El héroe individual que todo lo puede en soledad es una agradable y encantadora utopía de la ciencia ficción y, lamentablemente, de la realidad latinoamericana. A primera vista resulta extremadamente atractivo que una persona, un ser humano como cualquiera de nosotros, común y corriente, pueda enfrentarse al mundo, al villano de turno, a un dictador, a un sistema corrupto, e incluso a fuerzas de la naturaleza y lograr vencerlas. En Latinoamérica este tipo de héroe individual, que llega al poder para cambiar el orden injusto de las cosas, tiene una centenaria, perniciosa y vigente presencia.
Pareciera que sus más de seiscientos millones de habitantes que viven al sur del Río Grande están esperando “al salvador”, al mesías que impondrá orden, justicia, ley. Y lo más curioso es que esta persona con poderes cuasi milagrosos será la cabeza del estado a la cual accederá a través de las urnas o por medio de una revolución, inexorablemente sangrienta. Y desde allí “arriba” en soledad, el héroe, el mesías, el salvador, impondrá un nuevo orden de absoluta equidad desparramando justicia donde todos vivirán en armonía y felicidad absoluta.
La mayoría de los latinoamericanos realmente descree que la modificación de los grandes males que aquejan a sus sociedades (pobreza, dependencia tecnológica, violencia de género, narcotráfico, corrupción, falta de justicia independiente, hambre, delincuencia, enfermedades evitables, desocupación, y otras decenas de males) se puede alcanzar a través de otro medio. Por ejemplo, por medio de una estructura estatal profesional, competente y organizada donde el esfuerzo colectivo y el trabajo en equipo dentro de las instituciones gubernamentales y civiles que mejore el nivel de vida como sucede habitualmente en las naciones realmente desarrolladas.
“Esta ansiosa espera del mesías que llegará en cualquier momento para resolver los problemas colectivos de la sociedad está tan arraigada que ya parece formar parte del ADN nacional sudamericano, y mientras tanto se espera la llegada del superhéroe salvador, el tiempo pasa y una tras otras las décadas se pierden”
Esta ansiosa espera del mesías que llegará en cualquier momento para resolver los problemas colectivos de la sociedad está tan arraigada que ya parece formar parte del ADN nacional sudamericano, y mientras tanto se espera la llegada del superhéroe salvador, el tiempo pasa y una tras otras las décadas “se pierden”.
Durante los años 70 del siglo pasado las dictaduras que asolaron al cono sur no solo aniquilaron las democracias, sino que simultáneamente asesinaron a cientos de miles de personas. Cuando retornó la normalidad institucional, con la democracia en plena vigencia, a principios de los 80 parecía que al fin ese círculo pernicioso de décadas de deterioro creciente se iba a detener de una vez por todas. Pero no.
Con autoridades elegidas democráticamente, la de los 80 fue catalogada como “la década perdida” porque todos los países latinoamericanos retrocedieron en todos los campos. Los indicadores económicos y sociales son irrefutables. Después llegaron los 90 con sus políticas económicas neoliberales “salvadoras” que produjeron un resultado más devastador, dejando a millones en la calle y estados famélicos. A fin de cuentas, resultó una nueva receta para lograr el mismo resultado: otro pésimo balance hacia el desarrollo. Otra década perdida más.
El fenómeno Chávez
Pero a pesar de todos estos fracasos estrepitosos y conocidos, la esperanza y obsesión en un mesías salvador no se desvanecía. Por eso ya a comienzos del siglo XXI el ex militar golpista y luego presidente electo democrático Hugo Chávez y su séquito de corruptos hizo creer a millones de latinoamericanos que las cosas de una buena vez iban a cambiar, y esta vez para siempre. ¿Cómo? Por medio del milagroso socialismo del siglo XXI. Y las masas lo siguieron como al flautista de Hamelin, embobadas e hipnotizadas. Después de una década y media, en 2016, sabemos que esa fue otra utopía y que todos los que se alinearon a las políticas “revolucionarias chavistas” no fueron más que una sarta de corruptos incapaces de llevar a cabo políticas de estado que los trascendieran y dejar tras de sí instituciones sólidas, permanentes, que garantizaran los valores democráticos.
