El mundo está lleno de conformistas, hombres y mujeres que se adaptan al comportamiento del grupo en el que viven y abrazan sin demasiadas consideraciones las nuevas circunstancias impuestas por las mayorías. Los conformistas se amoldan a las reglas escritas o implícitas del estatus quo y ni se plantean disentir con el grupo social, religioso o etario al que pertenecen. Su fidelidad a las normas les brinda seguridad, estabilidad, confort…
Por otra parte, existen aquellos que con creatividad y rebeldía cuestionan cada norma que se les impone. Su vida diaria es un constante remar contra la corriente. En muchos casos, esta personalidad es un rasgo natural; no aprenden a ser inconformistas, lo llevan en la sangre. Caminar la ruta menos transitada y con más obstáculos suele ser cansador y hasta peligroso, pero la alternativa para ellos es mucho peor.
A lo largo de la historia se han destacado en todo el mundo grandes inconformistas, y muchos de ellos han desencadenado grandes cambios en las sociedades en las que se desarrollaron. Piense con nosotros por un momento en Galileo Galilei, declarado herético por la Iglesia -en momentos en los que una acusación así no era chiste- solo por revelar los resultados de sus investigaciones científicas sobre el universo, que contradecían las disparatadas afirmaciones religiosas de la época. O en Marie Curie, la primera mujer en recibir un Premio Nobel (¡y dos veces!) por sus estudios en física y química, quien debió comenzar su carrera científica en una escuela underground ilegal, ya que en esos momentos las mujeres no se podían matricular en una universidad del imperio ruso que por entonces ocupaba su natal Polonia. Qué decir de nuestro propio José de San Martín, padre de la patria argentina, cuya historia es más conocida por todos nosotros. O de W. E. B. DuBois, activista afroamericano socialista durante la época del macartismo estadounidense, luchador contra el racismo, las armas de destrucción masiva, y los derechos civiles de los oprimidos del mundo, acusado de ser un agente extranjero y salvado de la cárcel por intervención de otro genio rebelde, Albert Einstein.
Hoy nos queremos referir aquí a un rebelde local más contemporáneo, pero a quien la historia seguramente le reservará también un prominente lugar. Se llama Ralph Nader, y es un abogado y activista enfocado en la protección al consumidor, las causas del medio ambiente, y las reformas políticas. Su biografía es sumamente colorida y ha sido objeto de infinidad de libros y documentales. Tres veces candidato presidencial outsider, Nader bien podría ser el “poster child” del inconformismo estadounidense de las últimas décadas, caminando de la mano de los poetas beatniks, el activista rural César Chávez, o el académico Noam Chomsky, entre tantos otros. Si algo le faltaba a Nader para conquistar los corazones de la tribu de El Suplemento es su nuevo emprendimiento, tal vez el más insignificante comparado con los muchos que ilustran su actividad social y política de décadas, pero que nos toca muy de cerca.
A días de haber cumplido sus 89 años, Ralph Nader acaba de lanzar un periódico local… ¡impreso! Sí, cuando el mundo entero habla del ocaso de la prensa impresa, Nader, oyendo las demandas de los vecinos de Winsted, Connecticut, editó el The Winsted Citizen, un periódico que por ahora es mensual, pero que trabaja ya para pronto hacerlo semanal, y por qué no, diario.
Cuando cierra un periódico local -cosa que ocurrió hace poco en esa comunidad- la gente pierde contacto con lo que ocurre a nivel local, advierte Nader, no sabe bien qué pasa con los asuntos políticos que le competen directamente, lo que pasa en las calles que camina a diario, e incluso se desconecta de asuntos que unen a la comunidad, como nacimientos, casamientos, eventos deportivos locales o los logros académicos o profesionales de sus vecinos.
En relación a esta movida de Nader, Terry Cowgill, periodista de CT News Junkie, declaró lo que muchos de nosotros sentimos en carne propia: “Me gusta la prensa impresa. A mis 65 años, todavía me gusta tener un periódico impreso en la mano. La mayoría de las personas de menos de 50 apenas ha tenido uno en las suyas”. Así es, nosotros tampoco renegamos de las nuevas tecnologías y formas de comunicación -de hecho, usted sabe que contamos con una muy activa página web desde hace años- pero, como Cowgill y millones más, nos fascina tener un periódico o revista impresa en las manos.
Desde la oficina de El Suplemento aplaudimos la decisión de Ralph Nader y le deseamos el mayor de los éxitos con esta nueva publicación. Bien sabemos por aquí lo que cuesta remar contra la corriente, pero también experimentamos cada mes las enormes gratificaciones que reporta el esfuerzo.¤