Los veloces caballos del gauchaje
Días pasados conversando con otro fanático como yo de los caballos, Francisco “Paco” Fernández, recordé sobre las carreras cuadreras y como mi papá tenía caballos “parejeros” (caballos especiales para correr), que corrían de 100 hasta 400 metros en forma recta con las sabidas apuestas del gauchaje. Don Pedro Inchauspe cuenta aquí sobre los tapados:
Las carreras fueron uno de los “vicios más encarnados en el gaucho”. Cuando se anunciaba alguna importante, “depositada” —con depósito previo de la entidad por la cual había sido concertada— se acudía a ella desde grandes distancias. Y con los aficionados, caían también los carreristas profesionales con sus “parejeros”, cuyas condiciones disimulaban por todos los medios a fin de atraer incautos; los caballos, embarrados, sin rasquetear, con las canillas y la cola llenas de abrojos, pobremente aperados, parecían cualquier cosa menos animales veloces. Esos eran los “tapados”, cuyas excelencias se descubrían —destapaban— sólo después de verlos ganar una carrera que llenaba de plata a sus aprovechados dueños.
El mismo nombre se daba, también, al “parejero” cuidado en las casas, al que se ejercitaba entre gallos y medianoche para esconderle la corrida y al que se tenía, casi siempre, cubierto con una manta o capa que lo defendía de la intemperie.
La Generala
En las pulperías, especialmente después de una jugada, el gaucho que andaba “chaludo” (con plata) se congraciaba y se daba tono haciendo servir “una generala”, o sea, una vuelta de copas para todos los presentes, conocidos o no.
Las “generalas” eran aprovechadas por los que habían perdido hasta el último centavo y por algunos negros y gauchos pobres que se pasaban las horas muertas en el boliche, esperando una de esas oportunidades que les permitiera “matar el gusano” o “despuntar el vicio” con una copa de alcohol: caña, ginebra, etc., y, a veces, agregar también algo sólido: sardinas, queso y dulce, nueces, pasas, etc., “pa’ no mariarse con la bebida”, según decían ellos para justificar la “voraciada”.
Compilado por Carlos Avilas del libro “Voces y Costumbres del Campo Argentino”, de Pedro Inchauspe, publicado en 1949.¤