Después de referirnos a Francisco Canaro, nos toca obligadamente hablar de Roberto Firpo, porque de ellos partieron las dos corrientes fundamentales de nuestro tango, como hemos de ver.
En efecto, hasta 1910, entre los conjuntos no había líneas diferenciales, siendo los mismos absorbidos por el sentido y calidad del repertorio.
Todo esto cambia cerca del 20. Los conjuntos no tenían una denominación especial. A lo sumo se hablaba de cuartetos o de tríos. De la imaginación de Vicente Greco surgió la denominación de orquesta típica criolla, simplificándose luego en orquesta típica.
Y los que vienen a cambiar todo lo dicho fueron precisamente dos puntales del tango: Francisco Canaro y Roberto Firpo. Como lo ha explicado Luis Adolfo Sierra, la evolución del tango se iba a producir sobre la base de dos corrientes diametralmente opuestas, la tendencia tradicional y la evolutiva.
La primera, la de Canaro, tiene un esquema tradicional, simpleza armónica y rígida acentuación rítmica, sumamente marcada, pesada y de menor velocidad tiempista que en el tango primitivo. Esto es lo que se dio en llamar la marcación cuadrada, que sacrifica el sentido cantable de la melodía para volcarse hacia lo exclusivamente bailable.
La segunda surgió con propensión a lograr para el tango una mayor musicalidad, aumentando las aptitudes técnicas y expresivas. Esta fue la de Roberto Firpo, que incorpora para siempre el piano en las orquestas típicas y empieza a tratar al tango con una base sólida, flexible, ágil de acentuación pausada.
Ambas orquestas, la de Canaro y la de Firpo, fueron durante cincuenta años la escuela onde salieron la mayoría de los instrumentistas de calidad. Firpo nacido en Las Flores, el 10 de mayo de 1884, trabajó en oficios diferentes durante su primera juventud. Estando en los talleres Vasena, conoce al bandoneonísta Juan Bautista Deambroggio, quien lo lleva al que sería su profesor de piano, Alfredo Bevilacqua.
Roberto Firpo no tardó en componer tangos. Desde El Compinche, La Chola y La Gaucha Manuela hasta que con el correr de los años registró más de doscientas obras. Debutó en La Boca en 1907 en La Marina, pasando luego por lo de Hansen.
La puerta grande se le abre en 1913 en forma accidental en El Armenonville. Los que lo regenteaban decidieron que el director de la orquesta estable sería nombrado por el voto de la concurrencia habitual.
El lugar era muy codiciado, y el día del concurso aparecieron prestigiosos conjuntos como el de Juan Maglio y el del tano Genaro. Firpo, hasta entonces pianista de Genaro, decidió presentarse solo y fue el ganador. Un guitarrista de Genaro pretendió mostrar su total desacuerdo y con puñalada mediante envió a Firpo al hospital.
En el 16, Firpo es invitado al café La Giralda de Montevideo, por lo único que servía en ese momento como promoción: el prestigio.
Una noche a Firpo, según cuenta Enrique Cadicamo, se le acercó un joven uruguayo entusiasta por la música popular y modestamente le hizo saber que había compuesto una marcha estudiantina, que había estrenado la troupe Ateniense, a la que él pertenecía por ser estudiante de arquitectura. Siguió diciéndole que ahora la había puesto en tiempo de tango y que se la entregaba para que le diera un vistazo. El joven como todos sabemos era Gerardo Matos Rodríguez.
Contrariamente, Ulyses Petit de Murat en "Presencia viva del tango" sostiene que fue un compañero, Manuel Barra, luego compositor conocido del Uruguay, el que tuvo el atrevimiento de llevárselo al maestro. Escrita en clave de sol, definida como tango, nacía La Cumparsita, el tango más popular de todos los tiempos.
Lo cierto es que a los pocos días, Firpo no sólo le había echado un vistazo, sino que también le hizo unos retoques. Y la estrena en La Giralda, aclarando que es la obra primera de un uruguayo. Exito rotundo. Regresa a Buenos Aires y se presenta en el bar Iglesias de la calle Corrientes al 1300, y dando a conocer a La Cumparsita, la lanza al éxito mundial.
El espaldarazo de El Armenonville había dado impulso definitivo a su carrera. De ahí había formado un trío con Eduardo Arolas en bandoneón y David Rocatagliata en violín. Luego agregó un segundo violín, flauta y contrabajo.
Junto a Firpo se iniciaron grandes figuras del tango como Arolas, Fresedo, Maffia, Bachicha, Puglisi y otros.
Con un estilo muy personal, al ejecutar Firpo adornaba la melodía de la mano derecha, con una acompañamiento creado por él con la mano izquierda.
Pero fue enemigo de los arreglos espúreos, porque eso llevaba a no reconocer la obra primitiva.
Su estilo para ejecutar era claro, no deformando la melodía.
Sus composiciones abarcaron más de medio siglo y entre ellas podemos recordar: Alma de Bohemio, El Amanecer, Argañaráz, Didí, Curda Completa y Fuegos Artificiales con Arolas. Ø