Parte II de II
La sociedad moderna vive en transición, donde el cambio permanente parece ser la regla en la búsqueda de la realización. El boom tecnológico es un factor influyente que está determinando el estilo de vida, ya que el uso desmesurado del smartphone está transformando la idiosincrasia del hogar tradicional y la comunicación ha sido afectada en una marcada disparidad.
La integración compulsiva y constante del teléfono inteligente en nuestra vida diaria parece ser la causa de una disminución notable de nuestra capacidad cerebral natural, la que podría disminuir nuestras aptitudes vitales para el aprendizaje, el razonamiento lógico, la solución de problemas, la expresión de la creatividad y determinar la manera que se comunican los seres humanos, de acuerdo con estudios científicos recientes. En una investigación patrocinada por The Journal of Social Psychology de la Universidad de Maine, en Estados Unidos, se encontraron resultados coherentes con las de otras instituciones y afirman que “los participantes en los tests de atención y aptitud cognitiva (quienes tenían sus teléfonos a la vista, aunque estuvieron apagados) cometieron más errores que el grupo de control cuyos teléfonos no estaban a la vista”.
“Los científicos siempre nos recuerdan que el cerebro no sólo es un sistema de monitoreo, sino una cadena coherente de pensamientos y todo lo que es nuevo y creativo lo atrapa”
The Applied Cognitive Psychology ha publicado un estudio donde los investigadores examinaron cómo los smartphones afectaron el aprendizaje de los 166 estudiantes que asistieron a una conferencia en la Universidad de Arkansas y encontraron que los estudiantes que no tenían el teléfono en la clase, aprendieron más y mejor el tema de la conferencia, y obtuvieron mejores calificaciones en la prueba escrita que aquellos estudiantes que tenían el teléfono consigo, sin importar si lo usaron o no. Este grupo (con el teléfono puesto) obtuvo bajas notas durante dicha prueba, ya que no recordaban “nada” sobre el tema de la conferencia.
En Gran Bretaña se realizó otro estudio en 91 escuelas secundarias y fue publicado en The Journal of Labor Economics con la premisa de que “cuando las escuelas prohíben que los estudiantes lleven el smartphone a clase, ellos obtienen calificaciones altas”.
Realmente, no sólo es la atención y el razonamiento focalizados en el tema de estudio los que van sufriendo reveses cuando el smartphone está cerca, sino que en la vida misma la comunicación personal y social también está siendo afectada, ya que todo parece confirmar que el smartphone está atrapando permanentemente nuestra atención para recordarnos que en ese minúsculo y versátil aparato nos están aguardando ellos, los amigos cibernéticos (juegos, mensajes, canciones, avisos, videos) a quienes debemos atenderlos ya.
La presencia del teléfono
En la Universidad de Essex, en Gran Bretaña, reunieron a 142 estudiantes, los dividieron en grupos de 2 y les pidieron que conversen entre ellos en privado durante 10 minutos. La mitad de los participantes habló en una habitación donde había un teléfono sobre la mesa. La otra mitad lo hizo en otra habitación donde no había teléfono. Luego se les dio un test para probar tres cualidades: afinidad, confianza y empatía. Los investigadores publicaron el resultado de este estudio en The Journal of Social and Personal Relationships, el cual fue validado en estudios posteriores de seguimiento publicados en The Journal of Environment and Behavior, y reportaron que “la mera presencia de un teléfono móvil inhibió el desarrollo de una relación interpersonal cercana y sin posibilidades de cultivar un sentimiento de confianza, entendimiento y empatía de su compañero de grupo”.
Los estudios sugieren que el smartphone no sólo va secuestrando nuestras facultades cognitivas, sino que pareciese que hay algo más, o sea, que nuestros pensamientos y sentimientos (además de ser secuestrados en nuestra propia entidad) pueden ser modificados por fuerzas externas que aún desconocemos. Los científicos siempre nos recuerdan que el cerebro no sólo es un sistema de monitoreo, sino una cadena coherente de pensamientos y todo lo que es nuevo y creativo lo atrapa, y en este contexto, ya queda condicionado al atractivo que ofrecen los medios de comunicación, o sea, un sinfín de mensajes codificados con información y entretenimiento que absorben nuestra atención y la atrapan con una fuerza magnética. El Dr. Ward, psicólogo de la Universidad de Austin, Texas, definió este vínculo como “un estímulo sobrenatural” que acapara por completo toda nuestra atención.
Esta es la era de la tecnología digital que ha cambiado nuestra manera de vivir, estudiar, pensar, trabajar, producir, relacionarnos y hasta divertirnos. La creación de la Internet tuvo el propósito de ayudarnos a estudiar, trabajar y hacer la vida más confortable desde la quietud de nuestro hogar. Se suponía que al tener acceso a más información nos convertiría en personas más sabias, con mayor capacidad de análisis y de cultivar pensamientos abstractos. Pero, los estudios sobre el uso (y el abuso compulsivo, casi adictivo) del smartphone están comprobando todo lo contrario, ya que este teléfono inteligente nos ofrece un acceso rápido y con las respuestas a cada tema, creando tal vez una cultura estandarizada. Ya no vamos a la biblioteca con la asiduidad que solíamos hacerlo antes para las consultas bibliográficas y sólo nos vamos conformando con aquellas respuestas que tenemos a mano, que son rápidas y que al final nos ofrece nuestro amigo inseparable: ¡nuestro smartphone!
¿Qué es el “Google Effect”?
En una conferencia, clase, taller, etc., cuando nos dicen que dicha información estará en la web, o sea, en forma digital, esta admonición para facilitar posteriormente el contenido parece ir reduciendo nuestro esfuerzo mental para memorizar y recordar lo expuesto en dicha conferencia y nuestra atención se bifurca, total… podremos “googlear” dicha información. Este fenómeno se conoce como el efecto Google.
La disponibilidad permanente de la información a través de este sistema digital nos vuelve perezosos mentales y bifurca nuestra atención; razonamos “¿para qué lo voy a memorizar ahora? Cuando lo necesite lo busco en google”. Esta pereza mental para guardar la información parece estar alineada con el pensamiento del psicólogo y filósofo William James, cuando en el Siglo XIX dijo “el arte de recordar es el arte de saber pensar”.
Nuestro sistema neuronal imprime la información en la memoria, la cual por un proceso de asociaciones cognitivas va formando y perfilando nuestro bagaje de conocimientos personales para trascender en el pensamiento crítico. De aquí proviene aquella premisa ancestral que dice “the less well-stocked our memory, the less we have to think with”.
“La disponibilidad permanente de la información a través de este sistema digital nos vuelve perezosos mentales y bifurca nuestra atención”
El siglo XXI es la era de las comunicaciones digitalizadas y con total egolatría creemos que lo sabemos todo; no obstante, el resultado de los estudios evidencia lo contrario.
No permitamos que el uso compulsivo del smartphone (con todos sus apps y las plataformas sociales) vaya apagando nuestra aptitud al discernimiento, al pensamiento crítico y sobre todo a la búsqueda de la verdad. Actualmente, mucha información es distorsionada para satisfacer los intereses de las ideologías políticas, lo que dio origen a las mentadas fake news.
No nos conformemos con lo que dicen los videos de YouTube, ya que estaríamos sacrificando nuestra aptitud natural para procesar la información en conocimiento.
Fortalezcamos nuestra autoestima y vivamos una vida más equilibrada, dando más énfasis al poder de nuestra mente para pensar racionalmente. Así lograremos la auto valorización y seremos los dueños de nuestro poder mental con la fuerza de una decisión férrea para poner la distancia debida al uso del famoso smartphone.¤