Durante los últimos días, la opinión pública en la Argentina ha estado debatiendo sobre el estado del sistema judicial de nuestro país. En este sentido, el discurso de algunos de los funcionarios del gobierno a veces raya en lo grotesco. Por ejemplo, el jefe de gabinete, Alberto Fernández, en cuestión de minutos se despacha con opiniones totalmente contradictorias. Por la mañana puede decir que “la justicia en Argentina es independiente”, para declarar horas más tarde que “las respuestas de la justicia son corporativas”. ¿En qué quedamos entonces? ¿Es independiente o corporativa? Si es independiente, es porque produce fallos que tienen con ver con lo que considera justo sin ceder a presiones de ningún tipo. Si es corporativa sus fallos responden a la presión de una corporación.
Las incoherencias del actual gobierno están a la orden del día y creemos que esta situación aumentará a medida que se acerquen las elecciones legislativas de octubre.
Para confundir aún más al electorado, el presidente Néstor Kirchner amenazó hace pocos días con una frase por demás peligrosa: “Si el electorado no me acompaña en las elecciones de octubre, será muy difícil gobernar”. Linda forma de deslindar responsabilidades: si pierde en octubre y las cosas se ponen difíciles será por culpa de la gente y no de su incapacidad para gobernar.
Si quiere ganar las elecciones será conveniente hablar menos y gobernar más. Al parecer, el electorado está empezando a ver que también en este gobierno hay casos de corrupción, que la justicia es deficiente, que la desocupación no cede y que la inseguridad en la Argentina sigue a la orden del día.
La frase del mes:
“Reconozco que a lo mejor me equivoqué en algunas liquidaciones, pero quiero que sea un juez quien lo diga”
Guillermo Cóppola (en referencia al juicio que le inició Diego Maradona por irregularidades en el manejo de sus negocios). Ø