Magia negra, política y religión en el siglo XXI

vuduLos grandes medios de comunicación habitualmente difunden noticias sobre manifestantes que en todas partes del mundo queman banderas, retratos o muñecos de los más diversos orígenes. Si bien los símbolos que representan a los Estados Unidos son los más habituales, no son los únicos.
En los primeros días de julio pasado, cuando el presidente boliviano Evo Morales regresaba desde Moscú, su avión fue obligado a aterrizar imprevistamente en Viena, Austria, ya que información de inteligencia estadounidense sospechaba que la nave llevaba escondido al topo de la NSA y la CIA, Edward Snowden. Al otro día, miles de bolivianos marcharon a la embajada de los Estados Unidos en La Paz donde quemaron figuras del Tío Sam, fotos de Barack Obama y banderas de los Estados Unidos. En la movida cayeron también Francia, España, Italia y Portugal, ya que estos cuatro países negaron el permiso para que el avión de Morales usara sus aeropuertos o el espacio aéreo correspondiente y pudiera volver normalmente a su país. En octubre de 2011 hinchas del equipo de futbol Manchester City, del Reino Unido, quemaron un muñeco del futbolista argentino Carlos Tevez  y decenas de camisetas con su nombre luego de que éste se negara a entrar al campo en un partido frente al Bayern Munich, tras un desencuentro con el técnico de su equipo.
Por su parte, decenas de manifestantes en Seúl, Corea del Sur, quemaron la figura de un misil y muñecos que representaban al actual líder norcoreano Kim Jong-un, a su padre Kim Jong-il y a su abuelo Kim Il-sung. Lo más curioso es que estos dos últimos fallecieron hace varios años y que esto sucedió en abril de 2013.
La quema de fotos, muñecos y banderas es tan común y frecuente que ya dejó de ser noticia de primera plana, aunque es visto diariamente por millones de personas. Pero no todos los afectados reaccionan de la misma manera. El 11 de septiembre pasado, al finalizar una manifestación independentista catalana en Barcelona, varios encapuchados quemaron banderas de España, Francia y de la Unión Europea. Hasta ahí estaba todo más o menos bien. Pero las cosas empeoraron cuando le prendieron fuego a una fotografía del Rey Juan Carlos. Como esto se considera un delito contra la corona, intervinieron la Fiscalía y la Audiencia Nacional a fin de identificar y castigar a los que quemaron la foto del Rey. El delito de injurias a la Corona es para tener en cuenta, dado que prevé penas de hasta dos años de cárcel. Posteriormente, y como represalia, el periodista y ensayista español Enrique de Diego Villagrán quemó una “estelada” (la “estrellada” o  bandera no-oficial de los independistas catalanes) en un programa de televisión, provocando una significativa repercusión en toda España, especialmente, por supuesto, en Cataluña.

