En estos días de intenso debate sobre el papel del periodismo en democracia, ética profesional, desafíos, persecuciones, censura y autocensura, la irrupción de los multimedios y el rol de los gobiernos para garantizar o coartar la libertad de prensa, la visita de uno de los periodistas de investigación estadounidenses más influyentes en América Latina puso a pensar a muchos en Argentina. John Dinges, corresponsal especial del Washington Post, Time Magazine y Radio ABC, además de ex editor de la National Public Radio estadounidense, considera que no hay democracia sin un periodismo libre e independiente, aunque se debe examinar cómo el trabajo de la prensa puede apuntalar o dañar la democracia.
Este, creemos, es precisamente el punto central sobre el que gira el gran debate en la Argentina de hoy, en el que se enfrentan el Gobierno nacional, por un lado, y los medios de la prensa corporativa, por el otro, con varios otros actores entre medio.
Sin embargo, y debido a que esto ya lo hemos analizado en varias oportunidades en el pasado reciente, hoy nos interesa abrir el debate con nuestros lectores sobre otro de los grandes temas relacionados con la prensa escrita y su futuro, y que tiene que ver no tanto con el contenido sino más bien con el formato.
Pocos dudan de que las publicaciones en papel tienen los días contados, aunque ya ha pasado más de una década desde que comenzó a hablarse del comienzo del fin y nadie ha acertado en la fecha de defunción. Por supuesto que la supervivencia o no de los medios que se publican en papel depende en gran medida de la cuestión económica y la capacidad de los mismos para solventarse. En este respecto, Dinges afirmó que “que el papel va a sobrevivir; aunque hay mucha gente reconocida y seria que dice lo contrario. Si uno analiza los ingresos de los diarios y la caída de circulación, podrá observar que esa caída es lenta. De todos modos, tal vez el modelo a futuro sea el de imprimir algunos días de la semana el diario en papel y otros sólo en Internet, porque sólo algunos días son relevantemente rentables en materia de publicidad en el papel”. El periodista justificó esta afirmación puntualizando que la mayoría de los periódicos estadounidenses generan en promedio un 35% de sus ingresos con la publicidad de los días domingos.
Los Fundamentalistas del Papel, los lectores de la vieja guardia, mencionan las cualidades táctiles y hasta el olor de la página impresa para sostener que nunca ninguna pantalla reemplazará en sus preferencias al tradicional libro, periódico o revista. ¿Adónde firmás una dedicatoria, una declaración de amor o un Feliz Cumpleaños en el Kindle?, preguntan algunos de ellos con irónica sagacidad. ¿Y en cuántas valijas pondrías los 85 libros que llevo en mi Kindle a mis vacaciones en Rosario?, replican desde la otra vereda.
Es que los argumentos hacia uno y otro lado van desde los más simples y prácticos hasta los más filosóficos y profundos. “Las pantallas te arruinan la vista”, dicen los unos. “Al contrario; uno puede seleccionar el tamaño de letra y brillo que desees”, dicen los otros. “¿Te imaginás lo horrible que puede ser una biblioteca de libros electrónicos?”, unos. “¿Te imaginás cuántos árboles se salvarían si dejamos de imprimir en papel?”, otros. “La chatarra metálica quedará contaminando la Tierra por décadas”, unos. “Es inútil intentar detener el avance tecnológico”, otros.
Y así los temas se van desgajando, generando nuevas perspectivas de discusión que no se detienen en la estética, la practicidad ni la ecología, pero que en definitiva creemos que finalmente se dirimirá en el campo de las finanzas y la viabilidad económica de uno y otro medio.
Los invitamos, entonces, a pensar el futuro con nosotros a través de las páginas –tanto impresas como electrónicas- de El Suplemento. ¿Papel o pantalla? ¿Biblioteca tradicional u online? ¿Cuándo se producirá el gran cambio? ¿Cómo lo asimilará? ¿Cuál debería ser el último artículo publicado en papel en la última imprenta de la historia?
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