Acaba de finalizar un verano en llamas. La Tierra ha estado enviando claros mensajes desde hace años, pero aun frente a la incontrastable evidencia que muestran las temperaturas promedio elevándose sin pausa, los glaciares derritiéndose, especies animales extinguiéndose a diario, y colosales incendios ardiendo sin control en varias partes del mundo, los humanos, o al menos muchos de los que pueden enderezar el rumbo hacia la inminente destrucción de nuestro medio ambiente, se niegan a escuchar, o miran para otro lado.
El mes pasado, informábamos en esta revista que el calor había superado los 129 grados F en el Valle de la Muerte, y hasta en el Polo Norte la gente se paseaba en shorts y ojotas, como si estuviesen en alguna playa cubana o en la peatonal de Las Vegas. En la otrora gélida Siberia rusa la temperatura alcanzó los 100 grados F, y en Colorado se registró un fenómeno absurdo, cuando en apenas una semana el clima pasó de registrar 90 grados F a una intensa nevada.
Desde 1999, la plataforma de hielo en el Ártico ha perdido 62 millas cuadradas, un área casi el doble que Manhattan, Nueva York. El año pasado nos apiadábamos de los colosales incendios en Australia y en la amazonia brasileña. Este año le tocó al pantanal brasileño, el humedal más grande del planeta, que está siendo devorado por las llamas. Al cierre de esta edición, los incendios habían consumido más del 20% del pantanal.
En nuestra California se desataron cinco de los 10 más grandes incendios de la historia del estado, sufriendo olas de calor verdaderamente infernales. En el vecino estado de Oregon, arden unos 500 mil acres de bosque al año; el mes pasado, los incendios consumieron 1 millón en tan solo una semana, y hasta alcanzaron zonas urbanas destruyendo todo a su paso. Las sequías se hacen cada vez más intensas y duraderas, las olas de calor cada vez más pronunciadas.
El presidente Donald Trump, luego de mantenerse en silencio por semanas sobre los catastróficos incendios que azotan aun la costa oeste del país, decidió visitar California, pero su paso por aquí nos dejó más preocupación que esperanzas. Tanto Trump como varios de sus colegas republicanos culparon a la mala gestión forestal de los estados y negaron que el cambio climático tenga algo que ver.
“Cuando los árboles se caen, después de un corto período de tiempo, unos 18 meses, se vuelven muy secos. Se vuelven realmente como un fósforo... Simplemente explotan”, declaró, generando burlas en las redes sociales del mundo. En cuanto al cambio climático, declaró que el clima se va a enfriar, que los científicos en realidad no lo saben. El desprecio de Trump por la ciencia no es nada nuevo, pero esta vez se pegó un tiro en el pie, ya que en nuestro estado solo el 3% de los 33 millones de acres de bosques están bajo la responsabilidad del estado, mientras que el 57% es federal (el resto es gestionado por privados). Los bosques bajo responsabilidad federal dependen del U.S. Forest Service or federal Bureau of Land Management. Es decir, están bajo SU responsabilidad.
Vivimos tiempos de cambios, tiempos extremos, de urgencias. Por primera vez en sus 175 años de historia, la prestigiosa revista Scientific American decidió apoyar a un candidato a la presidencia del país. “Este año nos vemos obligados a hacerlo, y no lo hacemos a la ligera”, advierten en su editorial. No nos vamos a extender aquí sobre las razones por la que la Scientific American, así como la inmensa mayoría de los científicos del país apoyan la candidatura del demócrata Joe Biden, pero es digno de mención.
El humo de los incendios sigue aun opacando los cielos californianos, pero en esta editorial queremos remarcar un hecho positivo, que nos llena de esperanza hacia el futuro y de cierto orgullo, hay que admitir, por ubicarnos a la vanguardia del país, y de buena parte del mundo.
El gobernador Gavin Newsom firmó en septiembre una orden ejecutiva que prohíbe la venta de vehículos motorizados a base de combustibles fósiles a partir del año 2035. A partir de allí, todos los autos fabricados aquí deberán ser eléctricos o no generar emisiones. Ya estaremos hablando sobre los detalles de esta medida, pero nos parece un primer paso ejemplar hacia el cuidado y restauración del medio ambiente, y esperamos que otros estados se sumen a California, la quinta potencia mundial, si fuese un país.
Entre tanto humo, esta medida da para celebrar y pensar que no todo está perdido. ¤