El dilema argentino: vender alimentos o comer

El dilema argentino: vender alimentos o comer

Durante décadas a los argentinos se les dijo que la Argentina era el granero del mundo, y que nuestro país se podría definir como un gran productor de alimentos, que millones de personas en todo el mundo consumían, extasiadas, los extraordinarios productos salidos de nuestro fértil suelo pampeano. Se les dijo que nuestra carne era insuperable, que nuestros granos eran los mejores, y que hasta los peces de nuestro litoral eran manjares únicos.

En los últimos años, sin embargo, esta imagen idílica, de gran país productor de alimentos y en cantidades infinitas, ha sufrido un grave revés, porque en estos momentos el principal tema que se discute en los equipos de trabajo del presidente electo Alberto Fernández es el hambre.
El presidente Mauricio Macri había prometido “pobreza cero”, pero como su política económica arrojó a millones de argentinos a la pobreza e indigencia ese slogan transmutó a “hambre cero”, ya que actualmente el hambre de los argentinos es la principal preocupación del país, dado que ahora son millones los compatriotas que padecen hambre. Millones de personas en nuestro país se van a dormir sin cenar, y para colmo, durante el día tampoco se alimentan adecuadamente. La pregunta obligada es: ¿Cómo es posible que en el granero del mundo los ciudadanos padezcan hambre? La única respuesta a ese interrogante es simple: la política neoliberal de Macri priorizó la producción y exportaciones del país. En estos últimos cuatro años se destruyeron cientos de miles de puestos de trabajo, especialmente de industriales, de grandes y pequeñas empresas que elaboraban productos manufacturados.

“En estos últimos cuatro años se destruyeron cientos de miles de puestos de trabajo, especialmente de industriales, de grandes y pequeñas empresas que elaboraban productos manufacturados”

La argentina en los últimos años se transformó en un país que vende principalmente materias primas sin procesar, fundamentalmente alimentos y commodities. Un reciente informe del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) lo exhibe claramente:
“En octubre de 2019, las exportaciones alcanzaron 5.889 millones de dólares y las importaciones, 4.121 millones de dólares. El intercambio comercial (exportaciones más importaciones) disminuyó 4,4% en relación a igual período del año anterior y alcanzó un valor de 10.010 millones de dólares. La balanza comercial registró un superávit comercial de 1.768 millones de dólares. Las exportaciones en octubre aumentaron 9,1% (491 millones de dólares) respecto a igual mes de 2018, debido principalmente a la suba en cantidades de 13%, ya que los precios cayeron 3,5%. En octubre, las exportaciones de productos primarios y manufacturas de origen agropecuario (MOA) subieron de manera interanual 45,5% y 10,0%, respectivamente, mientras que las de manufacturas de origen industrial (MOI) y combustibles y energía cayeron 10% y 8,5%, respectivamente”.
Las exportaciones de productos primarios y manufacturas de origen agropecuario (MOA) aumentaron más de un 45% interanual y sus precios bajaron. Traducido, los alimentos se exportan en mayor cantidad y a precios depreciados, de menos valor.

“O los argentinos se alimentan como corresponde o sufren hambre vendiendo su comida a otros países. Y esto último es lo que decidió el gobierno saliente”

Este frío balance explica sencillamente el por qué el hambre se acrecentó exponencialmente en la población argentina.
Dado que los alimentos básicos de extrema necesidad se venden al exterior, los argentinos no tienen dinero, ni siquiera la oportunidad de comprarlos, porque su valor se cotiza en dólares. Esa es la razón por la cual el valor del dólar está íntimamente relacionado con los precios internos de la comida. Como la cantidad de alimentos que produce el país es finita y es casi lo único que se exporta, el gran dilema del país es: o los argentinos se alimentan como corresponde o sufren hambre vendiendo su comida a otros países. Y esto último es lo que decidió el gobierno saliente.

Las arduas e inútiles gestiones comerciales

En febrero de este año, el presidente Macri visitó Vietnam para acrecentar el intercambio comercial. Con su mirada peculiar, el presidente (nacido en cuna de oro) se alegró del interés del país asiático en comprar productos argentinos. “Vengo con altas expectativas, a aumentar el comercio entre las dos naciones y a consolidar el mercado de aquellos productos que ya están en marcha”, declaró Macri en esa oportunidad. “Vietnam necesita cada vez más alimentos y queremos ayudar a que los produzcan”, agregó. Después de firmar varios convenios bilaterales, el presidente del país asiático aseguró que instruirá a los organismos correspondientes para que se apruebe el ingreso de naranjas, pomelos, mandarinas y limones de Argentina. Macri también destacó el interés de los productores de nuestro país para exportar carne de cerdo, caballos y vacunos “en pie”, aceite de pescado, carne de vaca congelada, cerezas, arándanos, semillas de tomates, harina de soja y leche en polvo. Una vez más, la insensibilidad de nuestros políticos quedó al descubierto públicamente. Sin sonrojarse con estas frases, el presidente Macri expresó que el país optó por exportar los alimentos que deberían comer los argentinos, y también demostró su falta de capacidad para negociar, ya que nosotros exportaremos alimentos mientras que los vietnamitas nos venderán textiles, indumentaria, electrodomésticos, cerámicas y productos del mar. Todos productos elaborados. Dicho sea de paso, este cronista acaba de adquirir durante este pasado mes de noviembre unas zapatillas fabricadas en Vietnam que costaron el equivalente a diez kilos de lomo de la mejor calidad.

Esta política de exportar alimentos y comprar tecnología o productos elaborados no es una excepción. A finales de 2018 sucedió algo similar. En esa oportunidad se acordó con China que ellos nos venderán tecnología de punta y productos industriales, mientras que, de acuerdo a los comunicados oficiales, los argentinos le venderán al gigante asiático “Por primera vez, y tras arduas gestiones que comenzaron en 2012… cerezas”. ¤

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