En estos días acaba de cumplir años Bob Dylan, uno de los más geniales músicos y compositores del rock, que allí por los años 60 cantaba su "The times they are a changin'" (los tiempos están cambiando). Unas cuantas décadas después, ese es precisamente el sentimiento que despierta el acontecer de la política argentina por estos días.
Lo más notable es el desgaste de los otrora poderosos partidos políticos, que durante todo el Siglo 20 comandaron la organización política del país, con intermitentes dictaduras militares de por medio. Pero a nadie se le hubiese ocurrido pensar en que un candidato podía prescindir de una estructura partidaria para ganar una elección nacional. Hoy pareciera ser que los partidos políticos, luego de tantos cambios, traiciones, desilusiones y fracasos, son un lastre que los candidatos deben llevar para triunfar. Las caras, apellidos y títulos son más importantes que los aparatos, y en muchos casos se ve a los políticos titubear a la hora de justificar su pertenencia a tal o cual espacio partidario.
"¿Y qué querés, si ése es peronista...?", se escucha decir en referencia a algún político. En este caso, el mote de "peronista" lleva aparejada una cualidad de insulto. Y lo mismo se dice sobre un radical o socialista, no importa. Y eso habla de la pérdida de prestigio de tales partidos. El problema es que en los últimos tiempos el personalismo con el que se manejan los hilos del poder político se ha consolidado, dando lugar a subdivisiones que evocan a las figuras de los líderes de cada particular espacio: menemista, kirchnerista, alfonsinista, duhaldista... Dentro de un mismo partido han aprendido a convivir figuras enfrentadas entre sí, al menos desde lo testimonial, y ya el partido ha dejado de contar con la representación, los principios y las tendencias con que antes se los reconocía.
Esta nueva tendencia es preocupante, ya que los partidos políticos son la base de nuestro sistema de gobierno; vaciados de contenidos, la política queda en mano de hombres que se preocupan más por su imagen que por sus ideas y proyectos. Tal como lo apuntamos en la sección "Se dijo en Mayo", el prestigioso miembro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Eugenio Raúl Zaffaroni, declaró recientemente que Argentina deberá cambiar su sistema de gobierno por uno de corte parlamentario, ya que la figura presidencial se está transformando en algo parecido a la de un monarca.
El desgaste de los presidentes, de todos los presidentes, más allá de los partidos políticos que representen, hacen que este cambio se vuelva urgente. Necesitamos de partidos políticos fuertes, limpios y representativos, y de un Congreso que no sea una guarida de truhanes haciendo negocios con la riqueza del país.
“The times they are a-changin”. Las revueltas en Medio Oriente hicieron eclosión en Europa, particularmente en España, en donde en estos días miles de ciudadanos, en su mayoría jóvenes "indignados" por la falta de oportunidades y los descalabros producidos desde la clase política, reclaman por un cambio. Es de esperar que las protestas se expandan masivamente a otras grandes capitales del mundo, como ya está sucediendo.
¿Llegará finalmente el cambio a la Argentina?©