La hospitalidad del gaucho
En otros tiempos, cuando un forastero llegaba a una estancia o un rancho, lo primero que se le preguntaba, después de los saludos de práctica, era si había comido, cosa que no siempre podía hacerse a su hora en aquellos campos desiertos.
Una respuesta negativa bastaba para que, inmediatamente, se pusiera un “churrasco” en el fogón y luego “se hacía tiempo” -se esperaba que se asara- conversando y tomando unos mates.
Las veladas del fogón
Cuando las tropas de carretas, medio de comunicación de antaño, hacían alto para pasar la noche, la peonada y los pasajeros se reunían alrededor del fogón; comían, se contaban cuentos, sobre todo de luces males y de aparecidos, y si no se temía un ataque por parte de los indios, se tocaba la guitarra y se cantaba.
Esas eran las veladas del fogón, que solían realizarse también en “las casas”, en cuyas cocina se juntaban patrones y visitantes a conversar y matear al amor del fuego.
La charamusca
“Charamusca” es el conjunto de leña menuda formado por ramitas secas, trozos de corteza, yuyos de cierta consistencia y el rezago que se produce en los picaderos.
La charamusca se usa para encender fuego, pues hace rápida combustión, cosa difícil de lograr si sólo se emplean leñas grandes. Por comparación, también se le llama “charamusca” a todo lo que tiene poco valor y es de utilidad relativa. ¤
Compilado por Carlos Avilas del libro “Voces y Costumbres del Campo Argentino”, de Pedro Inchauspe, publicado en 1949.