Figura del folklore argentino
Considerado el más grande músico del folklore argentino, Atahualpa Yupanqui, o Don Ata, como lo llamaban muchos, nació un 31 de enero de 1908 en una posta rural entre las ciudades de Pergamino y Colón, en la provincia de Buenos Aires.
Su nombre era Héctor Roberto Chavero, tenía sangre quechua por parte de su padre y vasca por parte de su madre; él resultó un criollazo desde la cuna.
Durante un viaje familiar se enamoró de la provincia de Tucumán y de su música, y luego de todo el norte del país y sus culturas autóctonas. Y fue en Tucumán, aunque varios años más tarde, en donde conoció a la compositora y pianista Antonietta Paula “Nenette” Pepin, el amor de su vida, y autora o coautora de muchos de sus más grandes éxitos, como De tanto dir y venir, El arriero va, El niño duerme sonriendo, y Luna tucumana, entre muchos otros.
Perseguido por su militancia comunista tanto por los gobiernos peronistas como por las dictaduras militares, terminó estableciéndose en Francia, en donde vivió varios años de exilio.
Yupanqui recibió el Kónex de Brillante en 1985, que lo reconoció como principal figura de la música popular argentina, y un año más tarde el gobierno francés lo condecoró como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras. Sin embargo, el mayor reconocimiento lo recibió por parte de los pueblos del mundo, en especial el argentino, que hoy lo recuerda como un talento irrepetible.
Don Ata, guitarrero y cantor, falleció el 23 de mayo de 1992 antes de brindar un concierto en la ciudad de Nimes, Francia.
El arriero va
En las arenas bailan los remolinos
El sol juega en el brillo del pedregal
Y prendido a la magia de los caminos
El arriero va, el arriero va
Es bandera de niebla su poncho al viento
Lo saludan las flautas del pajonal
Y animando a la tropa por esos cerros
El arriero va, el arriero va
Las penas y las vaquitas
Se van por la misma senda
Las penas y las vaquitas
Se van por la misma senda
Las penas son de nosotros
Las vaquitas son ajenas
Las penas son de nosotros
Las vaquitas son ajenas
Un degüello de soles muestra la tarde
Se han dormido las luces del pedregal
Y animando a la tropa, dale que dale
El arriero va, el arriero va
Amalaya la noche traiga un recuerdo
Que haga menos pesada la soledad
Como sombra en la sombra por esos cerros
El arriero va, el arriero va
Las penas y las vaquitas
Se van por la misma senda
Las penas y las vaquitas
Se van por la misma senda
Las penas son de nosotros
Las vaquitas son ajenas
Las penas son de nosotros
Las vaquitas son ajenas
Y prendido a la magia de los caminos
El arriero va, el arriero va ¤