LA ENTREVISTA DEL MES: Juan Carlos Villalonga, Director Político de Greenpeace Argentina

Juan Carlos Villalonga, Director Político de Greenpeace Argentina Mientras veía las imágenes de una Buenos Aires turbia, con su Obelisco difuso como un patético espectro (de esos que no dan miedo, sino más bien pena), con el sol filtrado, tímido, iluminando apenas las avenidas aún desiertas a la madrugada, y los oficinistas porteños caminando con una mano en el maletín y con la otra presionando un pañuelo contra la nariz, mientras veía todo eso, digo, se me ocurrió pensar en el humo como símbolo del país. Lo primero que me vino a la mente es la otrora bíblica asociación que solía usar Néstor Kirchner para pontificar su titánica labor al frente del gobierno, cuando con rigor eclesiástico repetía una y otra vez que estábamos saliendo del infierno. Es que si en el infierno hace calor, como dicen, y los condenados -y quién sabe cuántas cosas más- se queman perpetuamente, entonces tiene que haber humo.

Durante los primeros días y ante la novedad que significaba ver a la ciudad cubierta de humo, muchos medios locales dieron rienda suelta a la imaginación, algunos con muy poca fortuna. “Buenos Aires parece Londres”, tituló Clarín una de sus notas, como si la fresca niebla que caracteriza a la capital inglesa y el intoxicante humo que llegaba a Buenos Aires desde los pastizales quemados a kilómetros de distancia, fueran casi lo mismo. ¿Cómo no se le ocurrió a la Presidenta disfrazar a los chicos de la Guardia Urbana de soldados de la British Royal Guard, con sus ampulosos sombreros negros y todo? No hay caso: a la hora de explotar nuestras atracciones turísticas, siempre respondemos con lentitud.
También es inevitable pensar en el humo como cortina de ídem; mientras los problemas más serios del país –incluyendo los ecológicos- siguen aún sin resolverse, nos vemos obligados a hablar de él. Porque la verdad, la cosa está ahí. Y no te deja respirar.
Le entrevista con la gente de Greenpeace Argentina iba a tomar otros cauces: energía alternativa en tiempos de crisis, el saqueo de los recursos naturales del país, la Ley de Bosques... Pero por una cuestión de actualidad, nosotros también terminamos hablando de la niebla que... perdón, del humo, que por estos días cubre buena parte del país.
Juan Carlos Villalonga es el Director Político de Greenpeace Argentina, la rama criolla de la agrupación ecologista más grande a nivel mundial. Junto a 40 trabajadores permanentes, cientos de voluntarios y 60 mil socios (más que la mayoría de los clubes de fútbol del país, por poner un ejemplo), Villalonga trabaja como interfaz entre las campañas de Greenpeace con el sector político y empresarial. A lo largo de nuestra extensa conversación repite que “cuando hay voluntad política, la actividad económica y la cuestión ambiental van de la mano”.

LA ENTREVISTA DEL MES: Juan Carlos Villalonga, Director Político de Greenpeace ArgentinaEs cosa usual en Argentina que un tema grave quede en cuestión de días tapado por otro, pero iba a comenzar la entrevista preguntándote por el plan “Basura cero”, hasta que lo de los incendios se impuso en las últimas horas como asunto principal. Dame un panorama de cómo se ve la ciudad hoy en relación al humo...
Hoy Buenos Aires ha estado en mejores condiciones, si se lo compara con lo que fue la semana pasada, que fue algo nunca visto. Pero depende de la dirección del viento cada día; se dice que mañana va a regresar el humo con el cambio de viento. Esto, más allá de lo anecdótico, pone en evidencia algo muy grave que tiene que ver con uno de los grandes debates de Argentina, que es la monopolización de la actividad agropecuaria por el cultivo de la soja. La alta dependencia de la economía argentina de la exportación de soja ha hecho que prácticamente todos los suelos que normalmente eran dedicados a diversas actividades agropecuarias, sean hoy destinados al cultivo de soja. Esto tiene múltiples impactos, comenzando por el hecho de que desplaza a otras actividades económicas y se desplazan otros cultivos que son fuente de alimentación. Incluso la ganadería ha sido desplazada hacia zonas marginales; hoy es más rentable exportar soja que tener un tambo, por ejemplo.
