Diversión en la noche
Un matrimonio dormía plácidamente a las 3 de la madrugada cuando unos salvajes golpes en la puerta lo apartaron de los brazos de Morfeo. El hombre, todavía entre sueños, refunfuñó:
-Yo no me levanto- y se cubrió por completo con las cobijas para tratar de volver a dormir. Los golpes se vuelven a escuchar, solo que ahora con mayor insistencia.
La esposa, con el sueño espantado, preguntó con preocupación:
-¿No vas a ver quién es?
El hombre, con tal de complacer a su mujer, saltó de la cama, bajó las escaleras y en la puerta gritó:
-¿Quién es?
-¡¡¡¡Soy yo, Daniel!!!!, ¡Hic! -dijo una voz casi ininteligible y entrecortada por el hipo, y siguió: -Vecino, hic, por favor, ¿me podría dar un empujoncito? ¡Hic!
-¡No! ¡No me moleste! ¡Son casi las 3 de la mañana! ¡Cómo es posible que despierte a la gente con sus impertinencias! - tras lo cual azotó la puerta.
Cuando volvió a su habitación le contó a su esposa lo ocurrido, y ésta le reprocha:
-¡Parece mentira! ¿Cómo pudiste hacerle eso? ¿Ya se te olvidó aquella noche en la que estaba cayendo un tremendo aguacero y el coche se nos descompuso? Él amablemente se ofreció para ir por los niños a casa de mi mamá. ¿Qué hubieras sentido si ese día él hubiera reaccionado con nosotros de la misma forma que vos ahora?
-Pero está borracho...!
-¡Eso no tiene nada que ver con que hoy te necesite! ¡Debería darte pena!
El hombre comenzó a sentir remordimientos, por lo que se vistió, bajó otra vez las escaleras y fue a buscar a su vecino al jardín, pero como estaba muy oscuro y lloviendo y no lo podía ver, gritó:
-Vecinooooooo! ¿Todavía necesita el empujón?
-¡Por favoooor! ¡Hic!
-Oiga, pero, ¡dónde está, que no lo veo!
-¡Aquí!... ¡Hic, hic! ¡En el columpioooooo!
Roja sangre
Un vampiro llega con toda la boca rebosante de sangre a donde estaba otro, y éste le dice:
-Dime, ¿Dónde conseguiste toda esa rica sangre?
El otro le respondió:
-¿Ves ese muro de concreto armado que está allí?
-¡Sí!
-¡Pues, yo no lo vi!
Un remedio que puede fallar
Un muchacho se gradúa de médico y el padre le regala un auto.
Para estrenarlo se va solo a recorrer el norte del país.
Llega a un pueblito y va a la estación de servicio a cargar combustible.
La estación estaba vacía. Toca bocina y aparece un muchachito que le informa:
- Señor, no lo va a atender nadie, se murió la hija del patrón y están todos en el velorio.
El muchacho piensa, "Pero que macana, y ahora ¿qué hago??"
Decide ir al velorio a ver si podía convencer al dueño de que le venda combustible. Se acerca al cajón y ve algo raro.
Llama al padre de la muerta y le dice:
-Mire, sé que puede ser incómodo lo que le voy a decir, soy médico y esta mujer no está muerta, está en estado catatónico. Y a continuación le pregunta:
-¿Tiene novio la chica?
-Si, dice el padre.
Entonces el doctor dice:
-Bueno, que lleven el cuerpo a una habitación y el novio que le haga el amor.
-¿En serio, doctor? -dice el padre entre avergonzado y con esperanzas.
- Sí, llévenla a la habitación y que el novio le haga el amor intensamente.
El novio se lleva a la semi muerta, le hace el amor durante una noche y la joven efectivamente despierta.
La chica volvió en sí muy animada. Todos festejan, le llenan el tanque de gasolina al auto del doctor y este sigue su viaje más al norte.
Después de varios días, el médico de regreso vuelve a pasar por el pueblo y va a ver como estaba la chica, a saludar a la simpática gente y cargar gasolina, seguramente gratis otra vez.
Va a la estación de servicio y toca bocina, y aparece el mismo muchachito:
- Doctor, menos mal que volvió, hace una semana se murió Don Zoilo, ¿por qué no lo revisa? Ya le hizo la prueba medio pueblo y todavía no lo pueden resucitar.
Moraleja: La misma medicina no sirve igual a todos. Y sobre todo...no se automedique.
El diablo sabe por diablo
En Florida, un hombre ya mayor, era propietario desde hacía bastante tiempo, de un rancho de gran tamaño. Detrás de la casa tenía una laguna, alrededor de la cual había mesas de picnic, juegos diversos, una cancha de vóleibol y una buena cantidad de árboles de manzana y duraznos. La laguna estaba bien cuidada y era apta para nadar.
Una noche, el anciano, después de varios días, decidió bajar a su laguna y echarle un vistazo. Tomó un recipiente de unos cinco galones de capacidad para traer algo de agua. A medida que se acercaba a la laguna, escuchó voces y risas muy fuertes, que denotaban mucha alegría. Al llegar, vio que era un grupo de jovencitas bañándose totalmente desnudas en su laguna.
Hizo notar su presencia a las mujeres y todas se fueron nadando a la parte más honda. Una de las mujeres le gritó:
-¡No saldremos hasta que usted se vaya!
El anciano frunció el ceño y les contestó:
-Señoritas, no he venido a verlas nadar desnudas ni a obligarlas a salir desnudas de la laguna.
Mostrando en alto el recipiente como para hacer creer que tenía comida, continuó,
-Sólo he venido a darle de comer a mi cocodrilo. ¤