A primera vista, la bebida nacional argentina parece ser de lo más simple: se llena un mate con yerba y se le agrega agua caliente. Sin embargo, la preparación del mate “tiene sus yeites” que determinan la calidad del mismo. Hay técnicas para lograr que el polvo de la yerba no quede en el fondo y tape la bombilla, o recomendaciones sobre la temperatura del agua. Hoy vamos a presentar la más básica: cómo “curar” el mate antes de usarlo. La curación del mate depende del material con el que esté construido el mismo. Aquí van sus variantes.
Mate de calabaza:
Se debe llenar el mate con una cebadura usada y agregarle agua caliente (no hirviendo, para no quebrar el recipiente).
Dejar reposar 24 horas, y luego remover la yerba.
Raspar las paredes con una cuchara removiendo las cutículas de calabazas adheridas a las paredes.
Dejar al sol una hora.
Este proceso debe repetirse por 4 ó 5 días consecutivos hasta lograr que las paredes queden cubiertas por una capa impermeable natural.
Mate de madera:
Untar el mate de madera con aceite o manteca y dejarlo por 24 horas con yerba húmeda, usada en otro mate. Lavar y usar.
Mate de hueso:
Este tipo es el más inusual, y su curación es de lo más sencilla. Se debe dejar el mate en remojo durante 24 horas con agua hirviendo y detergente, para eliminar los residuos grasosos que suele contener. Al cabo de un día, simplemente hay que enjuagarlo y lavarlo como si fuera un vaso de vidrio o metal. ¤