¿Qué se esconde detrás de la quema y el maltrato de imágenes, banderas y muñecos?
Ni más ni menos que la supervivencia de concepciones mágicas ancestrales en el siglo XXI: magia negra.
El antropólogo escocés James Frazer (1854–1941) en su monumental obra “La rama dorada: un estudio sobre magia y religión” (The Golden Bough: A Study in Magic and Religion) describió claramente cuáles eran “los principios de la magia”. Al respecto, escribió: “Si analizamos los principios del pensamiento sobre los que se funda la magia, sin duda encontraremos que se resuelven en dos: primero, que lo semejante produce lo semejante, o que los efectos semejan a sus causas, y segundo, que las cosas que una vez estuvieron en contacto se actúan recíprocamente a distancia, aun después de haber sido cortado todo contacto físico”.
Aunque parezca sorprendente, lo concreto es que estos principios siguen teniendo plena vigencia en el siglo XXI. Exactamente igual que hace miles de años. De hecho, se puede afirmar que los seres humanos nunca abandonaron las prácticas mágicas primitivas, por más civilizados que aparenten ser.
Analizando el primer principio de Frazer, “lo semejante produce lo semejante”, se deduce que si se quema, golpea, pincha o pisotea una imagen o muñeco que represente al Rey Juan Carlos, Kim Jong-un, Barack Obama o a un John Doe, mágicamente se le estaría provocando un daño a ese individuo. Lo mismo es válido para banderas y símbolos nacionales, políticos o religiosos.
Respecto al segundo concepto, también es muy conocido universalmente gracias a los medios de comunicación globales, que muestran que de alguna forma los objetos o partes quedan impregnados con la esencia de los seres humanos que las usan o tocan. Todos los días, millones de personas ven por televisión o Internet a actores que tocan con cariño (o maldad) fotografías, objetos, prendas o mechones de pelo de sus seres queridos (u odiados). Las acarician (o maltratan) porque están convencidos de que si le dan amor (u odio) a esos objetos personales e inanimados de alguna manera les están transmitiendo cariño (o daño), mágicamente, a las personas que aman (u odian). Esta práctica mágica es muy evidente en las relaciones amorosas fallidas, donde casi todos los despechados maltratan o destruyen prendas, objetos o imágenes de sus ex.
En español la palabra “profanar” describe este fenómeno perfectamente. Según una de las acepciones de la Real Academia Española, significa: “Deslucir, desdorar, deshonrar, prostituir, hacer uso indigno de cosas respetables”. El problema es saber cuáles son las cosas respetables, porque es un concepto altamente subjetivo.
Comprender la real importancia de las creencias mágicas en esta época de globalización es fundamental para la supervivencia, porque desconocerlas muchas veces acarrean consecuencias trágicas, como desde el principio de los tiempos.
Dos casos individuales ejemplifican la vigencia de las prácticas mágicas en este siglo.
1 -El caso más conocido y científicamente documentado de muerte por magia negra o “muerte vudú” es el “Caso Nº 469861” del Baltimore City Hospital. El mismo describe el caso de una joven afroamericana, casada, que en 1967 fue internada por un fuerte dolor de pecho. Luego de varios días y como su salud empeoraba, la paciente pidió hablar con el médico que la atendía. Allí le dijo al facultativo que solo disponía de tres días para salvarla. Relató que había nacido un viernes 13 en Okefenokee Swamp (Georgia, en el límite con Florida) y que la partera que había ayudado a su  nacimiento y al de otras dos niñas predijo que las tres niñas habían sido maldecidas, y que por esa razón morirían jóvenes: la primera antes de los 16  años, la segunda a los 21 años, y la tercera (la paciente) antes de los 23.
La primera de las niñas murió en un accidente automovilístico antes de los 16 años. La segunda, la noche que cumplió 21 años, invitó a una amiga a festejar el fin de la maldición. Pero no pudo escapar a su destino porque una bala perdida la mató mientras celebraba en un bar minutos antes de la medianoche.
Por su parte la paciente internada, que creía firmemente en la profecía, estaba aterrorizada porque el 13 de agosto, en 72 horas, cumpliría 23 años. El médico que la trataba intentó tranquilizarla argumentando que esa era una simple superstición, una creencia mágica sin fundamentos. Pura casualidad. Lo cierto es que el 12 de agosto la paciente murió. Como había profetizado la partera. (“Clinicopathologic conference. Case presentation - BCH 469861-”, John Hopkins Medical Journal, número 120,  pag186-99).
¿Murió esta paciente por su enfermedad pulmonar y cardiovascular o fue horrorizada por el hechizo? *
2 – Ciudad de Buenos Aires. Viernes 6 de abril de 2012. A las 20 horas está por comenzar la procesión del Vía Crucis desde Plaza del Congreso hasta la Catedral Metropolitana. Un sacerdote se dispone a marchar con la multitud de fieles, y a su lado se encuentra una reconocida periodista. Al reconocerlo, dos mujeres que quieren mucho al religioso se acercan y le piden autorización para sacarse una foto juntos. Él acepta y sentencia: “Pero después no se la den a una bruja para que la pinche”. Sencillamente, les pidió a las mujeres que no practicaran magia negra con su imagen.
Lo más destacable es que el protagonista de esta historia fue el Cardenal Jorge Mario Bergoglio. Nada más ni nada menos que el actual Papa Francisco**.

Referencias:
* Abate, Hugo. Walter B. Cannon y la “muerte vudú”: una exploración en las fronteras de la biomedicina. Tesis de doctorado. Universidad de Buenos Aires, 2007. Pag 121.
** “Mi amigo el padre Jorge”, Barrios Alicia, Sarmiento Editorial, 2013, Pag 55/57. ¤

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