Del Mundo Animal
Fiesta
Era un día de fiesta en la selva, y los animales estaban reunidos divirtiéndose, cuando de repente se acabó el licor. Todos discutían quién iría a comprar más licor, pero ninguno quería ir. Le preguntaron a la tortuguita si quería ir y ella aceptó encantada:
- Está bien, yo voy.
Pasó el tiempo y los animales siguieron bailando, cuando de repente ven el reloj y ya había pasado una hora desde que habían mandado a la tortuguita, y empezaron a comentar entre ellos mismos:
- ¡Yo no sé quién tuvo la idea de mandar a la tortuga, dijo el lince, si ella es muy lenta!
- Hubiera ido yo, dijo el avestruz.
Y así, todos se quejaban de la tortuga. Cuando de repente aparece la tortuguita y les dice:
-¡Con que hablando mal de mí... entonces ahora no voy nada!
¡Sinceridad ante todo!
El león aparece por la jungla con su coche último modelo, reúne a todos los animales y les dice, con voz autoritaria:
- El más feo de ustedes tiene que lavar mi coche de lujo.
Los animales empiezan a discutir quién lo hará.
El pavo real dice: - Pues yo no, mis plumas son hermosas... y se va.
La cebra dice: - Pues yo tampoco, mis rayas no las tiene nadie... y se va.
La jirafa dice: - Pues yo tampoco, mi cuello largo me destaca de ustedes... y se va.
Así se van yendo uno tras otro y, al final, sólo se quedan el sapo y el cocodrilo que se miran fijamente a ver quién se decide a hablar primero.
Luego de un buen rato en silencio, el cocodrilo le dice a la hiena:
-Mirá, hiena, no nos hagamos los tontos... yo lo lavo y vos lo secás.
De Ovejitas
Dos ovejitas estaban jugando a la pelota y una de ellas la patea muy lejos y le dice a la otra: ¡Beeeeeeee!
Y la otra le dice: ¡Beeeeeeeee tú!
¡Una Locura!
-Mamá, mamá, en la escuela me dicen que estoy loco.
-¿Quién hijo, quién?
-Las palomas mamá, las malditas palomas!
¡Sin Palabras!
Iba un hombre por el desierto, con su caballo y su perro. En cierto trayecto del camino el caballo no caminó más y exclamó:
- Tengo mucha sed!
El hombre, al oír hablar al caballo se asustó tanto que empezó a correr, seguido de cerca por su perro. A los pocos kilómetros, el hombre se detuvo, agotado, y se echó sobre la arena a descansar. El perro, fiel amigo, hizo lo mismo y mientras el amo le acariciaba la cabeza el perro exclamó:
- ¡Qué susto que nos dio ese caballo parlanchín! ©