Cerramos un año verdaderamente inolvidable. Más que una fecha, 2020 será, a partir de ahora, un adjetivo. Sinónimo de impredecible, terrorífico, inesperado, catastrófico, sombrío, único.
Los libros -o cual sea el formato en el que se registre la historia en el futuro- hablarán de una pandemia que no solo cobró la vida de millares y millares de personas, sino que además cambió radicalmente nuestra forma de relacionarnos, de trabajar, de viajar, de juntarnos…
La gravedad de la pandemia nos sorprende día a día, y ya no nos atrevemos a aventurar una fecha cierta para el fin de esta pesadilla que nos toca vivir. Para peor, vivimos en el país que ha cosechado los peores resultados a nivel mundial, liderando el planeta en casos de contagios y de muertos. Una verdadera catástrofe, aunque hay que admitir que no le sorprende a nadie, dada la impericia e irresponsabilidad con la que la actual administración saliente ha encarado esta emergencia sanitaria. Pero tampoco nuestro país natal nos da la tranquilidad de saber que nuestros amigos y familiares que dejamos allí la están pasando mejor. Luego de un comienzo muy auspicioso, Argentina ha ingresado ya al top 10 de países con más casos de contagios y muertos.
A lo largo de los últimos meses hemos analizado en notas y entrevistas cómo nos hemos adaptado a la nueva situación; los comerciantes y profesionales argentinos han compartido en estas páginas sus estrategias para enfrentar los cambios y subsistir en espera de tiempos mejores. Y en eso estamos.
Por estos días hay una luz de esperanza, o quizás deberíamos decir, dos luces.
Una la ha encendido el anuncio de varios laboratorios en distintas partes del mundo sobre la cercana aparición de una vacuna contra el Covid y su altísima eficacia. No es claro aún cuándo estará disponible a nivel masivo o si la vacunación será suficiente para aplacar el avance de la pandemia. Pero es innegable que se trata de un hecho auspicioso que nos permite enfrentar los próximos meses de invierno con cierta esperanza.
La segunda luz se encendió hace apenas semanas, cuando la mayoría del pueblo estadounidense eligió confiar en un nuevo gobierno frente al marcado fracaso de la actual administración. El comienzo de este nuevo camino ha sido esperanzador: el presidente electo, Joe Biden, anunció enseguida que una de las prioridades de su gobierno es la de enfrentar con seriedad y responsabilidad la pandemia desde el primer día de su gestión. Su equipo ya ha comenzado a diseñar la nueva estrategia sanitaria, aunque lograr resultados concretos e inmediatos no va a ser fácil. En primer lugar, porque el presidente saliente sigue actuando de manera irresponsable al no colaborar con las nuevas autoridades, poniendo la vida de millones de estadounidenses en peligro. En segundo lugar, porque habrá que educar y convencer a buena parte de los ciudadanos para que se comprometan con la salud de todos, que entiendan que hay medidas sanitarias básica (el uso de mascarillas faciales, el distanciamiento social, la higiene personal…) que nos ayudarán a todos como comunidad a frenar esta pandemia.
Este período de viralización de la irresponsabilidad y la ignorancia debe quedar atrás lo antes posible. Debemos volver a confiar en la ciencia más que en los entertainers, entender que vivimos en una comunidad en la que las acciones de uno afectan a todos los que nos rodean, que las teorías conspirativas pueden ser muy atractivas en tiempos de encierro y frustración, pero que debemos volver a actuar en base a datos reales y con la responsabilidad que merece este hecho histórico.
No queremos terminar esta editorial sin desearle a todos nuestros lectores y auspiciantes muy felices fiestas y un 2021 lleno de prosperidad y buenos momentos. ¡Y gracias por acompañarnos por otro año más! ¤