No es nuestra intención escribir con “el diario del lunes”; de hecho, buena parte de lo que vamos a señalar hoy en esta página editorial ya lo hemos dicho antes.
La pesadilla que fue este Mundial Rusia 2018 se ha terminado, como no podía ser de otra manera, de muy mala forma. Si tocamos fondo o no, está por verse. La impresión es que vivimos tocando fondo, para siempre caer un poco más abajo. Lo cierto es que el cambio es inevitable; seguramente el equipo que veremos en Qatar 2022 presentará una gran mayoría de caras nuevas.
Nuestra próxima tapa no será, como esperábamos, la de Lionel Messi levantando la Copa del Mundo. Una no tan feliz, pero sí al menos esperanzadora, sería con el gran titular “Limpieza en la AFA: comienza una nueva era con la renovación total de la dirigencia”.
Y a eso, como decíamos más arriba, nos queremos referir hoy, al actual estado del fútbol argentino, más allá de los jugadores que vienen y van y de los resultados que se dan y no se dan. Las primeras palabras que se nos vienen a la mente cuando pensamos en la AFA (Asociación del Fútbol Argentino) son “desorganización”, “impericia”, “corrupción”… Si es verdad que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen, entonces el pueblo futbolero argentino merecerá que la máxima organización de este deporte esté liderada por los personajes que se encumbraron tras el fallecimiento del ex capo Julio Grondona. Si alguna vez pensamos que quien sea que lo suceda en el cargo nunca podría ser peor que este siniestro personaje fallecido, nos equivocamos. El fútbol argentino, más allá de los resultados mundialistas y en las competencias internacionales, se va desmoronando progresivamente, al mismo tiempo, quizás, que se desmorona la sociedad toda.
La foto del terror: Claudio “Chiqui” Tapia (presidente), Daniel Angelici (vicepresidente primero), y Hugo Moyano (vicepresidente segundo). Estos son los nombres de quienes conducen los hilos del fútbol argentino, los que deciden el presente y el futuro de este deporte, los que se sientan detrás de los escritorios y viajan en primera por el mundo mientras que los que sí saben lo que es patear una pelota con la camiseta albiceleste, los que alguna vez levantaron una copa para el país, los que conocen de entrenamientos y estrategias, esos están dirigiendo algún club chico o trabajando de comentaristas para alguna cadena televisiva.
La Asociación del Fútbol Argentino debe reestructurarse a partir de dirigentes honestos y capaces, reglas justas para todos los equipos, seguridad y comodidad en los estadios, y hasta un director técnico que no nos dé vergüenza por su comportamiento y sus improvisaciones.
La Asociación del Fútbol Argentino debe reestructurarse y eso debe comenzar hoy, más allá, repetimos, de los resultados del mundial, para que los resultados lleguen a base de un largo trabajo de planificación, disciplina y esfuerzo, y no de la buena fortuna de un rebote impensado o de un zapatazo salvador en el minuto 86 de un partido que se extingue.¤