Grupos argentinos se organizan para ayudar a los más necesitados
El Suplemento entrevistó a Martín Maslo, presidente de Bet El, una comunidad judía, religiosa, que está constituida como una sociedad civil con personalidad jurídica y tiene a su vez dentro de la comunidad un colegio inscripto dentro del régimen de enseñanza privada argentina.
Contame un poco sobre la obra solidaria que encabezás.
El año pasado arrancamos una campaña contra el frío en el mes de mayo, porque había mucha gente en la calle. Y con la juventud empezamos a recorrer las calles llevando casi trescientas porciones de comida caliente a gente que vive y duerme en los barrios porteños de Belgrano y Villa Urquiza. Después concentramos nuestro accionar frente al Hospital Pirovano, donde venía mucha gente a comer desde otros lugares, algunos muy distantes.
Este año cambió todo…
Sí, cuando empezó todo el tema de la pandemia naturalmente suspendimos todos los recorridos por las calles.
¿Y entonces?
En ese momento me pregunté ¿qué hacemos con nuestra obligación de justicia social? ¿Cómo hacemos para poner el grano de arena que podemos? No es que vamos a cambiar el mundo con nuestro pequeño aporte, pero quería ayudar. Entonces me puse en contacto con un grupo de diputadas de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires que mantienen varios comedores dentro de la Ciudad de Buenos Aires. Por otro lado, tenemos a una mamá de nuestra escuela que trabaja en el Gobierno de la Ciudad, o sea del otro color político, que es la Directora de Diversidad, por lo tanto ella estaba dedicada, sobre todo, a lo que son problemáticas de las personas trans.
Entonces ahí se nos ocurrió armar la campaña Un plato más. Básicamente era preparar un plato más de comida en casa y donarlo.
¿Donarlo en cuarentena? ¿Cómo?
Para que nadie saliera de su casa concentramos el dinero donado en una cuenta a la vista, en una plataforma que se llama donaronline.org, que les brinda total transparencia a las donaciones y de Mercado Pago (que gentilmente no nos cobra comisiones para esto). Y de ahí salen, a través de distribuidores de pedidos, la comida que va directamente a los comedores, y el proceso es auditado por nosotros. Vale decir que nosotros somos el nexo entre el donante y el receptor final de la comida. Entonces estamos ayudando a comedores y hogares, así como pensiones donde viven personas trans. Como la mayoría son trabajadores sexuales no pueden trabajar. Y por lo tanto no comen.
¿Con la crisis se acercan más personas a los comedores?
Hay mucha gente nueva que ahora va a los comedores que no eran gente de los comedores. Personas que hacían changas en la calle: cartoneros, limpiavidrios, trapitos, vendedores… Uno de los comedores que está en el Barrio Mujica en Villa Lugano alimenta a tres mil personas. ¡Tres mil personas! A ese comedor llegamos gracias a la legisladora de la ciudad Claudia Neira.
¿Notaste gente de clase media que por la pandemia ahora va a pedir comida?
Sí, definitivamente sí. No necesariamente a estos comedores que asistimos, pero sí. Hoy día hay mucha gente que está con dificultades para llevar comida a la mesa. Gente que vivía el día a día. Los ya mencionados y muchos comerciantes que no pueden abrir sus negocios.
Siempre veo que en los comedores dan guisos. Nunca vi comida sólida. ¿Por qué no se les da algo para comer con cuchillo y tenedor?
Hay varias razones. La principal es que el guiso es rendidor. En el guiso metés cualquier cosa y llena. Da sensación de saciedad. Lo bueno del guiso es que vos ponés carne, ponés verduras, ponés cualquier cosa y el guiso rinde. Y lo otro bueno que tiene el guiso es que es muy fácil de porcionar, porque ahora los comedores funcionan de otra manera, porque están cerrados y la gente no se sienta a comer. La gente va con un taper y se lleva la comida a su casa. Si vos tenés que servir una cosa sólida con acompañamiento en un taper, es mucho más difícil.
Entonces la composición del guiso es muy importante…
Sí, claro. En principio los hidratos de carbono son mucho más baratos que las proteínas. De allí que muchos de los comedores reciben generalmente más hidratos de carbono que proteínas. Pero las proteínas son elementos fundamentales, especialmente en la niñez, en el desarrollo cognitivo. Por eso dentro del universo de donantes tenemos los donantes generales con cuyos aportes compramos comida y otros específicos. A estos últimos les decimos: vamos a necesitar una tonelada y media de proteínas. Y ellos donan especialmente para eso.
¿Y que compran?
Pollo, cerdo y carne de novillo. No compramos carne de vaca porque es de muy mala calidad. Con esto podemos asegurar que en cada una de las porciones que se dan haya un mínimo de proteínas. Todo esto lo hacemos con el consejo de un par de nutricionistas que me ayudan a pensarlo, porque no es que yo sepa del tema.
Es fantástico lo que están haciendo.
A ver. Yo lo considero que es necesario y estoy sorprendido por la cantidad de gente que me ha llamado para ayudar y que no sabe dónde ayudar. Porque ese es otro tema. En un momento de pandemia donde el gobierno y todas las campañas te dicen “quedate en tu casa” para protegerte y proteger a los demás, es muy difícil saber cómo ayudar.
¿Quiénes son los que aportan?
En principio fue dentro de la comunidad, pero después esto tomó un signo ecuménico y multireligioso. El banco BICE hizo una donación inmensa, porque se enteró de esto a través de una directora del banco. Y después los empleados del Banco BICE y de la Legislatura hicieron donaciones. Actualmente recibimos donaciones de todos lados.
¿Y a futuro?
Durante la pandemia seguiremos actuando de la misma manera. Cuando termine evaluaremos, porque creo que la normalidad va a ser diferente. También deberemos ver lo que sucede con la gente que vive en la calle. Actuaremos de acuerdo a las necesidades que surjan. Nuestra premisa es la justicia social. Nosotros no creemos en la caridad. No creemos que el que tiene tenga la obligación de darle al que no tiene. Creemos que es nuestra obligación que todos tengamos las mismas oportunidades. Como eso es una utopía nuestras acciones están dirigidas hacia eso, para que eso sea real.
¿Eso cómo se logra?
Cuando salimos a la calle a repartir comida caliente no les damos un taper al hambriento y nos vamos. Nosotros nos quedamos a comer con la gente, los conocemos con nombre y apellido. Tratamos de que por lo menos tengan un rato de conversación. Les llevamos libros para leer. No podemos solucionar, lamentablemente, sus problemas de vivienda. Pero sí podemos hacer que viva un rato de humanidad. ¤