La solidaridad es uno de los valores por excelencia y suele ser en situaciones críticas cuando se hace más presente y tangible. Sin embargo, los actos solidarios van más allá de un momento en particular y hay miles de maneras de ponerlos en práctica.
abitualmente estamos enfrentados a diversas campañas de solidaridad y a sus esfuerzos publicitarios por parte de nuestra sociedad. Necesitamos con urgencia hacer comprender a todos los miembros de nuestra humanidad, que la solidaridad está ligada al grado de conciencia que tengamos sobre la vida misma. Es una cuestión de cultura y de conciencia social, lo que debe ser atendido a todos los niveles de la sociedad.
Sin embargo, no siempre es tomada así, y la solidaridad es títere de la culpa; a veces, excusa de negocios, como esos famosos desfiles de modelos a beneficio; a veces, placebo de mentes atormentadas; a veces, matiné de solitarios; a veces, excusa para afilar las garras; a veces, depósito de cosas que ya no sirven.
La solidaridad siempre transforma más al que da que al que recibe. Por eso, en relación a los comentarios agresivos y pretendidamente aleccionadores de gente en diarios o redes sociales, digo también que concretar donaciones no te hace dueño o abanderado de las miserias de nadie. Hacelo, pero no lo levantes como bandera; hacelo porque te hace bien a vos, pero no porque le vayas a cambiar la vida a nadie. Hacelo porque le hará bien a tus hijos, pues aprenderán a reconocer el verdadero valor de la solidaridad. Hacelo porque es importante llevar un poco de cariño y proteínas.
La solidaridad es un valor altísimo para una sociedad y como tal, debe ser promovido y ejercido, sobre todo entre niños y jóvenes, sin esperar nada, ni honradez, ni reconocimiento, ni nada, a cambio. Y si llega, hay que ser discreto y saber aceptar, porque el mundo está lleno de gente que se disfraza de fantasma o supuesto ermitaño para lograr más notoriedad a su notoriedad. Esto no está bueno; es como ser bueno sólo para que alguien te dé el premio de un paraíso o algo semejante. O como dice la canción de Calamaro: “Algunos hombres son buenos porque tienen miedo”.
La solidaridad pesa más que las ideologías. Muchas personas creen que se trata de un tipo de emoción, y es verdad, pero también tiene que ver con la inteligencia. ¤