A lo largo de la historia se ha demostrado que las crisis económicas y políticas son cíclicas; ni siquiera los grandes imperios de la antiguedad o las superpotencias contemporáneas han podido evitar los colapsos financieros, las turbulencias políticas y sociales, la caída de emperadores, reyes, gobernantes y tiranos. De hecho, a pesar de que por lo general se necesita de cierta distancia en el tiempo para poder juzgar los acontecimientos con más claridad, es indudable que buena parte del mundo atraviesa en la actualidad una seria crisis económica que quizás tenga su capítulo aparte en los libros de historia futuros. Se hablará de cuando la estructura capitalista fue sacudida a causa de la voracidad y las trampas ejecutadas por las mismas corporaciones y “hombres de negocios” que le daban identidad al sistema.
Como residentes argentinos en los Estados Unidos nos preocupan ambos países: el que nos vio nacer –que es además en el que viven la mayoría de nuestros seres queridos y al que muchos pensamos regresar en un futuro más venturoso- y aquel en el que elegimos vivir. Ambos han sido tremendamente afectados por la crisis, aunque seguramente muchos compatriotas en Argentina contemplen una vez más emigrar hacia el Norte en busca de oportunidades, al menos “hasta que la cosa aclare”. Sin embargo, esta vez no encontrarán un mercado laboral abierto y dinámico como en los no tan viejos tiempos, sino todo un país sumamente cauto a la hora de gastar e iniciar nuevos emprendimientos. Europa, que en los últimos años ha sido la elección número uno a la hora de emigrar, no ofrece tampoco perspectivas mucho más alentadoras.
De todas maneras, el argentino es un pueblo de gente que no duda demasiado a la hora de buscar nuevos destinos cuando la cosa en el país se torna por demás difícil. Por eso muchos predecimos ya que la comunidad argentina local se irá agrandando este año, tal cual sucede cada vez que nuestro país se sumerge en una de las acostumbradas crisis. Nuestra labor, a pesar de vernos perjudicados también aquí por la actual situación económica mundial, será abrirle los brazos a nuestros compatriotas que lleguen, ayudándolos a dar los primeros pasos, orientándolos, dándoles contención, tal como han hecho otros compatriotas con nosotros mismos cuando por primera vez pisamos el suelo de este país.
Todos, aquí y allá, dejamos atrás un 2008 turbulento que muchos preferirán olvidar. Una vez más, les deseamos a todos nuestros hermanos argentinos e hispanos que nos leen un gran año 2009 lleno de felicidad y éxitos. ©