El reino de los eufemismos

Los eufemismos llevan al aumento de las desdichas que padecen cotidianamente los argentinos, y que conducen al país hacia el abismo, que aparenta ser un gran agujero negro espacial que chupa la energía, los sueños y las esperanzas de millones de habitantes del país.

   La situación económica y social no podría ser peor. Para empezar, actualmente eArgentina padece la inflación más alta del mundo, tan descontrolada que no existen precios fijos. Nadie sabe lo que cuestan las cosas, ni siquiera alimentos básicos como carne, pan, aceite, arroz, harinas, o pollo. La distorsión de precios es tan fenomenal que exactamente los mismos productos pueden tener costos con una diferencia de hasta un 30% (en más o en menos) en comercios ubicados en una misma cuadra. Ante esto, los consumidores, desconcertados, no saben cómo reaccionar, ya que el descalabro económico es monumental. Por eso, nadie puede saber si un comerciante remarcó exageradamente su stock o si otro no tuvo tiempo de actualizar la nueva lista de precios. 

   Desde hace demasiado tiempo, en el país no hay precios de referencia.

 

 

   La única certeza es que todo aumenta, menos los salarios. Y como los aumentos de todos los productos y servicios que ya fueron anunciados son enormes, los funcionarios y políticos intentan disimular lo que se avecina… apelando a eufemismos. 

   Como no hay nada nuevo bajo el sol, se recurre a fórmulas infantiles que fueron utilizadas hace años. Allá por el año 2006, el entonces ministro de Seguridad Aníbal Fernández dijo que la “inseguridad era una sensación” ante la ola imparable de homicidios en ocasión de robo. Dicho sea de paso, Fernández es hoy otra vez el ministro de Seguridad. Los robos y homicidios aumentaron sin pausa, pero ahora ni siquiera se atreve a decir eso. Directamente ni menciona el tema.

   En agosto, durante una conferencia de prensa donde se anunciaban los enormes aumentos de las tarifas de luz, agua y gas, Malena Galmarini, titular de la empresa de Agua y Saneamientos Argentinos (AySA) y esposa del actual superministro de Economía Sergio Massa, dijo que en realidad las nuevas tarifas no aumentaban. Según su visión, solo se trataba de una “redistribución de subsidios”. Eso sería válido si se tratara de un juego de suma cero donde la cantidad final no varía. Pero la verdad es que ya se pronostican más de 40 mil millones de pesos de ahorro en subsidios para lo que resta del año y más de 400 mil millones para el próximo. Por lo tanto, se trata de un aumento descomunal de las tarifas para la población nacional, y en particular para los 15 millones que residen en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), que incluye la Ciudad de Buenos Aires y a unos 40 municipios de la provincia de Buenos Aires.

 

 

   Matías Tombolini, nuevo secretario de Comercio, dijo que los supuestos aumentos de los precios de los alimentos no son tales, que solo son “una percepción”. Por su parte, la vocera presidencial el 11 de agosto pasado, dijo muy contenta que en la sociedad argentina había una “sensación de estabilización”. 

   Estos son solo algunos ejemplos de los creativos eufemismos que pronuncian diariamente los que conducen los destinos del país para ocultar la cruel realidad: que a los argentinos solo nos espera más sangre, sudor, hambre, lágrimas, inseguridad y penurias. Lo peor es que ni siquiera existe la posibilidad de creer en milagros, porque ya fueron firmados acuerdos con organismos internacionales para reordenar las cuentas públicas, lo que implica, en términos reales, salarios más bajos junto a un aumento descomunal de todos los productos y servicios. 

 

 

   Este año, el país exportó más que nunca, produciendo un récord absoluto de ingresos en dólares, fundamentalmente debido al aumento de los precios de los commodities luego de la invasión de Rusia a Ucrania. Pero como Argentina es deficitaria en gas, tecnología, y materiales industriales, casi todo ese dinero se gastó en importaciones. En términos reales, durante el primer semestre del 2022, las exportaciones fueron de USD 44.377 millones, mientras que las importaciones alcanzaron la cifra de USD 41.284 millones. En principio, la balanza del primer semestre tuvo un superávit de unos USD 3.093 millones. Pero eso, lamentablemente, solo fue una “sensación”, porque el Banco Central no tiene dólares en sus reservas. Nada. 

   Tan grave es la situación, que a fines de agosto pasado Sergio Massa viajó a los Estados Unidos para pasar la gorra con el fin de conseguir algunos millones de billetes verdes. Al no haber dólares en el Banco Central, no se pueden comprar insumos básicos en el exterior, y, por lo tanto, poco a poco se va paralizando toda la actividad productiva nacional.

Como la utilización de eufemismos está a la orden del día, aquí van algunos nuevos para la felicidad y tranquilidad del sufriente pueblo argentino.

 

· Estados Unidos no es un país más desarrollado que la Argentina, esa es una gran mentira. Solo es “una sensación”. 

 

· Creer que Alemania posee más riqueza y tecnología que el país del tango y la carne es, definitivamente, “una distorsión de los sentidos”. 

 

· Pensar que Corea del Sur fabrica mejores teléfonos celulares y televisores que los ensamblados en Tierra del Fuego “se debe a una caótica deformación de la comprensión de la realidad tecnológica”.

 

   Parafraseando al genial Groucho Marx, podría decirse: “Estos son mis eufemismos; si no le gustan, tengo otros”.¤