Por estos días es muy temprano para hacer un balance de la crisis mundial provocada por el coronavirus, aunque ya se vislumbran con claridad cuáles son los países que –para ponerlo en términos que usaría Carlos Avilas en su columna de boxeo- van ganando cómodamente por puntos y cuáles han perdido por nocáut.
A la cabeza de entre los que están en la lona figura, nos duele admitirlo, nuestro propio país. Desde que el presidente Donald Trump declarara a comienzos de año que el coronavirus era un “hoax” de los demócratas para sacar ventajas políticas hasta hoy, Estados Unidos se ha puesto a la cabeza de los países con más casos de infectados del mundo, muy, pero muy por encima del resto. De hecho, como menciona nuestro redactor Antonio Capressi en su nota de este mes, registramos más casos que la suma de los de los 4 países que nos siguen. El podio de la lista de noqueados la completan España y Francia, y agregaríamos a China, ya que desconfiamos de los números revelados por la dictadura que gobierna el país.
Pero hoy nos queremos concentrar en los que están saliendo con el brazo en alto, porque hay una (¿sorprendente?) característica que los distingue: muchos están gobernados por mujeres.
Taiwán es un país democrático que se encuentra a pocas millas de China, en donde se inició la pandemia. Al comienzo, se esperaba que fuese uno de los “hot spots” del mundo, no solo por su cercanía con China sino además por el intenso tráfico entre ambos países. Sin embargo, su presidenta Tsai Ing-wen no dudó y de inmediato tomó drásticas medidas para limitar el impacto del virus, designando un comando de emergencia, realizando masivos controles de salud, ordenando la rápida producción de equipos de protección como mascarillas y guantes, y restringiendo la circulación de sus habitantes y turistas. A la fecha, Taiwán reporta 393 contagios y 6 muertes.
No muy lejos de allí, un caso similar se produce en Nueva Zelanda. A pesar de que la principal fuente de ingresos del país proviene del turismo, su Primera Ministra Jacinda Ardern estableció de inmediato un cierre momentáneo de las fronteras, estricto distanciamiento social, y sobre todo masivos exámenes sanitarios. Como resultado, Nueva Zelanda exhibe números envidiables, con 1300 casos de infectados y solo 9 muertes.
Por su parte, la canciller alemana Angela Merkel sigue demostrando su capacidad para liderar una de las principales potencias del mundo, incluso bajo la actual crisis mundial. Siempre medida en sus declaraciones, responsable en sus acciones de gobierno y trabajando junto a la oposición política, Merkel lidera una administración que ha logrado el programa de exámenes de salud más extenso de Europa con 350 mil pruebas por semana. Alemania cuenta hoy con poco más de 132 mil casos, un número bastante considerable para sus 83 millones de ciudadanos, pero solo 5,354 muertes. Mientras que aquí en Estados Unidos la proporción de muertos por millón de habitantes es de 144, en Alemania es de solo 64.
Pero el caso más notable de nuestra tesis se da en los países nórdicos, usualmente mencionados como los mejores del mundo por calidad de vida. Cuatro de los cinco países nórdicos están gobernados por mujeres, y todos exhiben los menores índices de muertos por coronavirus de toda Europa. Sus países establecieron políticas públicas de inmediato, lanzando masivas campañas de exámenes, no solo para los casos sintomáticos, sino para todos los ciudadanos. Fue así que desde la pequeña Islandia, se encontró que al menos la mitad de los infectados por el virus son asintomáticos, alertando al mundo sobre esta nueva revelación. Para ilustrar el punto de esta editorial nada mejor que recurrir a los números concretos: Suecia, el único de estos países nórdicos gobernados por un hombre, y que se negó a imponer cierres masivos, manteniendo incluso negocios y escuelas abiertos, exhibe un índice de muertos de 10,1 por cada 100 mil habitantes. Ese número baja a 5,1 en Dinamarca, 2,6 en Noruega, 2,1 en Islandia, y 1,1 en Finlandia. ¿Coincidencia?
Como mencionamos un nuestra pasada nota editorial, aquellos países cuyos gobernantes en un principio minimizaron u ocultaron la gravedad del coronavirus (Estados Unidos, China, Brasil, Gran Bretaña…) han sufrido catastróficas consecuencias y hoy se encuentran tirando golpes al aire, cuando no ya desplomados en la lona. Por el contrario, las democracias plenas con líderes capaces y templados, y que gozan de la confianza de la inmensa mayoría de su pueblo, son los que salen con el brazo en alto y el cinturón de oro abrochado a sus caderas. En este caso, más que campeones, son campeonas del mundo… en todas las divisiones.¤