¿Cuatro años más del Piojo López?
¡¡¡Noooooo!!!
A principios de febrero nos visitó la Selección Argentina de Fútbol. Vino a Los Angeles a disputar un partido amistoso contra la de México. Se jugó el día cuatro en el Coliseo. En un encuentro parejo y muy disputado, Argentina ganó 1 a 0 con un gol que se podría adjudicar a Gonzalo Rodríguez, el defensor también seleccionado entre los menores de 20 años.
Lo interesante es que el equipo estuvo integrado por jugadores que (todavía) juegan en el campeonato argentino. Igual que contra Estados Unidos unos días más tarde el sábado 8 de febrero, si bien el equipo no brilló, ganaron 1-0 y los muchachos empaparon sus camisetas dejando en claro su voluntad de ganarse un puesto en la selección nacional.
Sacate el buzo de Versace que ahora entrás
De ese grupo, Marcelo Bielsa sólo llevó a Lucho González para sumarlo al plantel de “europeos” que el miércoles 12 de febrero perdió 1 a 0 ante Holanda. Participaron mayormente los mismos que decepcionaron en el mundial de 2002. Allí hubo poco de interesante y mucho de desesperante. No sirve ampararse en la excusa del amistoso para no entregarse por completo cuando se representa al país, como sí lo hicieron los que viajaron a Honduras y Estados Unidos. Es triste ver cómo el conformismo y la distancia hacen desvanecer talentos que hasta hace poco nos deslumbraban.
Curiosamente, en los mundiales que Argentina fue campeón (Argentina ‘78 y México ‘86), la mayoría de los jugadores jugaba en equipos argentinos. En el '78, el único que vino de Europa fue Mario Kempes (Valencia). Todos los demás (Fillol, Olguín, Passarella, Galván, Tarantini, Gallego, Ardiles, Bertoni, Luque, Larrossa, etc.) jugaban en Argentina. Entre los titulares y suplentes que lograron el título en México '86, sólo llegaron de Europa Maradona (Nápoli), Burruchaga (Nantes), Valdano (Real Madrid) y Pasculli (Lecce). Pumpido, Garré, Brown, Ruggieri, Cucciuffo, Clausen, Guisti y Batista jugaban en Argentina.
Rascate la cabeza
Dudo que la necedad y la arrogancia de Bielsa (manifestada sin atenuantes en la conferencia de prensa a la que tuve la fortuna de asistir) le permitan realizar algún revisionismo histórico. Esto podría proveerle las ideas que en este momento nadie parece tener, sobretodo los jugadores. Por ejemplo, aplicar una buena dosis de piojicida para terminar con las liendres que deambulan por su cabeza.
Mejor aún. Que nuestras estrellas que brillan en Europa regresen a jugar al fútbol argentino. Tal vez así pierdan su achanchamiento burgués y recuperen el orgullo y la humildad que corresponde a quienes tienen el privilegio de vestir la celeste y blanca. Ø