Antes que nada había que aclarar dos puntos fundamentales sobre los incendios: la intencionalidad y quiénes son los responsables. Desde el Gobierno y algunos de los principales medios de comunicación se dice que la intención fue protestar contra la política de retenciones impuesta por el Gobierno y que los responsables, por lo tanto, son los agricultores y exportadores perjudicados. Como director de Política de Greenpeace ¿Estás de acuerdo con este análisis?
En realidad nadie podría decir que los fuegos tuvieron intencionalidad política, porque esa argumentación no cierra. Lo que sí estamos viendo, lamentablemente, es que se está buscando responsables de los incendios para un fin coyuntural, y acá es donde entra a tallar el conflicto con el campo. El Gobierno nacional hace una gran maniobra para señalar como principales responsables de lo que está ocurriendo a los ganaderos y empresarios que están colocando vacas en esa zona. Esto porque el Gobierno necesita mostrar al sector agropecuario como si fuera el demonio. Después hay cierta oposición política, que procura mostrar al Gobierno nacional como ineficaz a la hora de enfrentar esta emergencia, lo que en cierto grado uno puede admitir, porque hubo lentitud a la hora de responder a esto.
Sin embargo, hace minutos Greenpeace acaba de dar una conferencia de prensa en la que apuntaron contra las autoridades de la Provincia de Entre Ríos...
Claro, es que jurídicamente, la responsabilidad primaria de la administración de los recursos naturales en la Argentina está en las provincias. Es la Provincia de Entre Ríos, en este caso, la que administra sus recursos naturales de las islas en donde se han dado la mayor parte de los incendios, y la única que tiene potestad para entregar un permiso de explotación de esos recursos. Entonces, si hoy vos tenés miles de permisos de arrendamiento para colocar ganado en esas islas, es porque fueron otorgados por la Provincia de Entre Ríos. Y esto no lo decimos para quitarle culpas al Gobierno nacional o a los empresarios, pero hay que darle la justa dimensión a las responsabilidades. Esa persona que está causando incendios en esa zona de las islas no es un intruso: la Provincia de Entre Ríos le dio permiso, a pesar de que saben de que lo primero que hay que hacer para introducir ganado en esa zona es quemar los pastizales.
La mayoría de las islas del Paraná en donde se provocaron estos incendios fueron arrendadas a inversores privados. ¿Qué importancia tienen para el ecosistema de la zona?
Es un sistema muy grande de islas que van desde el nacimiento del Paraná hasta la desembocadura en el Río de la Plata, y cuenta con humedales de una diversidad biológica muy importante, además de ser un ecosistema único en la Argentina. Los incendios de los que se está hablando en estos momentos, son incendios que se producen para abrir espacio entre los matorrales para que el ganado pueda acceder a las pasturas; esto se está dando sobre todo en la Provincia de Entre Ríos, en donde el gobierno ha estado emitiendo permisos de arrendamiento a mansalva. Este es un proceso que se ha venido dando en los últimos diez años, producto del desplazamiento de la ganadería de sus lugares tradicionales. Hoy los cultivos de soja han desplazado a esta actividad hacia zonas que no están adaptadas para esto.
Ahora, es paradójico que el mismo Estado que en los últimos años exhibía orgulloso sus números económicos -en buena parte producto de las ganancias que dejaba el gran volumen de exportación de la soja- sea ahora el que aumente el monto de las retenciones para frenarlo, como confesó hace unos días el hoy ex-ministro de Economía Martín Lousteau...
