Hace un par de meses remarcábamos en esta editorial las numerosas similitudes entre la ex presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner y el actual mandatario estadounidense Donald Trump. Hablábamos en esa ocasión de sus personalidades egocéntricas y narcisistas, la desmedida fastuosidad como forma de vida, y la incapacidad para reconocer errores y endilgarle todas las miserias de la realidad a fabulaciones de la prensa hostil.
Durante las últimas semanas, desde cada punta del continente, ambos han reconfirmado nuestras aseveraciones de entonces… y aportado material para un par más.
La ex presidenta argentina, fervorosa twittera durante los días de su mandato, se ha reconvertido en una reality star de la política nacional desde sus videos en YouTube. La última cadena de actuaciones online fue para acusar al gobierno nacional y a la prensa de organizar las protestas en la provincia de Santa Cruz que gobierna su cuñada Alicia. No importa que tal provincia, a pesar de los fabulosos recursos económicos con los que cuenta, esté en la bancarrota, sin poder pagar sueldos, con clases que no empiezan, con falta de estructura básica (escuelas, hospitales, cloacas…), y millones y millones de pesos de dinero público que nadie sabe dónde están, aunque lo sospechamos, claro. De acuerdo a la lógica K, nada de eso importa; la prensa debe estar manipulando a los ingenuos residentes para sacarlos a las calles, sino, a pesar de que se estén muriendo de hambre, se quedarían muy tranquilitos en sus casas, ¿no? Mientras que cuando asumió Néstor Kirchner como gobernador Santa Cruz contaba con un 12% de empleados públicos, hoy más del 70% de la población económicamente activa depende de la administración pública… y no hay plata para pagarles los sueldos. Luego de controlar el territorio con mano de hierro por más de 20 años, los Kirchner no se hacen responsables de los descalabros económicos y el saqueo al que fue sometida la provincia.
Tras los repudiables hechos de violencia registrados contra la casa de gobierno provincial, la ex presidenta se acodó contra un sillón, encendió la cámara, y comenzó a despotricar contra determinados periodistas por supuestamente incitar o directamente organizar los ataques. Una paladita más para profundizar esa grieta que el actual gobierno macrista -hay que señalarlo- no hace mucho por terminar. Al final de cuentas, la grieta es su mejor carta para ganar las elecciones de este año, ya que logros podrá presentar muy pocos. En definitiva, falta de transparencia y la impunidad que da el poder se mezclan para detonar una situación de escándalo.
Por estos lados, en distintas ciudades del país ha habido multitudinarias marchas para exigirle al presidente Donald Trump que presente su declaración de impuestos, cosa que los presidentes de este país no están legalmente obligados a hacer, aunque todos lo hacen por una cuestión de ética y transparencia, dos cualidades que nunca han desvelado al mandatario republicano.
Poco antes de ser electo presidente, su manager de campaña, Paul Manafort, había declarado que Trump no presentaría su declaración de impuestos dado que estaba siendo auditado. El argumento no convenció a nadie, ya que podía haberlos mostrado igual, tal como lo había hecho Richard Nixon en 1973. Ahora ¿cuáles son las razones por las cuales Trump se resiste a mostrar su declaración de impuestos? Parece una pregunta para La Suplencuesta del mes. De entre todas las razones esbozadas desde diferentes sectores, usted deberá elegir la que más le convenza:
El ex candidato republicano Ted Cruz declaró que “ha habido múltiples reportes de los negocios de Donald con la mafia; tal vez sus impuestos muestran que tales negocios son más profundos de lo que se creía”. Otros especulan con que saldrían a la luz sus negocios con personajes de la política y oscuros empresarios rusos, algo que él, contra todas las evidencias, se encargó de desmentir repetidamente durante la campaña electoral. O tal vez, simplemente, porque su patrimonio no es tan abultado como él dice que es, lo que no solo le quitaría “prestigio” sino que además lo delataría como un farsante.
Otra vez, tanto en Washington DC como en Santa Cruz, la omnipotencia de un funcionario público que se escuda en la impunidad que da el poder.
Mientras tanto, las buenas noticias para los estadounidenses aún no aparecen y la falta de transparencia en sus finanzas es tan solo uno de los tantos problemas que empañan la imagen del magnate del pelo revuelto. Para peor, el presidente ya no puede apoyarse tan cómodamente en la propaganda del órgano oficial del trumpismo, la cadena Fox News, que en estos días lucha por mantenerse a flote luego de los sonados casos de acoso sexual que terminó con la carrera de su hoy ex presidente, Roger Ailes, y en los últimos días de su presentador estrella, el ultraconservador Bill O'Reilly. Para peor, una investigación del New York Times develó que la Fox habría pagado unos 13 millones de dólares para silenciar a las empleadas que lo habían denunciado. Acoso sexual amparándose en la impunidad que brinda el poder y el dinero. ¿Le suena?
Dios los cría y ellos se juntan, decían las señoras del barrio... ¤