Una escapada a la Chicago Argentina
Rosario, la ciudad que alguna vez fue apodada la “Chicago Argentina”, está situada en el sureste de la provincia de Santa Fe, en las márgenes del río Paraná y es la tercera ciudad más poblada del país, solo superada por Buenos Aires y Córdoba.
Cuna de grandes personalidades, de Rosario salieron el “negro” Roberto Fontanarrosa, Fito Páez, Juan Carlos Baglietto, Silvina Garré, el “negro” Alberto Olmedo, Libertad Lamarque, Lionel Messi, Angelito di María, Marcelo Bielsa, Luciana Aymar, Antonio Berni, y el “Che” Guevara, (que en esta ciudad no era el Che, sino Ernesto Guevara Lynch), entre muchos otros.
La ciudad invita a largas caminatas. Por la Av. Oroño, donde todavía se erigen antiguas mansiones y sobrevuelan fantasmas del pasado.
Por el Parque Independencia, el parque donde los domingos comparten su pasión los “leprosos” de Newell’s Old Boys y donde se encuentra el Hipódromo, la Sociedad Rural de Rosario, el Estadio Municipal y el Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino, donde se exhiben una destacada colección de obras europeas y argentinas.
Por la larga costanera del centro, donde con muy buen criterio de la municipalidad, dejó de darle la espalda al río Paraná, y se parquizó una extensa zona, ideal para matear o hacer actividades físicas.
Por la costanera del balneario La Florida, con sus playas de arena, al norte de la ciudad, pasando por el puerto, donde se impone el gran estadio de los “canallas” de Rosario Central.
Por las peatonales Córdoba y San Martín, si uno quiere hacer compras o conocer la City rosarina, y de paso visitar el café El Cairo, donde se reunía Fontanarrosa con “la mesa de los galanes”, y donde el escritor hoy está presente en una estatua muy bien lograda, existiendo una mesa en su honor frente a la caja.
Arquitectura, naturaleza y actividades
Rosario, por su oferta gastronómica, los amplios parques y su vida nocturna, nos invita a una miniescapada turística, para recorrerla y admirarla. Levantando la vista veremos, pese a los edificios modernos, innumerables cúpulas, hermosas obras arquitectónicas, como la Catedral y el palacio municipal, la terminal de ómnibus, el edificio de la bolsa de comercio, los viejos edificios de la antigua aduana y los galpones portuarios, hoy reciclados para otras actividades.
El río Paraná nos invita a actividades náuticas de todo tipo, un paseo en lancha, o a hacernos una escapada hacia las islas frente a la ciudad, donde en los distintos paradores podremos tener un día de playa en verano, o un picnic en invierno.
Algunos sitios importantes para visitar son el Centro Cultural Parque España; el Museo de Arte Contemporáneo; el Museo Histórico provincial de Rosario, Dr. Julio Marc; el Planetario ciudad de Rosario; el barrio Pichicha, donde todavía se encuentra la casa de Alberto Olmedo y una estatua del actor sentado en un banco de plaza; el puente Nuestra Señora del Rosario, que une esta ciudad con la vecina ciudad entrerriana de Victoria; y el City Center Rosario, que cuenta con casino, centro de convenciones, hotel, MOI spa, espacios gastronómicos, bowling y locales comerciales. Para los amantes de Los Beatles, una visita obligada es el bar Beatmemo, en la esquina de la Av. Oroño y Güemes. Este bar estilo británico es un santuario y museo vivo del grupo inglés, que cuenta con una visita guiada con un experto en el tema Beatle, buena gastronomía y shows en vivo.
“Rosario nos remite a sucesos históricos. Su ícono máximo, el imponente Monumento a la Bandera, visita obligada para quienes van por primera vez a Rosario, ocupa el lugar donde en 1812 Manuel Belgrano izó por primera vez la bandera argentina”
El monumento a la Bandera
Rosario nos remite a sucesos históricos. Su ícono máximo, el imponente Monumento a la Bandera, visita obligada para quienes van por primera vez a Rosario, ocupa el lugar donde en 1812 Manuel Belgrano izó por primera vez la bandera argentina. Esta obra de 10.000 metros cuadrados, revestida de mármol travertino, representa a la Patria como una nave imaginaria que avanza hacia el futuro por el mar de la eternidad; su diseño apunta hacia el Río Paraná. El proyecto es de los arquitectos Ángel Guido y Alejandro Bustillo, junto a los escultores Alfredo Bigatti y José Fioravanti.
Erigido como el primer ensayo en Latinoamérica del renacimiento de la arquitectura monumental, comenzó a construirse en 1943 y se inauguró el 20 de junio de 1957. La torre, de casi 70 mts. de altura, rodeada por el sol incaico y los puntos cardinales, rememora la Gesta de Mayo de 1810. Debajo se ubica la Cripta dedicada al General Manuel Belgrano. Desde allí se puede ascender al Mirador de la Torre y obtener una vista panorámica de la ciudad y el río. El Propileo, simboliza a la nación jurídicamente organizada a partir de la sanción de la Constitución de 1853. En los muros externos del Propileo Triunfal de la Patria se pueden leer frases del himno nacional argentino. En el centro, bajo la Llama Votiva que permanece encendida como homenaje a quienes dan la vida por la patria, se encuentra la urna con los restos del soldado desconocido. En las galerías laterales se sitúan cuatro esculturas que representan a las distintas etapas de la Gran patria americana: América Indígena, América colonial, América constitucional y América futura. El patio cívico, con su monumental escalinata, sugiere el esfuerzo realizado para organizar el Estado. El trayecto que enlaza la Torre con el Propileo simboliza los obstáculos: guerras, conflictos, pactos, que debieron afrontar varias generaciones para organizar la sociedad argentina.
