Libros, bibliotecas y culturas
Sr. Director: Esta historia está dedicada a compatriotas que maldicen a los Estados Unidos sin reparar en matices favorables. El encuentro entre un libro y el lector debería ser lo menos complicado posible. Una de las primeras cosas que hice en este país fue entrar a una biblioteca. Ingresé con mi mochila y busqué a uno de mis escritores favoritos (también de muchos argentinos), Osvaldo Soriano. Mis prejuicios “antiyanquis” descartaron la posibilidad de encontrarlo. Sin embargo, la computadora me dio el código. Caminé hacia el estante y ahí estaban, al alcance directo y sin intermediarios, sus tres libros más recordados: “Triste, solitario y final”, “Cuarteles de invierno” y “No habrá más penas ni olvido”. Los tres en castellano e impresos en Argentina. Los tres en buenas condiciones. Con el tiempo, obtuve mi “ID” y logré llevarlos a mi casa, a un parque, a donde sea, también de la manera más simple: sin intermediarios, simplemente un rayito rojo de un aparato que leía el código de barras del libro y el código de barras de mi “library card”. Fin del segundo capítulo. A continuación, el primer capítulo de esta historia.
Buenos Aires, Biblioteca del Congreso de la Nación. Empiezo con lo positivo: lugar cálido para pasar la noche. Entro con mi amiga húngara. El burócrata 1 nos pide que dejemos las mochilas en casilleros a cambio de una chapita numerada. Burócrata 2 nos pide DNI o pasaporte argentino a cambio de papelitos con datos personales. Mi amiga con el pasaporte de su patria no puede ingresar. Hasta la vista, baby. Burócrata 3 me pide rellenar papelito a cambio de esperarlo 5 o más minutos para buscar libros de Soriano. Llega con uno, los otros dos “están siendo reparados”. Burócrata 4 (o fotocopiador), me dice que no puedo sacar el libro de la biblioteca; fotocopiarlo cuesta un par de centavos. Fin del capítulo primero. Lector, Ud. decida el género de este relato: realismo mágico, naturalismo o ciencia ficción.
Alcides López Vega
Canoga Park, CA
El patriota pide perdón
Sr. Director: Como hombre de bien que sabe reconocer sus errores, me veo en la obligación de comunicarme con usted para felicitar, a través de su prestigioso medio, a los muchos deportistas argentinos que en las últimas semanas se han destacado en diversas disciplinas. En el número de mayo, me había referido a ellos solicitando que se “abran las puertas de las cárceles para encerrar en ellas a los Basiles y a los Riquelmes (…) y a los golfistas que de tan ignotos ni el nombre me acuerdo (…) y encerrar a los boxeadores en una biblioteca…”. Hoy debo extender mi mano a ese crack llamado Riquelme, sacarme el sombrero ante el gigantesco logro del golfista Ángel Cabrera y abrir las puertas de las bibliotecas para que salga ese nuevo gran campeón Mini-mosca que es Juan Carlos Reveco.
La habilidad del “Topo Gigio” Riquelme frente a rivales tan encumbrados a nivel mundial como el poderoso Cúcuta colombiano
-sólo equiparable al Real Madrid a nivel continental- y el Gremio de Porto Alegre -basta decir que en sus filas milita uno de los mejores defensores argentinos de todos los tiempos, un exquisito con el balón e implacable a la hora de marcar, como lo es Rolando Schiavi- llevó a su equipo Boca Juniors a coronarse Campeón de América.
Cabrera, por su parte, se quedó con el torneo de golf de los Estados Unidos tras condenar a un segundo lugar al hasta entonces infalible Tiger Woods. No importa que el promocionado golfista estadounidense le pegara a la pelotita como con un bate de béisbol en reiteradas oportunidades y jugara uno de los peores partidos de su vida; problema de él. Fumando, con la tradicional parsimonia cordobesa y sobrando al “morocho” con una sonrisita pícara, Cabrera se alzó con la gloria, y sin dudas este triunfo será el primero de muchos, como sucedió con el tenista Gastón Gaudio luego de Roland Garros.
Y qué decir del boxeador Reveco, hoy ídolo en todo el mundo, luego de su hazaña de derrotar en el octavo round a ese legendario pegador que es el tailandés Nethra Sasiprapa.
Sin dudas se podría decir que las gloriosas épocas de Monzón parecen revivir con semejante logro.
¡Adelante deportistas argentinos! ¡Vamos la Blanquiceleste! ¡Qué no nos tiemblen las piernas a la hora de enfrentar a Bolivia en la final de la Copa América! Con el Coco Basile en el banco y Riquelme comandando el ataque argentino, el triunfo está casi asegurado.
Juan Manuel de Azcuénaga Etchegoyen
Marina del Rey, CA
Un fanático de los K
Señor Director: Luego de haber tomado la decisión de retirarme de vuestro correo de lectores por un tiempo para darle lugar a otros lectores a que vuelquen sus opiniones, debo reconocer que mes a mes el Sr. Kaderabek con sus notas me tentaba a volver a agarrar la computadora y escribirles una carta.
Yo me pregunto si el Sr. Kaderabek es muy inocente o es uno de esos peronistas que mientras esté un peronista en el poder se comen cualquier pescado podrido como bueno.
Este redactor, en sus últimas notas, parece un órgano de difusión del gobierno de “Tristán Kirchner”. Ha comprado toda la propaganda Kirchner y como él, sigue viendo a los malos en todos lados menos en la propia ineptitud del gobierno para gobernar un país.
Si tiene contacto con el “pingüino mayor”, hágale saber que después de cuatro años de gobierno con la inflación empezando a galopar y la crisis energética sólo comparable con la de la época de Alfonsín, ya no se puede buscar las culpas en el pasado: comiencen a buscarla en la impericia propia.
Pero lo que más me llamó la atención de este Sr. es que en el mes de abril trata al golpista presidente de Venezuela como un estadista. Sr. Kaderabek, siendo un hombre de prensa, me extraña que defienda a ese cuasi dictador que no tolera el disenso y cierra canales de información por ser opositores. Me parece que Ud. está tomando la pastillita equivocada. A todos los que piensan como Ud. en nuestro país les digo que una persona que atenta contra la democracia, como lo hizo Chávez, es repudiable aunque diga las cosas que a muchos les gusta oír. En el fondo, ese populismo demagógico que hoy impera en Venezuela es tan opresivo como tantos otros regímenes parecidos que tanto mal le han hecho a otras tantas regiones latinoamericanas.
Gracias por el espacio y felicitaciones por la excelente revista que nos ofrecen a todos los argentinos de aquí y allá.
Miguel Ruggieri
Daly, CA ®