a Sinatra y a Madonna ignorando a Miles Davis, Coltrane, o Leonard Bernstein, no es culpa nuestra. Loco, bajate del caballo, que a pesar de tus habilidades literarias, sos uno de esos argentinos que me dan vergüenza, al contrario de todos los grandes músicos, médicos, escritores y profesionales que nos hacen quedar bien en todo el mundo.
Osvaldo Robirosa
Las Vegas, NV  †

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