Es algo paradójico y extraordinario, muy poco frecuente. Ahora, esto no quiere decir que sea un deseo genuino y hay que ver hasta donde llegan las intenciones de cambio. Pero nunca antes se había visto a un ministro de Economía hablar sobre el impacto que tiene la “sojización” del país. Obviamente, no se puede negar que el Gobierno toma estas medidas de las retenciones con una intención fiscal, para recaudar más. Pero la verdad es que aparecieron argumentos en contra de la dependencia del monocultivo de soja, y eso es un fenómeno inédito. Veremos si esto luego se corresponde con medidas que tiendan a revertir esta situación, o nomás se usa como simple argumentación en un conflicto. Lo que nos parece importante es que el conflicto del campo, que arrancó por una cuestión estrictamente económica, puso sobre la mesa, por todos los actores que intervienen en este conflicto, la discusión del modelo agropecuario argentino de los últimos años, que se centra fundamentalmente en el monocultivo de la soja.
Más allá del impacto visual que causa ver ciudades cubiertas por el humo ¿qué consecuencias generan los incendios para el medio ambiente y la salud de los habitantes que lo respiran el humo?
Bueno, lo que pasa es que hay dos cosas. Por un lado, el humo está compuesto por un conjunto de elementos que, dependiendo del grado de sensibilidad de cada persona, ha disparado procesos alérgicos, irritación de ojos, mucosa, etc. Por otro lado, el humo implica la presencia de monóxido de carbono, que es un gas tóxico. Las autoridades del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hicieron mediciones y encontraron que se está por debajo de los niveles considerados peligrosos; nosotros no lo hemos medido, pero seguramente es cierto. Lo que también es cierto es que el grado de monóxido de carbono es muy superior al que nosotros respiramos normalmente, y la verdad es que no deberíamos estar respirando nada de monóxido de carbono. Más allá de la salud, están todos los trastornos que significa para el transporte y la vida cotidiana de la ciudad, que ha sido caótico.
En la Cumbre de Río de Janeiro del ’92, decenas de jefes de Estado de todo el mundo acordaron comenzar a trabajar en lo relacionado al cambio climático en el planeta. ¿Qué pasos concretos se han dado en ese aspecto?
Desde el ‘92 hasta acá, no se hizo mucho. La Convención tuvo como primer efecto disparar el proceso de la negociación del Protocolo de Kioto, que se logra como texto en el año ’97, pero que recién en el 2005 entró en vigencia porque hubo una enorme batalla por parte de Estados Unidos en contra del Protocolo. Este es un primer paso importante, pero es absolutamente insuficiente. Es decir, va en el camino correcto, pero es sólo un primer paso. La verdad es que en términos de cambio climático estamos en una situación muy complicada a nivel global. El cambio en las emisiones se debe producir de manera drástica de aquí al año 2015; hoy tenemos una curva permanentemente ascendente de emisiones de gases de efecto invernadero y tenemos que lograr que disminuya y que llegue a su pico máximo antes del 2015; es decir, tenemos unos siete u ocho años para producir un cambio radical en las tendencias de las emisiones de gases de efecto invernadero. De ahí en más hay que lograr reducirlo permanentemente como para llegar al año 2050 con, por lo menos, una reducción del 50%. Todo esto para lograr que el cambio climático no supere ciertos límites que serían realmente catastróficos.
¿Vamos en camino de lograrlo?
Lamentablemente, no. El tiempo es muy corto y se requiere modificar radicalmente todo lo que es la actividad energética a nivel mundial. El problema es que falta la voluntad política para introducir esos cambios en forma masiva.
Volviendo al tema local, hace unos días Greenpeace empapeló la ciudad de Buenos Aires con carteles amarillos con la leyenda “Va a estar bueno Buenos Aires cuando Mauricio recicle”. ¿Por qué no nos explicas a qué se refiere?
Vos sabés que Mauricio Macri llegó al cargo de jefe de Gobierno con el lema “Va a estar bueno Buenos Aires”, y entonces lo que hicimos fue parodiar ese afiche de su campaña política, ya que el problema de la basura es un tema muy importante en la ciudad. Hay una ley, llamada de “Basura Cero”, que no se está cumpliendo, a pesar de que en la campaña todos los candidatos, incluyendo a Macri, se comprometieron a cumplir y ejecutar. Por eso en nuestros carteles agregamos la frase “PROmesas Incumplidas”.
