Musicka

Musicka

En el 2002, en una conferencia de prensa en Uruguay, Charly García dijo sobre la música de hoy: “No escuchamos música, escuchamos basura, y eso hace que el aire vibra mal, o sea, está mal.”

Podría decirse que la música está enferma. Y creo que ese diagnóstico merece un estudio más desarrollado, que tenga en cuenta factores sociales e históricos que hacen que la música sufra esta condición. Asemejándola a lo que en la psicología individual se llama una crisis existencial, trataré aquí de otorgarle al sujeto (o sea, la música) una oportunidad de reinventarse y plantearse nuevos objetivos.
Este reinventarse –camino necesario al descubrimiento personal –puede ser el inicio de una auténtica revolución artística, algo así como lo fue la obra de Marcel Duchamp, cuando intentó exponer un urinario en una galería de arte. Esto fue en 1917, ¿casualmente? el mismo año de la Revolución Rusa.
Cuando el sujeto, en este caso la música, sufre una crisis existencial, desarrolla una imagen negativa de sí misma, del mundo y del futuro. Por eso, al llamar “una basura” a la música, sin tomar en cuenta el contexto social e histórico, es algo como desligarla de su pasado, y nos conduce a caer en la vieja trampa de asociar todo lo moderno con la decadencia cultural.
Es todo lo contrario si tomamos al sujeto en su totalidad contextual. Poco importa, por ejemplo, que Bono cante canciones de protesta mientras firme contratos multimillonarios con Apple y esconda fortunas en Panamá para evadir pagar impuestos. Pero esta notable artificialidad no se aprecia por el consumidor promedio que, con su iPod que guarda 14,000 canciones, intercambia su criterio por la comodidad. Sobre estimulado y con una especie de déficit de atención de adultos, el consumidor va en busca de la gratificación instantánea, como un drogadicto, buscando su próximo hit para apaciguar la necesidad de cualquier forma. De todos modos, me parece prematuro echarle toda la culpa a la tecnología. En cambio, creo que Enrique Discépolo se aproxima más a la razón.
En 1935, Enrique Discépolo escribió proféticamente en su tango, Cambalache: “Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé. En el quinientos seis y en el dos mil, también”. Ese año fue caracterizado por el fraude electoral en Argentina, y por el fascismo generalizado a nivel mundial. Por eso, me pregunto, a cien años de la revolución rusa y el inodoro de Duchamp, si llamar basura a la música de hoy no implica un deseo de algo distinto. Y si la música, como postulo aquí, responde al evento histórico, ¿no implica necesariamente una insatisfacción política? Si sospechamos, como Charly, que la música se desvaloriza en su reproducibilidad barata, ¿cuánto de ese rechazo se basa en un conflicto generacional y/o político irresuelto, ya que, en términos reales, la música es más accesible – es decir, más democrática – que nunca?
No me sorprende, en fin, que Charly añore, en un presente confuso y opaco, una música como era antes. Es que no pudo cumplir, más que superficialmente, con su promesa revolucionaria del movimiento contracultural de los años sesenta. El lamento por la basura de hoy es, entonces, el lamento por el desperdicio de ayer. ¤

  thegauchos

Perfiles Nuestra Gente

De Nuestra Comunidad

Recetas

El Trago del Mes

Deportes

Fitness

Fauna

error

sopa

Leyendas

Hojea La Revista

Grandes músicos

suple

generac-home-standby-generator-banners

Perdidos en el tiempo

Historias Gauchas

Turismo

Recorriendo California

Libros

Acerca de Nosotros

logo

El Suplemento es el principal medio argentino del Sur de California. Fundado en el año 2000, es una revista de distribución gratuita en todos los locales argentinos, con una tirada aproximada de 10.000 copias. Cubre la comunidad argentina local e información de utilidad para los compatriotas en el exterior.

Connect with us

Welcome to El Suplemento Magazine

Phone: (818) 590-8407

Email: director@elsuplemento.com

Website: www.elsuplemento.com

Address: P.O.Box 570123
Tarzana, CA 91357-0123

Nuestras Redes Sociales

Facebook

instagram

Twitter linkedin