Un criminal de guerra Nazi en Argentina
Esta es una historia real, pero poco conocida. Los hechos indican que Adolf Eichmann, el criminal nazi más buscado de su época, se dejó atrapar por los agentes israelíes del Mossad. Y por eso lo capturaron el 11 de mayo de 1960 frente a su casa de la calle Garibaldi, San Fernando, Provincia de Buenos Aires.
Al respecto, hay un par de preguntas que merecen analizarse: ¿por qué este genocida se dejó atrapar? ¿Por qué los libros, documentales y películas sobre este caso omiten mencionar que Eichmann sabía que iba a ser secuestrado… y no huyó?
Una de las respuestas se encuentra en la delirante cosmovisión de los nazis de las SS, que entre sus principales creencias destacaban el valor de “las profecías”, a las cuales consideraban cuasi predestinaciones. Adolf Hitler, el 30 de enero de 1939, pronunció un discurso en Berlín que no deja dudas al respecto: “Más de una vez en el curso de mi vida he sido profeta, y siempre me han ridiculizado por ello. Durante mi lucha por el poder, cuando decía que llegaría un día en que yo tomaría el mando del Estado y con él, el de toda la nación, y que entonces, entre muchas otras cosas, solucionaría el problema judío, fue la raza judía la que en primer lugar, acogió mis profecías con risas. Pero tengo la impresión de que ya se están atragantando con sus propias risas”.*
Un nazi en Argentina
El teniente coronel (Obersturmbannführer) de las SS nazis, Adolf Eichmann, fue “el arquitecto de la Solución Final, el responsable directo de la muerte de 6 millones de judíos en los campos de exterminio de Auschwitz-Birkenau, Belzec, Chelmno, Sobibor, Treblinka y Majdanek, entre otros.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, logró escapar de los aliados e israelíes que lo buscaban y se mantuvo oculto en Alemania durante cuatro años. Luego huyó a la Argentina en julio de 1950.
Un documento de la Cruz Roja Internacional que lo identificaba como Ricardo Klement le permitió vivir tranquilamente en nuestro país hasta que fue capturado por un comando de elite del Mossad israelí. Pocos días después fue llevado hasta Israel donde fue juzgado, condenado a muerte y ejecutado el 31 de mayo de 1962. Antes de ser colgado, sus últimas palabras fueron: “Larga vida a Alemania. Larga vida a Austria. Larga vida a Argentina”.
Con la captura de Eichmann, el servicio de inteligencia israelí se mostró ante el mundo como uno de los más valientes y eficaces, y a partir de ese momento fue admirado y temido, especialmente por los criminales nazis prófugos y los enemigos del joven estado judío.
Sin embargo, lo que nadie resaltó hasta ahora es que, además de la eficiencia, “el destino” ayudó y mucho a los miembros del Mossad a tener éxito en su difícil misión, ya que más allá de su profesionalidad, los agentes israelíes contaron con la colaboración del propio nazi, porque éste, al creer ciegamente en una profecía sobre su destino, dejó que lo atraparan.
¿Quién profetizó su destino? Hasta ahora nadie lo sabe. Porque ni siquiera Adolf Eichmann lo dijo: “Ya en enero de este año, alguien me dijo que comparecería ante el tribunal antes de que terminara el año. También me dijeron que no sobreviviría a mi quincuagésimo sexto año. Una de estas profecías ya se ha hecho realidad, y la otra, creo, es inexorable”.**
Acepto mi destino
En base a esta información surge una pregunta inquietante: ¿De haberse realizado la misma operación sin esa “profecía”, Eichmann habría sido capturado o habría escapado sin dejar huellas? Nadie lo sabe con certeza. Pero sus declaraciones señalan que se dejó capturar: “Fue esta comprensión la que me hizo rehusar a escapar de la persecución en fuga cuando no pude evitar ver que estaba rodeado de espías, por así decirlo, y que la soga a mi alrededor se estaba apretando más y más. Primero, leí en el periódico que el Primer Ministro israelí Ben-Gurion había emitido la orden para buscarme. Segundo, escuché acerca de un comando que hacía averiguaciones en mi vecindario (Calle Garibaldi) sobre la instalación de una fábrica de máquinas de coser. Querían comprar tierra. Pero en esa área en particular no había ni corriente eléctrica ni agua dulce, y luego descubrí que, a juzgar por su lenguaje, probablemente eran judíos norteamericanos. Yo habría tenido una forma maravillosa de pasar a la clandestinidad otra vez, pero no lo hice. Simplemente continué con mi trabajo y dejé que mi destino me alcanzara. Con los certificados y documentos que tenía, fácilmente podría haber encontrado empleo en alguna institución del gobierno argentino, en la Patagonia, por ejemplo. Rechacé esa idea, porque me dije a mí mismo que ya no tenía derecho a desaparecer…” **
Quizás debido a esa profecía, las primeras palabras que Eichmann dijo al ser capturado por los agentes del Mossad fueron: “Acepto mi destino”.
* N.H. Baynes: The speeches of Adolf Hitler, Londres, 1942.
** Adolf Eichman al Capitán Avner Less durante su interrogatorio en Israel,1960. ¤