Postales de la Argentina

Postales de la Argentina

Los extremos son cada vez más notorios. Marginalidad, inflación y violencia en un país que se resiste a perder sus encantos

Vivir en este hermoso país exige gran valentía y dosis abismales de resiliencia para la mayoría. Para una pequeña minoría, es un lugar paradisíaco.

Los indicadores macroeconómicos señalan que para gran parte de la población todo cambia, permanentemente... para peor. Muchos advierten que el país se desliza desde hace décadas por una ladera hacia un profundo acantilado.
El PBI argentino se contrae sin cesar año tras año, los registros de pobreza e indigencia aumentan a paso firme, y el papel moneda se devalúa diariamente y no sirve como ahorro.
Los delitos violentos, con muertes, se acrecientan sin cesar. Nadie se encuentra a salvo, en ningún lado, a ninguna hora.
La inflación, la segunda más alta del continente y una de las 5 más altas del mundo, dejó de ser un fenómeno coyuntural para convertirse en algo estructural. Al momento, es medalla de plata, solo superada por Venezuela, que encabeza el podio. La inflación, que ya se encuentra fuera de control, corroe los salarios de todos los pobres, empleados y jubilados, aunque resulta ser algo muy fructífero y rentable para pequeños grupos de privilegiados.

“Millones de argentinos no tienen recursos para alimentarse todos los días. Hay marginados que son absolutamente ignorados por el estado en todos sus niveles: nacional, provincial y municipal. Más allá del gobierno de turno, son y fueron invisibles para todos los políticos”

A todas esas vicisitudes, ahora se agregó la revuelta de los mapuches, que se manifiestan con actos cada vez más violentos. Esos “indios”, originarios de Chile, desconocen al estado argentino y pretenden crear un estado independiente. A pesar de ello, gozan de la protección y admiración de muchos altos funcionarios del gobierno nacional y notorias figuras públicas, creando focos de conflicto y tensiones entre el gobierno nacional y gobiernos provinciales donde se llevan a cabo sus actos vandálicos.
Más allá de todos esos pesares, la argentina aún sigue siendo un hermoso lugar para vivir, por la cordialidad de la gente, las amistades, el clima, las bellezas naturales. Eso sí, para admirar y disfrutar de esos beneficios se necesita contar con altos ingresos (por trabajo, negocio o rentas), grandes ahorros (en dólares o euros), ser propietarios de uno o más inmuebles en zonas seguras, y recibir atención médica privada.
Esta pequeña postal permite apreciar que, dentro de un mismo país, región, provincia, ciudad, barrio, calle e incluso edificio de la Argentina, las personas o familias viven realidades diametralmente diferentes. Unos disfrutan, mientras que otros padecen.
Nada nuevo bajo el sol. En realidad, nada excepcional en el planeta tierra.

Pobreza extrema y riqueza para pocos
¿Hay pobreza? Por supuesto: millones de argentinos no tienen recursos para alimentarse todos los días. Hay marginados que son absolutamente ignorados por el estado en todos sus niveles: nacional, provincial y municipal. Más allá del gobierno de turno, son y fueron invisibles para todos los políticos.
A esos marginados habría que sumarles los millones de jubilados y jubiladas que cobran el mínimo y son pobres eternos, dado que sus ingresos no les alcanzan para cubrir sus necesidades básicas. Ni antes, ni ahora… ni en el futuro. De allí la etiqueta de pobres eternos, porque no existe ninguna posibilidad de que sus ingresos superen el límite de pobreza. Esto es fácilmente demostrable porque cada cierto tiempo los “supuestos” representantes del pueblo en el Congreso Nacional modifican los índices de actualización de jubilaciones, y siempre es hacia la baja. Esto significa que esos pobres eternos, con el tiempo, serán aún más pobres, porque ni siquiera los aumentos que reciben se ajustan a los índices de inflación.
¿Hay riqueza? Claro. Los privilegiados son pocos, pero cada vez más ricos. En el último fin de semana largo, de cuatro días, vacacionaron poco más de 4 millones de residentes a lo largo y ancho del país, un 10% aproximadamente del total de la población. De estos, los privilegiados de verdad son seguramente unos pocos miles. Las cifras más fiables de la cantidad de privilegiados certificados surgen de las estadísticas oficiales de la Dirección Nacional de Migraciones. De allí se desprende que en 2020 se registró la salida de 905.515 argentinos al exterior, contando los meses de enero, febrero y parte de marzo de ese año. Esto es antes de que se impusiera la cuarentena más larga del mundo por la pandemia de Covid-19, aunque en el transcurso de enero/agosto 2021 salieron del país poco más de 331.000 pasajeros. (Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas y Censo - INDEC)
Descontando casos de viajes de negocios, enfermedad, visitas familiares y migrantes, eso coloca prima facie a unas trescientas mil personas en el grupo de privilegiados reales, con la suficiente capacidad económica para solventar vacaciones que cuestan varios miles de dólares. Algo que no figura en la agenda, ni en los sueños febriles, de los millones de pobres e indigentes que luchan diariamente por subsistir.

“Argentina aún sigue siendo un hermoso lugar para vivir, por la cordialidad de la gente, las amistades, el clima, las bellezas naturales. Eso sí, para admirar y disfrutar de esos beneficios se necesita contar con altos ingresos”

Durante varias décadas, especialmente entre 1950 y 1975, la argentina se caracterizó por poseer una pujante clase media. En aquellos tiempos, un trabajador de oficina, obrero o pequeño comerciante podía aspirar a comprarse una propiedad, o un terreno donde construir su casa. Pero a partir de marzo de 1976, cuando la dictadura militar genocida derrocó al gobierno constitucional y democrático de Isabel Perón, ese estado de cosas desapareció para siempre. Si bien a partir de 1983 se reinstauró la democracia, los buenos tiempos no volvieron más.

La salida es Ezeiza
Y de eso son muy conscientes los jóvenes. Esto surge de una encuesta reciente: el 71% de los que tienen entre 16 y 24 años y el 77% de los que tienen entre 25 y 34 años creen que en la próxima década la pobreza aumentará y no ven ninguna perspectiva de mejora. Esos mismos encuestados dijeron que si tuvieran que elegir un país donde vivir, estos serían: España (25%) Estados Unidos (11%) e Italia (9%). Por otra parte, seis de cada 10 argentinos que piensan en irse a vivir al exterior consideran que la situación económica actual y futura es la principal razón para emigrar.
Obviamente, el pequeño porcentaje que no padece problemas económicos no tiene ninguna intención de emigrar. ¤

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