Una historia sin fin
De la aftosa a la gripe aviar
Todos conocemos en mayor o menor medida lo que la palabra aftosa significa: sabemos que es un virus que ataca al ganado. Recientemente en la Argentina se volvió a hablar del tema y siempre que sale a la luz, las noticias no son buenas para nuestro país.
Pero ilustrémonos: ¿Qué es la fiebre aftosa?
Es una enfermedad viral sumamente contagiosa, que puede ser transmitida a través de partículas de polvo en el aire, pudiendo ser mortal para los cerdos, el ganado vacuno, las ovejas y las cabras. Las patas y boca de los animales infectados se ampollan, los animales se debilitan, tienen exceso de saliva y falta de apetito. En consecuencia pierden peso y disminuyen dramáticamente la producción de leche.
La segunda pregunta sería: ¿Se pueden recuperar los animales infectados?
Si; la fiebre aftosa no es necesariamente mortal. Hay en el mercado una vacuna actualmente disponible.
Y la tercera pregunta es: ¿Afecta la fiebre aftosa a los seres humanos?
No, la fiebre aftosa no afecta a los seres humanos (comprobado científicamente).
Haciendo un poco de revisionismo nos enteramos de que la fiebre aftosa fue por primera vez detectada en Argentina en 1870. O sea que hace 136 años que se detectó el primer brote de aftosa y aún no hemos logrado terminar con este flagelo. Algo pasa en nuestro país y la aftosa no es sino otro ejemplo de cómo dejamos cosas sin resolver.
Las culpas de por qué no se ha logrado aún una solución a un problema que tanto incide en nuestra economía tiene muchos nominados: podría decirse que el más culpable es el Estado Nacional, pero el Estado Nacional no está solo…
Me referiré particularmente a los últimos años para no aburrir, pero aseguro que todos los casos históricos tuvieron ribetes parecidos.
La propuesta es rastrear las causas del rebrote de aftosa en Argentina para poder entender y reflexionar cómo es que se desata otra crisis sanitaria que repercute tanto en la ganadería nacional como en la industria frigorífica. Sólo en términos de exportaciones, la Argentina perderá entre 250 y 500 millones de dólares anuales por el cierre de varios de sus mercados; las exportaciones de todo el 2005 por este concepto fueron de 1.400 millones.
En los últimos años hubo de todo: por ejemplo, en el gobierno de Menem, ante la primera evidencia de remisión de la fiebre se creyó haber terminado totalmente con ella y se dejó de vacunar, anunciándole al mundo (con el objetivo de ganar un par de nuevos mercados) que la Argentina era un país libre de aftosa.
Malos manejos y/o ocultamientos: en el año 2000, cuando el entonces gobierno de Fernando de la Rúa demoró varios meses en reconocer la presencia de aftosa en el ganado, provocando mayor difusión de la enfermedad por la demora en tomar los recaudos necesarios. El país perdió así sus nuevos clientes, más algunos viejos mercados. Estos son algunos de los sucesos que pusieron al país en la difícil encrucijada de volver a empezar y, fundamentalmente, recobrar la confianza perdida ante los mercados que se cerraron.
Se creía que se había aprendido algo de los errores del pasado, pero no, gobierno y empresas no aprenden. En los últimos días se encontró un nuevo foco de aftosa, esta vez en la provincia de Corrientes, en donde el foco principal se halló en la estancia del hijo del ex gobernador de la provincia, Romero Feris. Resalto este parentesco porque como en otros de los flagelos que nos afectan, en este caso también la impunidad está presente.
Luego de la crisis de la aftosa en el gobierno de De la Rua, se habló de planes, campañas, hasta de políticas de estado para terminar con la aftosa; por lo visto nada pasó. Lo más triste del caso es que hay muchos culpables, pero como ocurre en la mayoría de las veces quizá jamás se sepa a ciencia cierta quienes son.
En el caso de Corrientes, lo que sí podemos saber es que hay culpas compartidas: por un lado, el Estado representado por SENASA. Según se sabe, este ente en diciembre había calificado a Corrientes como libre de aftosa, pero luego de revisar de los animales se demostró que muchos de ellos tenían más de dos meses de estar enfermos.
Según denuncias de ganaderos, el personal del SENASA no aplica en forma correcta las vacunas y por eso las mismas, en lugar de llegar a la corriente sanguínea, se enquistan en el cuero del animal.
Por otro lado, los inspectores del SENASA sólo vacunan a los animales que el ganadero le provee, no fiscaliza para ver si hay más ganado. Otra de las denuncias hechas contra el SENASA es que tienen vacunas vencidas o truchas. Hasta aquí las culpas del Estado.
Por el lado de los privados, muchos ganaderos, con el fin de pagar menos impuestos, no declaran su ganado totalmente, por lo que el SENASA tiene un número diferente de animales vacunados de los que realmente un establecimiento posee.
Por último, un caso que es realmente preocupante (porque ya pasó cuando se desató la crisis en el gobierno de la Alianza), es el contrabando de animales de países vecinos, principalmente Paraguay, que tienen brotes severos de aftosa. Esto lo hacen porque los animales son más baratos en el país vecino que en el nuestro. Eso demuestra también la inseguridad de las fronteras de nuestro país: pasan por las fronteras 300 ó 400 vacas y nadie se entera.
El tema de la aftosa y los años que llevamos sufriendo por el flagelo, me hacen pensar qué pasaría con la gripe aviar en nuestro país, porque esto sí que sería grave, ya que esta enfermedad sí afecta al hombre.
La gripe aviar ataca principalmente a las aves silvestres y de corral, pero ya se han muerto 90 personas por esto. En muchos países ya se teme una epidemia que mataría a millones de personas.
El SENASA - otra vez el SENASA - declaró que la Argentina es reconocida mundialmente como libre de la enfermedad aviaria. ¿Pero es creíble el SENASA? Imagínense que llegue la gripe aviar a la Argentina y el SENASA lo reconoce dos meses después. ¿Cuánta gente se moriría en el camino? Aparte, con lo seguras que son nuestras fronteras, ¿quién se atrevería a asegurar que nadie va a pasar sin un pollo o un pato enfermo? Sin olvidarnos que la Argentina, pese a estar lejos de los focos peligrosos, recibe todos los años, a partir de la primavera, miles de aves migratorias de diferentes lugares del planeta. ¿Estamos preparados para evitar la epidemia? ¿Tenemos equipos y personal hospitalario para contrarrestarla?
En las últimas crisis de enfermedades provenientes de animales, la Argentina ha tenido suerte dispar. Por ejemplo, en el caso de la “vaca loca” hemos zafado, y digo zafado porque en nuestro país todo tiene que ver más con la suerte que con políticas de estado para evitar enfermedades. Nunca sabremos qué hubiera pasado si el mal de la vaca loca se hubiera dado en países limítrofes al nuestro y no en Inglaterra y otros países de Europa. Porque desgraciadamente en la Argentina es así: todo depende de las ganas del inspector de turno de fiscalizar las cosas como corresponde, si le dan o no unos dinerillos para que haga la vista gorda, si las leyes se hacen cumplir o no, si el guarda de aduana va a revisar o no a las personas que llegan o se van del país, o si el Estado tiene ganas o no de controlar las fronteras.
De la aftosa no hemos zafado. La pregunta final es ¿Zafaremos de la gripe aviar? Ø