Contanos de qué se trata la ley, porque mucha gente por aquí no la conoce.
La Ley de Basura Cero coloca metas y objetivos de reducción de basura, que de otra manera iría a los rellenos sanitarios. Es un plan sumamente ambicioso, pero que requiere un rol de liderazgo importante por parte del gobierno de la Ciudad para trabajar en el cambio de mentalidad en los ciudadanos, empresarios y sector público de la Ciudad de Buenos Aires. Lo que más nos preocupa a nosotros es que desde el Gobierno de la ciudad se hagan nomás tibios esfuerzos como para al final decir que la cosa no funciona porque la gente no recicla. La gente puede reciclar en la medida que haya contundencia y credibilidad en lo que se está haciendo desde el Gobierno.
¿Y vos honestamente considerás que el ciudadano porteño llegará a tomarse el trabajo de separar los residuos y reciclar?
Sí, no hay razones por las cuales el ciudadano de Buenos Aires no lo haga, comparado con los ciudadanos de otras ciudades. No hay una diferencia genética, es simplemente un hábito y una cuestión cultural, y esto tiene que ver con algo que se arraiga durante décadas, y que cuando hay que cambiarlo, por supuesto, es un gran esfuerzo. Y esto se va a lograr con una constante campaña de educación que vaya incorporando esos hábitos hasta que se transformen en un comportamiento natural. Nosotros hemos hecho algunas experiencias con cartoneros y cooperativas de recuperación de residuos urbanos, y la gente que participó de voluntaria en este proyecto superó por mucho la capacidad que tenían estas cooperativas para reciclar todo el material que les llegaba. Lo que demuestra que cuando la propuesta es creíble y conducente, la gente lo hace.
¿De qué manera contaminan los rellenos sanitarios? ¿Quién se beneficia con ellos?
Los rellenos sanitarios, en mayor o menor medida y a corto o largo plazo, son un legado tóxico que queda para las futuras generaciones. Las membranas aislantes terminan fisurándose, rompiéndose, y descargando el material tóxico hacia los suelos y napas de agua. Esto ya ha pasado en la Argentina, y por eso en los barrios del Conurbano bonaerense hay un enorme enojo y oposición a recibir residuos de la Ciudad de Buenos Aires, porque los rellenos sanitarios ya han mostrado fenómenos de contaminación de agua y por eso nadie quiere saber nada. Además la gente sabe que un relleno sanitario que llega a una ciudad genera no sólo un fenómeno ambiental, sino que también genera una devaluación inmediata de las propiedades de la zona. Es decir, la generación de residuos está aumentando de manera explosiva, los rellenos que hoy se están utilizando tienen una vida útil muy limitada y no encuentran la manera de convencer a la gente de ninguna localidad para abrir nuevos rellenos. La ley de Basura Cero es la propuesta superadora de este callejón sin salida, porque con un plan de reducción de basura es más fácil que la Ciudad pueda conseguir lugares para instalar rellenos (porque mientras se implementa el plan algunos va a haber que abrir) de vida útil mucho más acotada, y mucho más pequeños, con volúmenes limitados de basura.
Pero volviendo a la pregunta anterior, cuesta creer que los planes de reciclaje no se lleven adelante por una simple cuestión de desidia. A algunos les perjudica que se recicle y alguien tiene que beneficiarse con los rellenos sanitarios...
Sí, claro, porque el reciclado no es algo sencillo. Muchas veces uno tiene la idea de que reciclando uno recupera el dinero invertido vendiendo el material y así se sostiene el sistema, y no es así. Para que el reciclado funcione hay múltiples etapas en las que el Gobierno tiene que gastar dinero, para que haya recolección diferenciada, para generar mercados para materiales que hoy no se reciclan, para generar incentivos para incrementar la demanda de productos hechos con materiales reciclados... es todo un circuito y eso no es gratuito. La ventaja del reciclado es que es un sistema de gestión que minimiza el impacto ambiental, permite recuperar materiales muy valiosos para el circuito económico y que hoy se están despilfarrando, y genera mayor cantidad de empleos. En los rellenos vos estás gastando un montón de plata sólo para enterrar basura, generando un daño al medio ambiente y perdiendo el enorme valor económico que hay allí.