Después de más de una década y media de gobierno autoritario lo único que logró esa extraordinaria “revolución bolivariana” fue un país desmembrado, al borde del colapso, cuyos ingresos dependen de una sola materia prima de exportación: el petróleo, cuyos precios están por el piso.
Muerto Hugo Chávez, el gran visionario, un revolucionario de pacotilla muy similar a los africanos, Venezuela se hunde irremediablemente en el hambre y la desolación. Después de más de una década y media de gobierno autoritario lo único que logró esa extraordinaria “revolución bolivariana” fue un país desmembrado, al borde del colapso, cuyos ingresos dependen de una sola materia prima de exportación: el petróleo, cuyos precios están por el piso. Venezuela, gracias al gran salvador, actualmente debe importar más del 90% de sus alimentos teniendo millones de hectáreas cultivables desaprovechadas por la corrupción reinante. Para colmo, la falta de alimentos e insumos básicos se acrecienta día a día y la delincuencia no tiene control. De hecho, mueren tantos ciudadanos en las calles venezolanas como en algunos países o regiones asolados por guerras civiles.
A pesar de ser un fracaso monumental, Venezuela fue el faro donde se inspiraron dirigentes de otros países: Argentina, Perú, Ecuador, Nicaragua y en gran medida el Brasil.
¿Y qué pasó con los ciudadanos de esos países? Lo de siempre: otra década perdida. Brasil en estos momentos está convulsionado al máximo al conocerse la enorme corrupción relacionada con el petróleo. Justo como en Venezuela. El ex niño mimado del socialismo del siglo XXI, el ex presidente Lula Da Silva, está a punto de ser enjuiciado y encarcelado por corrupto. Similar problema tiene su delfina y sucesora Dilma Rousseff.
Evo Morales, otro gran bolivariano, perdió la posibilidad de ser reelecto indefinidamente en Bolivia (porque los mesías llegan para gobernar siempre) al darse a conocer que usaba su poder para engrosar los bolsillos de su amante y madre de un hijo que no se sabe muy bien donde ni como está, porque Evo dice que murió mientras los parientes de su pareja dicen que se encuentra viva. Por lo menos, el presidente del Ecuador tuvo la dignidad de decidir no perpetuarse en el poder y admitirá ser reemplazado al final de su mandato.
En la Argentina, el kirchnerismo demostró fehacientemente en la provincia de Santa Cruz que quería perpetuarse en el poder indefinidamente. Para lograrlo, el ex presidente Néstor Kirchner modificó la constitución provincial cuando era gobernador para ser reelecto indefinidamente.
Ahora que Cristina dejó el poder están saliendo a la luz innumerables y aberrantes casos de corrupción. En cada lugar, en cada contrato que se analiza se encuentran miles de millones de dólares perdidos, o mejor dicho, derivados a paraísos fiscales o transportados en valijas tan pesadas que deben ser llevadas por varias personas.
La ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, a semejanza de su esposo y siendo presidenta del país, tenía planeado modificar la Constitución Nacional para ser reelecta, también, indefinidamente. De allí que muchos de sus adláteres repetían una y otra vez que ella debía gobernar para siempre y su slogan era “Cristina eterna”. Afortunadamente, los electores decidieron aniquilar esos sueños de realeza y le cortaron la posibilidad de perpetuarse en el poder. Ahora que Cristina dejó el poder están saliendo a la luz innumerables y aberrantes casos de corrupción. En cada lugar, en cada contrato que se analiza se encuentran miles de millones de dólares perdidos, o mejor dicho, derivados a paraísos fiscales o transportados en valijas tan pesadas que deben ser llevadas por varias personas. Los videos de esos casos inundan las pantallas del país.
El actual presidente Mauricio Macri dice pública y reiteradamente que su trabajo como presidente es gestionar el trabajo en equipo, que él no es el salvador, el iluminado, el mesías.
Ojalá esto sea cierto, lo pueda lograr y tenga una exitosa presidencia. Y que en el resto de toda Latinoamérica suceda lo mismo con los nuevos gobernantes. Así no seguimos perdiendo más décadas. ¤