El consumo del vino tinto en forma “moderada” podría tener beneficios para la salud, ya que uno de sus componentes (resveratrol) reduciría los problemas cardiovasculares. Esta aseveración que ha estado circulando desde hace tiempo parece haber tenido suficiente aceptación social, mancomunada con la propagación de una campaña simétrica de marketing.
Nuevos estudios afirman que “el consumir bebidas alcohólicas en exceso aumentaría los riesgos de enfermedades cardiovasculares (infarto, derrames cerebrales, alta presión sanguínea), hepáticas (cirrosis), mentales (demencia) y todo lo relacionado con el comportamiento (peleas, accidentes)”, de acuerdo con los datos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pennsylvania.
La edad es un factor importante, ya que entre los 40 y 50, la composición química del cuerpo comienza a cambiar la sensibilidad del cerebro y la funcionalidad del hígado y “con el aumento de la edad, los efectos del alcohol son amplificados”, aseveran los investigadores del tema. A los 50, el cerebro se comporta como un órgano muy sensible a cualquier nivel de alcohol ingerido y éste afecta sus funciones cognitivas, ya que las células (neuronas) y sus conexiones desaceleran su vínculo de comunicación y no se comportan en forma eficiente. Las mujeres han demostrado pocos niveles de la enzima deshidrogenasa en el estómago y con el cambio hormonal durante la menopausia aumentan su sensibilidad al alcohol, afirman los expertos.
Con el avance de la edad, la masa muscular y la hidratación del cuerpo va disminuyendo, mientras que el contenido de grasa (fat) va aumentando y cuando se ingieren bebidas alcohólicas éstas no se distribuyen “in fat”. Es decir que si un grupo de personas beben la misma cantidad de alcohol, aquellas personas con más gordura, menos masa muscular y menos hidratación, tendrían más alcohol circulando en su sistema sanguíneo.
El alcohol es metabolizado por el hígado, órgano que va cambiando con la edad. El hígado (la fábrica que procesa todo lo que el ser humano consume) se va agrandando a medida que la persona va envejeciendo y tornándose menos eficiente, ya que el torrente sanguíneo y sus células (hepatocitos) al igual que el tipo de enzima (alcohol deshidrogenasa) comienzan a disminuir, de acuerdo con los datos del Instituto del Abuso de Alcohol y Alcoholismo del Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos.
El alcohol, a cualquier edad “desacomoda el orden del sueño”, afirman investigadores de la Universidad de California, ya que “en una persona mayor de 50 años que tiene dificultades para dormir, la ingestión de una bebida alcohólica podría interrumpir aún más su habilidad para conciliar el sueño”.
Mitos
~ “Los hombres adultos mayores pueden beber tanto como los hombres adultos jóvenes”. Falso. Con el paso de los años disminuye el nivel de la enzima que metaboliza el alcohol.
~ “Hay que tomar un analgésico para prevenir el dolor de cabeza causado por la ingestión de una bebida alcohólica”. Falso. Tomar un analgésico (u otro medicamento) con alcohol daña el funcionamiento del hígado.
~ “Una comida abundante reduce el impacto del alcohol”. Falso. La mayor parte del alcohol es metabolizado por el hígado y no por el estómago.
~ “La persona gorda tiene mayor tolerancia al efecto del alcohol”. Falso. Con el paso de los años, se va perdiendo la densidad muscular, se va ganando la flaccidez de grasa y debido a que el alcohol no se distribuye en la grasa se acumulan altos niveles de alcohol en el torrente sanguíneo.
La sabiduría que emana de los “50+” nos recuerda que ya en la antigua Grecia el filósofo Aristóteles había acuñado en su dialéctica toda la dimensión del valor cardinal de la “moderación”. Apliquémoslo en el cuidado de nuestra salud, especialmente durante la celebración de las próximas fiestas, para vivir y sentir en plenitud toda la alegría que la reunión familiar merece. ¤