La población argentina está angustiada, triste, desesperanzada. El presente es oscuro. Solo se ven privaciones y miserias. Reina la incertidumbre, puesto que la inflación aumenta sin cesar, los sueldos no alcanzan y no existen precios fijos. Nadie sabe qué pasará mañana.
La desocupación y la miseria avanzan a toda máquina en Argentina. Cada mes cierran cientos de empresas y negocios, y los economistas predicen que el caos económico llegó para quedarse. Y lo peor está por venir. Ni el más optimista de los ciudadanos racionales de la Argentina podría afirmar con certeza que “hay luz al final del túnel”. Solo los fanáticos o los talibanes vernáculos se atreverían a tamaño disparate. El túnel se muestra cada día mucho más oscuro.
El espanto de hoy y mañana
A pesar de que el presente es espantoso y el futuro se presenta aun peor, el presidente Mauricio Macri repite, como un mantra, que este es el único camino. Ya no se atreve a reiterar, como lo hizo durante los primeros tres años de su presidencia, que “lo peor ya pasó”. Ni siquiera eso.
Pero si alguien sensato le preguntara al presidente ¿camino hacia dónde?, la respuesta política sería hacia un país mejor. Pero la verdadera, la inevitable, sería… hacia el abismo. A un país más bananero, primario, agrario, colonial. Y esto es real, porque de hecho ya no existe la soberanía económica. Todas las medidas económicas que padecen los argentinos provienen del Fondo Monetario Internacional, a la luz del día y sin anestesia.
El actual gobierno de Cambiemos se presentó como una alternativa a la irracionalidad y corrupción de los anteriores gobiernos peronistas de distinto tinte, menemistas y kirchneristas, y de hecho muchos lo votamos con esperanza. Cuando asumió la presidencia, el ingeniero Macri dijo que había armado el mejor equipo de ministros de los últimos cincuenta años. Bueno, llegando al final de su mandato, lo que queda de ese equipo solo demostró ineptitud, incapacidad e inoperancia. Lo único que conservan es una intensa soberbia.
Salarios y jubilaciones en caída libre
La crueldad e indiferencia extrema demostrada por el gobierno de Cambiemos hacia los jubilados y pensionados, por ejemplo, solo es comparable a las leyes más crueles de las dictaduras militares que asolaron el país. El actual gobierno modificó el índice de actualización de los sueldos de los abuelos con la excusa que iban a mejorar, pero la verdad es que les hizo perder más de la mitad de su capacidad de compra, condenándolos a una muerte por inanición o enfermedad, porque ante el aumento desmesurado de alimentos, medicamentos y servicios públicos, los jubilados no pueden comer como debieran ni comprar todos los medicamentos que necesitan.
Las cifras oficiales no lo desmienten. El salario mínimo jubilatorio a diciembre de 2015 era de $6.060, unos 621 dólares. Actualmente este ingreso es de $10.400 pero, con un dólar a $42,90 según las cifras del Banco Nación, la jubilación mínima equivale a 242 dólares. De este modo, en menos de tres años el sueldo de los jubilados perdió 379 dólares por las sucesivas devaluaciones durante el gobierno de Cambiemos. Más de la mitad. Y el FMI quiere rebajarlo aún más, según se desprende en un documento técnico del organismo publicado en enero de 2019 titulado “El futuro del ahorro: el rol del diseño de los sistemas de pensiones en un mundo que envejece”. Por eso, todo indica que lo peor está por venir.
Además, en pocos meses la población angustiada tendrá que elegir entre el mal menor: los viejos corruptos y los actuales inútiles.
Algunos optimistas esgrimen que no todo es tan sombrío como parece, dado que existe una leve esperanza: la “tercera posición” a la que denominaron “peronismo racional”. Es difícil creerles porque están hablando de algo que, como los unicornios, nunca se vio en la realidad.¤