Quien escribe esta editorial es un hombre… y reconoce que todos nosotros requerimos con urgencia la ayuda de las mujeres. Inspirados en el Día Internacional de la Mujer celebrado el pasado 8 de marzo y en las repercusiones de las multitudinarias marchas en Argentina, nos propusimos evaluar cómo hacemos para seguir de aquí en más, porque no nos queremos quedar en el panfleto, en la proclama demagógica, en el agitar de alguna banderita políticamente correcta hasta el año que viene.
Está claro que estamos en problemas, no solo en Argentina, sino también aquí en Estados Unidos y en muchas partes del mundo. Por supuesto, en nuestro país natal la situación es mucho más grave que por aquí porque la legislación o bien no es la adecuada o directamente no se aplica, y la indefensión de la mujer frente al atropello machista es más dramática y notable.
La filosofía taoísta china le aportó a la civilización humana, entre muchas otras cosas de valor, el concepto del yin y yang, las dos tendencias opuestas y a la vez complementarias. Representado por un símbolo bicolor resume a la perfección, sin dejar nada de lado, la armonía de los opuestos, en el caso que hoy nos ocupa, lo masculino y lo femenino. Uno podría pasar toda una vida filosofando sobre el valor simbólico del yin y el yang, y su aplicación práctica en la vida diaria de hombres y mujeres. Pero no tenemos toda una vida, y ni siquiera más que una página de nuestra revista para expresar lo que sentimos. El hombre, en esencia, no es igual a la mujer, y viceversa, y está bien que así sea. Lo que no quiere decir que todos no debemos contar con los mismos derechos y obligaciones. Entendiendo estas diferencias naturales, necesitamos encontrar el camino para logar la armonía complementaria de la que hablábamos unas líneas más arriba.
Es cierto que algunos hombres aún deben entender, antes que nada, que el cuerpo de la mujer le pertenece a ella misma, como así también le pertenecen sus emociones, espiritualidad, y elecciones de vida. También que en una sociedad moderna no puede existir el paternalismo y no deben aceptarse las diferencias en las oportunidades de desarrollarse basadas en el género (igual trabajo, igual remuneración; puestos de liderazgo laboral y político, etcétera). En esto, creemos, estamos todos de acuerdo. Las dificultades surgen a la hora de implementar todas estas coincidencias básicas a diario.
Viendo las imágenes de un grupo de jóvenes mujeres con las caras tapadas, tirando piedras y prendiendo fuego en las calles del centro de Buenos Aires durante la marcha por el Día de las Mujeres, nos encontramos con que este grupo actuaba copiando las peores acciones que hasta ahora eran exclusividad de la violencia masculina. Eran básicamente primitivos hombres violentos con corpiño. Expresar la frustración, el enojo, la necesidad de cambios urgentes de esta manera, es tan contraproducente como intentar generar la solidaridad de la población con una causa justa cortando calles y avenidas a toda hora. Por supuesto que fueron miles de mujeres las que enérgica, aunque pacíficamente, marcharon ese día y sería injusto quedarse con esa foto. Pero se trataba de un numeroso grupo de chicas jóvenes, las que serán las encargadas de generar el cambio en el futuro cercano, y nos dio pena verlas transformadas en su opuesto no-complementario.
Quienes desde el género masculino tratamos de acompañar la lucha por la equidad y la armonía necesitamos de un liderazgo femenino con nuevas ideas, que nos lleve a desenmascarar y superar las tradiciones y costumbres machistas, un liderazgo preferentemente joven y renovador, pero que no tome las miserias de los peores exponentes del género masculino para hacerlas propias.
Nosotros nos comprometemos a aprender y acompañar los cambios, a condenar la discriminación y la violencia de género, el abuso sexual venga de donde venga y vaya hacia donde vaya, y a demandar las mismas oportunidades y derechos para todos y todas. No solo porque esto es lo correcto, sino porque todos tenemos hijas, hermanas, novias o esposas, madres o abuelas, y cuando un degenerado abusa sexualmente de una mujer, cuando un cobarde le pega y le prende fuego, o mismo cuando un líder político habla de hacer con ellas lo que quiera escudándose en su poder, lo están haciendo contra todas ellas. Y callarse la boca y mirar para otro lado ya no es una opción. ¤