Desde sectores económicos se dice que si fuera por las agrupaciones ambientalistas no habría progreso, no existiría el crecimiento...
Esa dicotomía entre protección del medio ambiente y crecimiento económico es falsa; cada vez es más evidente que cuando se quiere hablar de progreso económico es un error evitar hablar de la cuestión ambiental. De hecho vos nombrabas a la Cumbre de Río, que en realidad fue la Cumbre Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, y fue la primera conferencia en la que se oficializó este concepto de desarrollo sustentable, procurando que ambos criterios puedan ir de la mano. ¿Es fácil? No, no es fácil; requiere repensar muchas cosas, pero cuando existe la voluntad política de repensarlo, ambas cosas no sólo no son incompatibles, sino todo lo contrario. El de reciclaje de la basura es un ejemplo, en este sentido. Desde el punto de vista económico, los rellenos sanitarios significan una enorme inversión de dinero que se coloca en enterrar basura, cosa que en el futuro nos va a llevar a hacer minería en los rellenos porque vamos a tener que buscar materiales que hoy ya se vuelven cada vez más escasos. Estás pagando para que una empresa entierre basura abajo de la alfombra. En cambio, por la vía del reciclado vos estás generando más actividad económica, más empleo, menos uso de recursos naturales valiosos y además menos impacto ambiental. Por otro lado, lo que nosotros decíamos sobre la “sojización” argentina y de todos los problemas ambientales y económicos que eso iba a traer para el país, hoy lo está sufriendo la Argentina. Cuando se piensa el progreso económico, no es serio no incluir el aspecto ambiental.
Entre tantos flancos por cubrir ¿Cómo es el proceso de selección de campañas que lleva adelante Greenpeace?
En primer lugar, Greepeace es una organización única, a diferencia de lo que puede ser una federación de organizaciones. Greenpeace Argentina es parte de esa organización única, y si bien cada oficina tiene márgenes como para generar campañas específicas para su país, se procura que toda la organización trabaje en un determinado grupo de campañas que se seleccionan en función al diagnóstico ambiental que se va haciendo a nivel global. Las campañas principales son aquellas que se centran en los temas de cambio climático, proliferación nuclear, preservación de bosques, contaminación tóxica y de océanos. Después cada oficina les da una sintonía adecuada a la región.
Existe la percepción de que los asuntos relacionados con el medio ambiente son una preocupación de la burguesía...
Digamos que también esa es una percepción que viene de lejos y de alguna manera subsiste, pero creo que la fuerza de los hechos que han acontecido en los últimos años en todo el planeta, y en la Argentina en particular, la han denostado. En la Argentina de hoy no hay emprendimiento que entrañe algún riesgo ambiental que no genere una reacción ciudadana espontánea, aun sin la intervención de organizaciones ecologistas. Por ejemplo, hoy la minería es un gran negocio. Toda la Cordillera argentina está hoy siendo explotada por varias compañías extranjeras. Este fenómeno ocurre fuera de la vista de las ciudades, pero ha generado un movimiento espontáneo de la gente de pequeñas localidades, en las que vive gente pobre, que se han levantado y han puesto el tema minero en la agenda política a nivel nacional. Te estoy hablando de poblaciones rurales de muy bajos recursos, no de ciudadanos de grandes ciudades. Y allí no actuó ninguna organización ambientalista; se hizo espontáneamente. Lo mismo ocurre en las campañas de deforestación. Esa apatía de los sectores más empobrecidos para con la cuestión ambiental se ha roto, y ahí es cuando todos los prejuicios que se puedan tener se vienen abajo. ®

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