Chistes contados por Luis M. Pescetti en sus conciertos:
Tan, tan, tan...
Era un niño tan feo, tan feo, tan feo, que venían los papás y le hacían cariños con una ramita...
Y era un niño tan feo, tan feo, tan feo, que a los dos meses aprendió a caminar solo porque nadie lo alzaba...
Y era un niño tan feo, tan feo, tan feo, que un día mandó su foto por correo electrónico y la detectó el antivirus...
Y era un príncipe tan feo, tan feo, tan feo, que la Cenicienta se fue a las 11 y media...
Y era un señor tan bajito, tan bajito, tan bajito, que si se subía los calcetines ya ni veía...
Y era una pareja tan gorda, tan gorda, tan gorda, que se casaron en dos iglesias diferentes...
Y era un tipo tan negativo que una vez se desmayó y en lugar de volver en sí volvió en no...
Y era un hombre tan adicto a los video juegos que cuando se murió, en la tumba le pusieron “Game over”...
En la parada de autobuses
Una señora estaba en la parada del autobus, cuando viene un hombre y le dice:
Oiga, ¿hace mucho que espera?
Y la señora le dice: ¡Yo nunca fui pera!
El chiste del viejito
Había una vez un señor que era muy viejito, muy viejito... y se murió. Esperen, ahí no terminó el chiste. Entonces fue al cielo, y esa vez le tocaba atender las puertas del cielo a Jesús. Estaba ahí Jesus con el Libro de los Muertos, un poco cansado, porque era uno de esos días en los que no pasa nada... Lo llama al viejito, abre el Libro de los Muertos y le pregunta:
-Bueno abuelo ¿Cómo es su nombre, por favor?
Y el viejito dice:
-La verdad que no me acuerdo...
-Bueno abuelo, dígame de qué zona era usted, y así lo podemos ubicar...
-La verdad que no me acuerdo...
-Y algún pariente, el nombre de algún amigo, así triangulamos y averiguamos su nombre...
-Uy, la verdad que no me acuerdo...
-Bueno abuelo, cualquier cosa que se acuerde, algún dato, algo que sirva...
-Bueno, lo único que me acuerdo es que yo fui carpintero y mi hijo fue muy famoso...
Imagínense, Jesús emocionado le dice:
-¡Papáaa!!
Y el viejito le dice:
¡Pinochooooo!!
En unas investigaciones sobre un robo, deciden hacer una rueda de sospechosos, para que la víctima reconozca quién fue el que lo asaltó.
Entonces ponen a varios sospechosos en una fila.
Y en cuanto la policía hace entrar a la víctima del robo, uno de los ladrones se pone a gritar:
- ¡¡Ése!! ¡¡es él!! ¡Lo reconocería en cualquier lugar!
La maestra reparte las notas, y Totó protesta:
- Señorita ¿por qué me aplaza a mí y le pone un "muy bueno" a mi compañero, si los dos tuvimos nueve preguntas iguales en el examen?
- Sí, Totó, la diferencia está en que tu compañero, en la décima pregunta contestó "no sé"… ¡y vos pusiste "yo tampoco"!
Venía con un pingüino debajo del brazo y se cruza con un amigo que le pregunta:
- ¡Totó! ¿De dónde sacaste ese pingüino?
- Lo encontré enfrente de casa.
- Lo que tenés que hacer es llevarlo al zoológico.
- Sí, tenés razón, chau.
Al tiempo, este amigo lo vuelve a encontrar… y seguía con el pingüino debajo del brazo:
- ¡Totó! ¿¡No te dije que lo llevaras al zoológico!?
- ¡Lo llevé y le encantó! ¡Ahora vamos al cine!
- Papá… ¿Me das dinero para un pobre hombre que grita en la calle?
- Sí, hijo, aquí tienes… ¿Y qué grita?
- ¡Helado, helado! ¡A los ricos helaaaados! †