Ideas para prevenir que los pobres y desocupados del mundo sean una carga para sus gobiernos, entidades financieras, especuladores y padres, y para hacerlos útiles a los consumidores del Siglo XXI
Debido a la crisis económica que atraviesa el mundo, con millones de excluidos y desocupados, prácticamente no hay muchos que vivan tranquilos, ya que gracias a los nuevos planes de ajuste, hasta a los otrora privilegiados trabajadores europeos se les están reduciendo los sueldos y aumentando la edad jubilatoria.
Angustiados, cientos de investigadores recurren a textos de todas las épocas, ideologías e idiomas, intentando encontrar una fórmula que permita encontrar una solución. Solución, obviamente, sólo para algunos, especialmente para que las grandes corporaciones bancarias y especuladores financieros puedan volver a enriquecerse obscenamente y en silencio, con el dinero de los demás.
Ante este desolador panorama y pensando en cómo solucionar los problemas del mundo, recordé haber leído hace muchos años “Una modesta proposición”, una obra de Jonathan Swift (el autor de los famosos Viajes de Gulliver) que me sirvió de inspiración para solucionar el problema económico que aqueja al mundo en estos días.
“Una modesta proposición” ("A Modest Proposal") es el título de un corto ensayo satírico escrito por Swift en Dublín, Irlanda, en 1729. El texto completo se puede leer fácilmente en varios sitios de Internet, tanto en español como en inglés. A pesar de que fue escrito hace casi tres siglos, estoy convencido de que actualizándolo adecuadamente se podrán solucionar muchos de los problemas que aquejan a los políticos, especuladores y empresarios.
Swift, gran observador, notó que la cantidad de niños sin futuro que nacían en Irlanda se incrementaba geométricamente, así como que sus pobres y marginados padres no tenían los mínimos recursos económicos necesarios para alimentarlos y educarlos. Ante el aumento escandaloso de la miseria, marginación absoluta y aumento de la delincuencia, ante la absoluta indiferencia de las autoridades gobernantes por auxiliar a las familias necesitadas, el genial escritor recurrió a esta famosa sátira para proponer una posible solución al problema de los miles de niños que terminarían sus días, inexorablemente, excluidos de la sociedad. Y es entonces cuando Swift escribió esta sátira que convulsionó a la sociedad de su época, que no llegó a entender que se trataba de una manera poco ortodoxa para despertar conciencia sobre la desigualdad e injusticia que reinaban en su país.
Entre las frases más perturbadoras de “Una modesta proposición” se destacan:
“Propondré ahora humildemente mis propias reflexiones, que espero no se prestarán a la menor objeción. Me ha asegurado un americano muy entendido que conozco en Londres, que un tierno niño sano y bien criado constituye al año de edad el alimento más delicioso, nutritivo y saludable, ya sea estofado, asado, al horno o hervido; y no dudo que servirá igualmente en un fricasé o un ragout”.
“Un niño llenará dos fuentes en una comida para los amigos; y cuando la familia cene sola, el cuarto delantero o trasero constituirá un plato razonable, y sazonado con un poco de pimienta o de sal después de hervirlo resultará muy bueno hasta el cuarto día, especialmente en invierno”.
“Ya he calculado el costo de crianza de un hijo de mendigo (entre los que incluyo a todos los cabañeros, a los jornaleros y a cuatro quintos de los campesinos) en unos dos chelines por año, harapos incluidos; y creo que ningún caballero se quejaría de pagar diez chelines por el cuerpo de un buen niño gordo, del cual, como he dicho, sacará cuatro fuentes de excelente carne nutritiva cuando sólo tenga a algún amigo o a su propia familia a comer con él. De este modo, el hacendado aprenderá a ser un buen terrateniente y se hará popular entre los arrendatarios; y la madre tendrá ocho chelines de ganancia limpia y quedará en condiciones de trabajar hasta que produzca otro niño”.
“…Yo deseo que esos políticos que no gusten de mi propuesta y sean tan atrevidos como para intentar una contestación, pregunten primero a los padres de esos mortales si hoy no creen que habría sido una gran felicidad para ellos haber sido vendidos como alimento al año de edad de la manera que yo recomiendo, y de ese modo haberse evitado un escenario perpetuo de infortunios como el que han atravesado desde entonces por la opresión de los terratenientes, la imposibilidad de pagar la renta sin dinero, la falta de sustento y de casa y vestido para protegerse de las inclemencias del tiempo, y la más inevitable expectativa de legar parecidas o mayores miserias a sus descendientes para siempre”.
En estos días, la idílica y turística imagen que casi todo el mundo tenía de San Carlos de Bariloche se desmoronó estrepitosamente. De pronto, toda la Argentina descubrió que en esa ciudad, donde millones de estudiantes pasaron sus vacaciones de egresados, residen, ocultos, miles de jóvenes marginados, pobres, desocupados, sin contención social y lo más preocupante, sin futuro. Que viven en verdaderos ghetos de los cuales casi no pueden salir, porque en temporada alta la policía provincial les impide deambular por las calles del circuito turístico. Fue a raíz del asesinato de tres jóvenes a manos de la Policía de Río Negro, en situaciones más que sospechosas, que de pronto salió a la luz que esa es una ciudad “esquizofrénica, con un cordón cinco estrellas y muy cerca una pobreza pronunciada”, según las palabras del Obispo de San Carlos de Bariloche, monseñor Fernando Maletti
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su informe anual Tendencias Mundiales del Empleo, el número de desempleados en el mundo alcanzó cerca de 212 millones en 2009 tras experimentar un incremento de 34 millones comparado con 2007. Pero eso no es todo: el informe también señala que el número de jóvenes desempleados en el mundo aumentó en 10,2 millones en 2009, el mayor aumento registrado desde 1991. Y la OIT, asimismo, estima que el porcentaje de trabajadores con empleos vulnerables a nivel internacional supera los 1.500 millones de personas, lo que equivale a más de la mitad (50,6 por ciento) de la fuerza laboral planetaria. En base a lo anterior, creo que deberíamos inspirarnos en Jonathan Swift y proponer una alternativa global que solucione definitivamente el problema de tantos jóvenes, desocupados y marginados que deambulan por el mundo. La solución que propongo es el “Proyecto Australia”. ¿En qué consiste? Simplemente en una guerra feroz, fundamentalista, kamikaze y de alcance mundial. Como Australia es una enorme isla, en gran parte desértica, sería muy fácil implementar allí el proyecto. Solo haría falta que todos los países del mundo declararan la III Guerra Mundial y que se reconocieran como enemigos acérrimos. Todos contra todos. Apelando al nacionalismo, se podrían enviar millones de soldados reclutados entre los grupos de jóvenes marginados, pobres, desocupados y ancianos a pelear, literalmente, hasta la muerte. Además, el proyecto está condenado al éxito (como diría el ex presidente Duhalde) porque los soldados que no mueran por las balas y misiles morirán por el calor, por los cocodrilos y las especies venenosas que pululan en la tierra y mares de esa gran isla-continente. De esta forma, en unos cuantos años, el mundo sería un lugar mucho mas hermoso y seguro para vivir. Para la gente como uno, obviamente. ©