Editorial • Abril 2016

Si algo faltaba para confirmar el “timonazo” que ha pegado Argentina desde diciembre en materia de política exterior, era la visita del presidente estadounidense Barack Obama, a semanas del paso por nuestro país del primer ministro de Italia, Matteo Renzi, y el presidente francés Francois Hollande. Todo esto, a solo 100 días de la asunción de Mauricio Macri como Presidente. El último mandatario estadounidense en visitar Argentina había sido George W. Bush en el 2005. Pero mientras este último es un personaje al que muchos prefieren olvidar por su desastrosa administración a nivel nacional y las nefastas consecuencias de sus políticas a nivel global, Obama viaja con un prestigio internacional que Estados Unidos había perdido luego de que Bill Clinton traspasara el mando a los republicanos. Por eso, vale la pregunta que la BBC de Londres se formuló hace apenas unos días: “¿Qué hizo Macri para que Obama lo visite a sólo 100 días de haber asumido?”

La BBC enumera como los principales motivos el hecho de que Obama “claramente reconoce la determinación de Macri de reinsertar a Argentina en la economía global, así como su voluntad de establecer un vínculo con beneficios mutuos para ambos países”, luego de una complicada relación con el gobierno anterior, que priorizaba las relaciones internacionales con otros socios, como Venezuela, Rusia, China o Irán. Por otra parte, cita que “Obama intenta cumplir su promesa de larga data de escribir un nuevo capítulo en la relación entre Washington y América Latina”, y encuentra en esta Argentina de hoy un socio prometedor para iniciar su campaña antes de finalizar su mandato.
En términos más concretos y yendo a los papeles, los hechos políticos más significativos que ha llevado adelante Macri con inusitada rapidez han sido negociar con los Fondos Buitre para alcanzar un acuerdo de pago, solicitar préstamos a los más grandes bancos internacionales, desarmar las políticas de control de cambio y de capital impulsados por el gobierno kirchnerista, y recortar el gasto público sobre todo a través del despido masivo de empleados nombrados, en su mayoría, durante la última etapa del gobierno anterior. Estas son algunas de las medidas que demuestran que el nuevo presidente ha decidido caminar en sentido diametralmente opuesto a sus antecesores. Las nuevas políticas suenan como la mejor música a los oídos de los mercados financieros, pero está por verse si producirán efectos positivos para la economía argentina y un pueblo que se divide entre la esperanza y la desilusión.
Otro punto que no se puede dejar pasar es que la visita de Obama coincidió con el 40 aniversario del último golpe de estado en nuestro país. La fecha fue recordada por ambos mandatarios, pero fue el presidente estadounidense el que produjo los titulares tras afirmar: "Yo quiero reivindicar el compromiso por los derechos humanos. Reconocemos los esfuerzos históricos, el coraje y el heroísmo de aquellas personas que se opusieron a las violaciones de los derechos humanos. No es sólo un gesto simbólico, por eso voy a hacer el esfuerzo de abrir archivos militares y de inteligencia por primera vez en la historia”.
Las buenas intenciones de Obama no cambiaron demasiado el ánimo de los principales organismos de derechos humanos en Argentina, algunos de los cuales se manifestaron en contra de Macri y del mismo presidente estadounidense. Al respecto, vale citar parte de una polémica editorial del periodista Alfredo Leuco, quien reclama una renovación de los mismos y propone un sector  “Que rescate, controle, defienda y multiplique la transparencia contra los políticos ladrones; la democracia contra los caudillos mandones y monárquicos; la República contra los que quieren tener la suma del poder público y la justicia social y la sociedad más igualitaria contra los buitres insaciables que solo ven la vida como una acumulación de codicia”. ¤