El Convento de San Lorenzo
También es recomendable, para evocar dos sucesos históricos, una escapada a la vecina ciudad de San Lorenzo, para visitar el histórico convento, llamado, en rigor, convento de San Carlos Borromeo, en cuyo interior exhibe orgulloso los recuerdos del bautismo de fuego de los Granaderos a caballo, comandados por el entonces coronel de caballería don José de San Martín, y donde también encontramos el recuerdo del segundo combate de San Lorenzo, el 2 de enero de 1846, donde las fuerzas nacionales, al mando del Teniente Coronel de Marina Juan Bautista Thorne, repelieron el desembarco enemigo y hostigaron a la flota anglofrancesa, que luego de la batalla de la Vuelta de Obligado, se pasearon por el río Paraná hasta el Paraguay. Encontraron aquí otra heroica resistencia de un pueblo que no quería doblegarse a la libre circulación de los ríos que querían imponer las potencias europeas.
La historia del convento comienza en 1792, cuando la orden de los Frailes Menores reemplaza al heredado por los jesuitas, que se encontraba frente al río Paraná, con un estilo colonial donde se albergaban desde 1796. Aún en 1813, el convento se hallaba inconcluso.
La mano arquitectónica es obra del arquitecto Juan Bautista Segismundo, teniendo su inicio en 1807 y siendo también autor de la Recova de Buenos aires, e incluye los edificios del convento, el seminario y dos colegios. En la actualidad, se lleva adelante el Museo Histórico del Convento San Carlos, donde se encuentra un cementerio que contiene una urna con las cenizas de los caídos en la batalla de San Lorenzo. Cuenta con exhibiciones de arte religioso, varias salas de gran importancia, conservadas como monumentos históricos, como una celda donde se alojó el General San Martín, el refectorio y muestras sobre la construcción del convento y la obra de los frailes.
Un poco de historia
Rosario debe su nombre a la advocación de la Virgen del Rosario, cuya imagen permanece en la catedral, en el mismo lugar donde estaba la capilla en torno a la cual surgió. Curiosamente, Rosario no tiene fundador ni fecha de fundación, sino un proceso de formación espontánea dado por la situación favorable tanto a nivel geográfico como económico.
“Para 1880 Rosario ya era el primer puerto exportador de la Argentina. Esto produjo un aumento demográfico importante, atrayendo a corrientes inmigratorias y migraciones internas que posteriormente le dieron a la localidad las características de ciudad gringa”
La ciudad nació sin acta fundacional a comienzos del siglo XVII, como Pago de los Arroyos. Sin embargo, desde que en 1689 el Capitán Luis Romero de Pineda recibió estas tierras por parte del gobierno de Buenos Aires en pago por los servicios prestados a la Corona, se produjeron notables cambios.
Tras la muerte de Pineda, sus hijas heredaron las tierras y comenzó así la fragmentación de las parcelas. En el primer tercio del siglo XVIII había ya numerosas estancias en los alrededores.
En 1724, se instala en la zona Santiago Montenegro, quien fue de suma importancia en la historia de la ciudad. Montenegro se dedicó a la explotación agro-ganadera y fue quien diagramó el basamento de la futura ciudad, reconstruyó la antigua capilla y en 1751 fue nombrado alcalde.
En 1812, dos años después de la Revolución de Mayo de 1810, la población del Pago de los Arroyos o Villa del Rosario, como se la conocía entonces, era poco numerosa, aunque dada su estratégica posición como nodo de caminos virreinales y con el acceso por el río Paraná, ya poseía cierto desarrollo comercial, aunque en la época los malones eran todavía una incertidumbre que pesaba en los pobladores de estas llanuras.
Puede suponerse que aquel caluroso febrero de 1812, la llegada de las tropas del ejército de Belgrano causó un gran revuelo, así como grandes discusiones acerca del futuro tormentoso que se avecinaba.
En 1823, por su importancia, la población recibió el título de “Ilustre y Fiel Villa”, denominándosela desde entonces como Villa del Rosario. Para 1852, con el apoyo del general Justo José de Urquiza, el entonces gobernador de Santa Fe, Domingo Crespo declaró a Rosario como ciudad el 5 de agosto de 1852, para ser conocida desde entonces como Ciudad del Rosario, el Rosario de Santa Fe, o comúnmente como El Rosario.
Para 1880 Rosario ya era el primer puerto exportador de la Argentina. Esto produjo un aumento demográfico importante, atrayendo a corrientes inmigratorias y migraciones internas que posteriormente le dieron a la localidad las características de ciudad gringa.
Hay dos versiones que explican por qué la ciudad de Rosario se ganó el apodo de la “Chicago argentina”, una laboral y otra policial. La laboral, dice que su industria frigorífica se equiparó con la de la ciudad yanqui. La policial, la más difundida, remite a la presencia de la mafia siciliana en los años treinta.
Actualmente, Rosario es una de las ciudades más ricas y pujantes de la Argentina.¤