Del genial Juan Verdaguer (*)
El psiquiatra me dijo que me estaba volviendo loco. Yo le dije que quería una segunda opinión. "De acuerdo”, me dijo: “usted también es feo".
Siempre que salimos mi mujer y yo, caminamos tomados de la mano...
Si la suelto, se pone a comprar...
Ella tiene una batidora eléctrica, una tostadora eléctrica, una máquina de hacer pan eléctrica... Un día me dijo:
- Caramba, tenemos un montón de aparatos eléctricos y no tenemos nada para sentarnos...
Pensé en comprarle una SILLA ELÉCTRICA, pero me contuve... es la madre de mis hijos.
Yo me casé con doña "Tengo Razón"... Solo que no sabía que su segundo apellido era "Siempre”.
Ya hace 18 meses que no hablo con ella... Es que no me gusta interrumpirla.
Tengo que admitir que nuestra última discusión fue culpa mía.
Cuando ella me preguntó:
-¿Qué estás viendo en la tele...?
Yo le contesté:
- Bastante polvo, deberías limpiar...
En el principio, Dios creó el mundo y descansó... Creó al hombre y descansó... Después creó a la mujer...
Desde entonces ni el mundo, ni el hombre, ni Dios tuvieron más descanso.
Un día se estropeó nuestra cortadora de césped eléctrica. Mi mujer me colmaba la paciencia dándome a entender que yo debería arreglarla.
Por mi parte, siempre acababa teniendo otras cosas más importantes que hacer, como lavar el coche, hacer un informe, en fin, lo que para mí parecía más importante.
Un día ella encontró un muy sutil modo de convencerme: Cuando llegué a casa, me la encontré agachada en el césped, que estaba muy alto, recortándolo con su tijerita de costura.
Eso me llegó al alma... me emocioné. Decidí entrar en la casa y volví después de unos minutos, llevándole su cepillo de dientes... Se lo entregué, y se me ocurrió decirle:
- Cuando termines con el césped, ¿podrías también barrer el patio?
Después de aquello, no me acuerdo de nada. Estoy en blanco. Los médicos dicen que volveré a andar, ¡pero que cojearé por el resto de mi vida!
El matrimonio es una relación entre dos personas, en la que una siempre tiene razón, y la otra es el marido.
El matrimonio es la causa número uno de divorcio.
Estadísticamente, el 100 por ciento de los divorcios comenzó con un matrimonio.
Le pregunté a mi mujer adónde quería ir para nuestro aniversario.
Ella me dijo:
- A algún lugar en el que no haya estado hace mucho tiempo.
Así que le sugerí la cocina.
Está probado que en Estados Unidos un hombre es atropellado cada tres minutos. No me explico el aguante de ese hombre.
Mi hijo mayor tiene 62 años, en cualquier momento me pasa.
Tengo tantos chistes para contarles que me siento como aquel sultán, que cuando cumplió 20 años le regalaron 50 hermosas muchachas; es decir, sé lo que tengo que hacer pero no sé por dónde empezar.
Me he pasado la vida estudiando el humorismo desde todo ángulo posible: psicológicamente, fisiológicamente, biológicamente, antropológicamente y estúpidamente.
El otro día fui a un siquiatra. Me pidió 1.000 pesos adelantados, yo le dije: "Doctor, es mi problema el que vengo a resolver, no el suyo".
La vez pasada me recomendaron un doctor muy bueno. No como esos doctores que lo tratan a uno del hígado y uno se muere del corazón. Éste lo trata a uno del corazón, y uno se muere del corazón.
Mi esposa y yo tenemos el secreto para un matrimonio feliz: dos veces a la semana vamos a un restaurante y disfrutamos de una rica comida y un buen vino. Ella va los martes, y yo los viernes.
El humor tiene tres vertientes: la exageración, el ridículo y la suegra.
El otro día me encontré con un amigo. Me preguntó cómo estaba mi mujer. -¿Comparándola con quién?- le contesté.
Falleció un humorista amigo en la mayor indigencia y entonces con otros colegas decidimos hacer una colecta para enterrarlo. Me dirigí a un señor y le pedí 10 pesos para enterrar a un humorista, el hombre me dio 30 y me dijo: “Tome, entierre tres".
Indiscutiblemente, los cómicos no son nada: nacen, viven, se mueren, los entierran, se convierten en fertilizante, crece el pasto sobre él, viene un caballo y se lo come, después de cumplido este proceso físico - químico, hay que tener cuidado dónde pisamos, porque puede ser un primo nuestro.
Un borracho se acerca a un parquímetro, pone una moneda y se queda mirando el medidor. "¡La pucha! -dice-. ¡Ahora resulta que peso media hora!".
El violín me salvó de muchísimas situaciones porque al principio tenía que empeñarlo seguido.
Tantas veces que el hijo del prestamista tocaba mejor que yo.
La otra noche fuimos a cenar románticamente a la luz de las velas. Mi mujer, de pronto, me dice:
- Mirá, el joven de la corbata roja me está sonriendo.
- ¡Bah! La primera vez que te vi, ¡yo también me morí de risa!
(*) Juan Francisco Verdaguer, conocido simplemente como Juan Verdaguer (Montevideo, 30 de julio de 1915– Buenos Aires, 14 de mayo de 2001), fue un humorista y actor uruguayo residente en Argentina que tuvo una destacada actuación en los escenarios de América Latina