Nos vemos tentados a definir el 2019 que se va como el año de un continente loco. Es verdad que nuestra América ha vivido de sacudón en sacudón por buena parte de su historia, a veces en el norte, otras en el sur, a veces en los Andes, otras en las costas del Atlántico, en el Caribe o en los suburbios de las capitales centroamericanas… pero da la sensación de que en el 2019 las cosas se están reacomodando luego de algunos años de relativa calma. La “relativa calma” no es sinónimo de prosperidad, armonía social, o grandes avances, no. Pero uno sabía dónde estaba parado, para bien o para mal.
Este año se ha reavivado la inestabilidad política de norte a sur, salvo en pocos países cuyas sociedades no sufren o sufrieron mayores respingos, como la tan lejana y tan cercana Canadá, o la Costa Rica de la Pura Vida, por nombrar un par de ejemplos.
En estos días, Argentina celebra (o sufre, según desde qué perspectiva ideológica se lo mire), el fin del ciclo del gobierno de Cambiemos y el eterno retorno del peronismo a la Casa Rosada. ¿Más de lo mismo? En un país que ha vivido de frustración en frustración, probar nuevamente con algo que antes no funcionó parece ser una alternativa razonable para buena parte de la población harta de la falta de trabajo, la inseguridad y la corrupción. A ver cómo sale esta vez, aunque sería ingenuo esperar resultados diferentes utilizando la misma fórmula de siempre.
El traspaso de gobierno en Argentina se realiza, por ahora, en paz y dentro del marco de una relativa civilidad política que hay que resaltar. No ocurre lo mismo en otros países del continente. En Bolivia, las denuncias de fraude electoral en unas elecciones en el que el presidente Evo Morales buscaba su reelección (¡por tercera vez consecutiva!) desembocaron en un golpe de estado en el que las fuerzas armadas, policiales y parapoliciales jugaron un papel clave, tal como lo denunciara la Organización de los Estados Americanos (OEA) y otras entidades internacionales. A semanas de las frustradas elecciones, el país no cuenta con un presidente legítimo y el número de muertos a causa de la represión sigue aumentando.
Del otro lado de la Cordillera, un estallido social contra las políticas del presidente-empresario Sebastián Piñera puso en vilo a un país al que muchos proponían como ejemplo, pero que soporta una desigualdad social que su pueblo se cansó de tolerar. Hacia el norte, algo parecido ocurre por estos días en Colombia, una situación que sospechamos empeorará en los próximos días. Del otro lado de la frontera se encuentra Venezuela y su presidente que bien podría ser la personificación de la expresión Tercer Mundo, pero esta no es una crisis nueva, ya no sorprende a nadie, aunque suma.
En Brasil ardió la selva amazónica y los incendios fueron tan catastróficos como lo viene siendo el gobierno de Jair Bolsonaro, un personaje fuera de época, extremista, homofóbico y misógino, una especie de Donald Trump paulista. Y ya que hablamos de Trump, en Estados Unidos el Congreso lleva semanas ya en el proceso de destitución del mandatario republicano por abuso de poder y extorsión, mientras la aprobación de su gestión por parte del electorado apenas llegaba a un magro 43% durante este pasado mes de noviembre. Del otro lado del Río Grande y la “great, beautiful wall”, México vive una crisis de violencia que se profundiza año a año a causa de los cárteles del narcotráfico que nadie consigue o quiere controlar.
Como vemos, nuestro continente da para todo: populistas de derecha e izquierda, líderes políticos eternos que van por todo, presidentes que reciben elogios de afuera y estallidos sociales por dentro, corruptos, ineptos, atornillados a sus sillas, demagogos, caprichosos, traidores a sus patrias, autocráticos…
¿Nos dará un respiro el 2020? A juzgar por los procesos desatados es esta última parte del año, nos imaginamos que el año que viene seguiremos en zozobra, de norte a sur, de oeste a este, de la Casa Rosada a la Casa Blanca.
Sin embargo, una cosa es cierta, estimado lector: El Suplemento seguirá firme, a pesar de todo, y gracias al apoyo de sus anunciantes y de todos ustedes.
Felices fiestas, gracias por acompañarnos otro año, y nos vemos en enero. ¤