El 2020 fue un año cargado de muerte, dolor, desconcierto… La pandemia de Covid afectaba a todo el mundo, colapsando economías y sistemas sanitarios, y sumiéndonos a todos en una gran incertidumbre. Pero en ningún país la pandemia cobró tantas vidas como aquí en Estados Unidos, por causas que ya hemos analizado en numerosas ocasiones desde entonces.
La pandemia, sin embargo, no sería el único desastre que debería enfrentar nuestro país. Si algo nos faltaba era una crisis política desatada por un presidente saliente que no tuvo la dignidad, ni mucho menos el espíritu democrático, para aceptar que había sido derrotado en las elecciones presidenciales de ese año. Simplemente, como sucede en un sistema democrático libre, la mayoría del pueblo decidió votar por otro candidato al que consideraron más apto para manejar los destinos de una de las más grandes potencias del mundo. ¿Caso cerrado? No tanto.
A partir de entonces se orquestaron, sobre todo desde sectores de la administración saliente, campañas de fake news para tratar de convencer a los estadounidenses de que las elecciones habían sido manipuladas para perjudicar al derrotado. Los meses subsiguientes iban a ser los más caóticos que cualquiera de nosotros pueda recordar, desembocando incluso en un intento de golpe de estado con invasión al Congreso de la Nación incluido, y hasta planes de asesinatos y secuestros por parte de grupos extremistas.
A la cabeza de la campaña de desinformación y mentiras su ubicó la cadena Fox News, en la que millones de televidentes de cierta inclinación ideológica depositaron su confianza, a pesar de que jamás ha sido una fuente confiable de información, sino más bien una cadena de entretenimiento y opinión, y bastante soslayada, en este caso. Desde Fox se lanzaron todo tipo de alocadas teorías conspirativas y se le dio voz a una serie de personajes que causarían escalofríos, o tal vez risa, hasta en los televidentes de los países menos desarrollados del tercer mundo. Y es que, por unas semanas, Estados Unidos se convirtió, en efecto, en un país tercermundista.
Pero la mentira, como reza el viejo dicho, tiene patas cortas, y al final se paga. En este caso, en una cifra millonaria sin precedentes.
En una movida de llamativa ceguera política y empresarial, la cadena Fox se había puesto por entonces al servicio de los grupos más extremistas que se resistían a acatar la voluntad de los votantes del país, transmitiendo falsedades que llevaron a muchos a considerar que una insurrección armada era un deber patriótico. Fox terminó así de dilapidar la poca credibilidad que aún le quedaba, mientras que decenas de los insurrectos terminaron llorisqueando en la cárcel. Lo peor, como lo demostraron las pruebas presentadas frente a la Justicia, es que la cadena diseminó información a sabiendas de que era totalmente falsa.
Al cierre de esta edición, Fox había decidido aceptar su responsabilidad en esta campaña de mentiras y pagarle a la compañía Dominion Voting Systems, a la que había acusado de manipular votos, la suma de 787.5 millones de dólares, la cantidad más abultada en la historia de los casos de difamación para una compañía periodística. “Fox admitió propagar mentiras sobre Dominion, mentiras que causaron un enorme daño a nuestra compañía, nuestros empleados, y a los clientes con los que trabajamos”, declaró saliendo de la Corte el CEO de Dominion, John Poulos.
El caso Dominion, entonces, va camino a cerrarse; sin embargo, Fox enfrenta aún un segundo juicio de difamación por parte de Smartmatic, otra compañía que aportó tecnología para las elecciones del 2020, y que fue igualmente acusada por Fox de manipular votos.
Lo más probable es que la gigantesca cadena mediática no quede en bancarrota por esto; a lo sumo perderá algunos televidentes, pero tal vez sirva como registro de que en la televisión estadounidense el “vale todo” puede resultar muy caro, y quizás la próxima vez piensen dos veces antes de diseminar mentiras que ponen en riesgo el sistema democrático que rige en el país desde su fundación misma.
¿Mea culpa? No. Hasta la fecha, Fox no ha emitido un solo reporte al respecto, y ninguno de sus locuaces personalidades de la pantalla han tenido la integridad periodística de disculparse con sus televidentes por haberles mentido. Algo que, por supuesto, no nos sorprende. ¤