En Europa siempre se supo que una de las principales colecciones de tango pertenecía al francés Edouard Pecourt. Su fuerte eran los registros musicales en todos los formatos, pero se interesaba por todo: partituras, revistas, libros, fotos, videos… cualquier cosa relacionada con el tango.
Este señor había abierto una disquería en París en los años cincuenta, y poco después se había hecho famoso en el ambiente como un coleccionista de cilindros de música francesa de principios de siglo. De ahí pasó al tango, que iba a ser su pasión toda la vida. Trabó amistad con las varias leyendas que por esos años vivían en París, como Manuel Pizarro y Astor Piazzolla. También con coleccionistas de distintos países, como Hamlet Peluso, que a veces le mandaban cosas. Se sabía que su artista favorito era Carlos Gardel, pero Pecourt se interesaba por todo el tango, e incluso se había acercado al folclore argentino y a la cultura latinoamericana en general.
Un día de 1981, algo sucedió que cambiaría el destino de la colección. En una exhibición de Nueva York, Pecourt conoció a la americana Jocelyn Howells. Ella al principio se trasladó a París para vivir con él, que seguía trabajando en la disquería, pero más adelante decidieron vivir juntos en el “hometown” de ella: Portland, Oregon. Es de esta manera que en 1986 Pecourt y su legendaria colección llegaron a los Estados Unidos. Ahora jubilado, Pecourt siguió con su pasión en los Estados Unidos, hasta su fallecimiento en 2008. Unos años después, su viuda empezó la búsqueda de un digno hogar para la famosa colección de su marido.
Pecourt en sus últimos años había pensado en una institución, pero ella -aunque sensible a este deseo- la pensaba vender. Y, un dato no menor, pedía una fortuna. Durante varios años todo indicaba que esta historia no iba a tener un final feliz. Pocas instituciones norteamericanas se interesaban por una colección de tango, y mucho menos si había que poner dinero. La costumbre aquí es que colecciones como la de Pecourt, por el desconocido valor de mercado que tienen, solo se reciben en donación y no se compran. Por suerte, David Seubert, el jefe de Performing Arts del área de Colecciones Especiales de la Universidad de California en Santa Barbara, decidió hacer una excepción. No era un experto en tango, pero sí en cilindros y discos de pasta, y sabía que Pecourt había acumulado algo especial. Aprovechando la buena fama internacional de su institución, hizo una oferta bastante menor a la que pedía la viuda de Pecourt pero que, por suerte para la comunidad tanguera, fue aceptada.
Es así como en 2013, en dos camiones, una de las mejores colecciones de tango del mundo llegaba a esta hermosa ciudad costera de California. Desde entonces se está trabajando en examinar y clasificar todo, pero los discos y otros elementos ya están en el catálogo online.
DETALLES DE LA COLECCIÓN
Como corresponde, el fuerte es la música: 50 mil discos de pasta y 6000 partituras, casi todo de tango. A diferencia de otros coleccionistas más tradicionales, Pecourt también se metió de pleno con los LPs y CDs. Tiene, por ejemplo, las colecciones completas de Gardel y Piazzolla en CD.
Hay un montón de cajas con recortes, fotos, notas, y posters de artistas de tango famosos. Se podría decir que cada artista de tango tiene por lo menos una carpeta en Santa Barbara.
Muchos de los cientos de videos todavía no están examinados, pero muchos son grabaciones del canal porteño de TV Todo Tango, y programas de tango de distinto tipo. También hay una colección de películas argentinas, muchas de tango o con famosos cantantes actuando, gente como Hugo del Carril, Libertad Lamarque y Tita Merello.
Libros y revistas, entre ellas una colección de la revista Sintonía, completan la colección.
Para más detalles, contactarse con el sitio web:
http://www.library.ucsb.edu/special-collections ¤