Pese a que las causas de Alsogaray y Chabán no tienen similitudes en cuanto a su contenido o con el hecho delictivo en sí, su parecido radica en que son más de lo mismo. ¿En qué me baso para afirmar esto? En que en ambos casos, los que fueron apresados -si bien no son dos “perejiles” como se dice en la jerga judicial- son los más vulnerables de entre todos los que deberían estar tras las rejas. ¿Y por qué lo digo? Vayamos por partes:
María Julia Alsogaray estuvo en prisión casi dos años mientras se la procesaba. ¿Alguien en su sano juicio puede creer que María Julia es la única corrupta del gobierno de Menem, o la única gran corrupta de los veinte años de democracia? Sabemos que no. Pero María Julia no es peronista. Muchos de los funcionarios del gobierno de Menem continúan hoy en puestos políticos de importancia o tienen amigos en posiciones de poder (incluído el ex presidente), por lo que es muy difícil que alguno de ellos termine tras las rejas .
La liberación de María Julia Alsogaray tiene dos hipótesis, ambas muy bochornosas. En los últimos días, Alsogaray había “prendido el ventilador” para referirse al tema de los sobresueldos durante el gobierno de Menem, por lo que se sospecha que: 1) Fue liberada para que hablese, y así Kirchner y Duhalde terminan de enterrar a su enemigo Menem; 2) Se la liberó para que no hablara más, ya que varios de los funcionarios de Menem forman parte del gobierno actual y podrían verse salpicados.
Caso Chabán: el tema es similar al anterior; pocos pueden afirmar que Chabán es el único culpable de la tragedia de Cromañón. Pero, como en el caso de la ingeniera, no es del partido gobernante, ni es político y ni siquiera es un funcionario municipal ñoqui.
Los políticos no van a acusarse entre ellos, ni presionarán para que vayan presas personas acomodadas por ellos, salvo que algún político caiga en “desgracia”. Por eso sería bueno que el presidente Kirchner, por más que con sus frases altisonantes siempre pretenda ponerse en la piel “del sufriente pueblo”, vea que esas no son las únicas vergüenzas que cachetean a la población de nuestro país cada mañana cuando lee el diario o se sienta a ver las noticias por televisión.
Vergüenza nacional también es ver que la “corporación política”, que tanto hizo para bastardear a la justicia argentina, protege muy bien a sus aliados o a aquellos que, sin ser sus aliados, saben cosas que embarrarían definitivamente sus carreras.
Vergüenza es saber que pasan los años y ningún otro corrupto, aparte de María Julia, está preso. También ver que por las 193 muertes de Cromañón, hace ya más de cinco meses, sólo está detendido Chabán. Da mucha tristeza saber que por la causa del tráfico de drogas a través de la línea aérea Southern Winds no pasa nada. Desconsuelo, cuando uno lee que la causa IBM-Banco Nación está a punto de prescribir y nadie irá preso, un incidente manchado por asesinatos mafiosos y “suicidios” sospechosos.
Así podríamos recordar tantos otros hechos sin culpables: la leche adulterada, los guardapolvos, la Aduana, las promociones industriales en varias provincias, los pollos de Mazzorín… sólo por nombrar algunas causas en las que estuvieron involucrados políticos argentinos. Por supuesto, no nos olvidemos de los más de 500 millones de dólares que el entonces gobernador santacruceño Néstor Kirchner depositó en bancos del exterior y que hasta hoy no han regresado a la Argentina. Algunos dicen con ironía que Kirchner no tiene confianza en el actual gobierno; otros que el dinero se invirtió mal y se perdió. Por supuesto, aún hoy, a más de cuatro años de la salida de esos fondos, ningún juez comenzó una causa de oficio para investigar qué pasó.
Los políticos argentinos no pueden hacerse los distraídos sobre el estado lamentable del sistema judicial argentino cuando han sido ellos los que durante años hicieron todo lo posible para adecuar las leyes a sus intereses y necesidades.
Con esto no quiero decir que la justicia -o los jueces, para ser más exactos- sean inocentes; ellos han sabido aprovecharse y sacar rédito de los desastres políticos, cosechando fortunas y haciéndose amigos de políticos poderosos para obtener cargos importantes. Han manejado las leyes a su antojo, protegiéndose unos a otros como una auténtica corporación. También hay entre ellos líneas ideológicas, entre las que se realizan permanentes pulseadas para ver cuál obtiene más poder.
Como prueba de la impunidad de la que gozan los jueces, puedo relatar algo que todavía no ha salido a la luz, pero que es un proyecto presentado por el ex juez y actual diputado Jorge Casanovas.
Dicho proyecto está siendo estudiado por el Consejo de la Magistratura y propone que los jueces investigados por mal desempeño tengan leyes diferentes al resto de los mortales, que sus causas caduquen o prescriban en sólo dos años, y lo más insólito es que se pretende que la ley sea retroactiva, o sea que con esta ley caducarían todas las causas que comenzaron antes del 2003.
Todo esto demuestra a las claras una perversa intencionalidad, tanto de políticos como de funcionarios judiciales, para que entre gallos y medianoche y por medio de oscuras leyes o artilugios legales, puedan ellos quedar exonerados de culpa y cargo de todos los desastres que hicieron o puedan hacer, allanando el camino para seguir amasando fortunas y gozar de una total impunidad.
Cada vez que escribo una de estas notas me pregunto ¿de qué somos culpables los ciudadanos? No soy de los que creen que siempre la culpa es de los demás. Convengamos que los políticos, jueces y todos los que mandan en nuestro país no son extraterrestres que vinieron de la estratósfera a gobernar nuestro país; nacieron, crecieron y se educaron o maleducaron junto con nosotros, quizá hasta tengan nuestros propios vicios. Son, es duro decirlo, una imagen de nuestra sociedad.
La pregunta es cómo revertimos esto, qué debemos hacer como sociedad. Supongo que la respuesta es: crecer, pensar y sobre todo tener mucha memoria. Memoria de quiénes son los que nos han llevado a esto y reconocer las armas que tenemos para que los corruptos no perduren en el poder y para que no continúen impartiendo más injusticia. Ø