El terrorismo volvió a golpear, esta vez en Inglaterra y Egipto. Un grupo de militantes islámicos vinculados a Al Qaeda reivindicó los atentados que terminaron con la vida de decenas de trabajadores, estudiantes, turistas... todos ellos inocentes.
Ayer fue en España, hoy sigue sucediendo a diario en Irak. Hace unos años el blanco fue Nueva York y once años atrás Buenos Aires. Creemos que nada justifica las acciones inhumanas de los terroristas, ni los exculpan sus creencias religiosas o políticas.
Aunque parezca mentira, hubo quienes festejaron por la caída de las torres gemelas, y otros dijeron que había “algunos” inocentes que murieron en la AMIA. La mayoría considera que todo ocurre muy lejos de donde uno vive y por lo tanto no les preocupa.
La verdad es que al momento de juzgar al terrorismo muchos lo hacen con la misma postura que mostraron frente al SIDA. “Una enfermedad de homosexuales”, pensaban muchos, como si un ser humano por su condición de homosexual mereciera tal “castigo divino”. La alarma sonó cuando nos enteramos de casos de contagio entre gente heterosexual, entre enfermos que necesitaban transfusiones de sangre o diálisis. Hoy el SIDA es un problema que nos incumbe a todos.
El terrorismo también es un problema de todos; no sólo de los Estados Unidos y los demás países que apoyaron sus incursiones bélicas. Se podrá discutir si estas incursiones bélicas exacerbaron o no los ataques terroristas.
Pero hoy, ataquen a quien ataquen, condenamos el accionar de estos grupos terroristas, cuyos miembros desprecian sus propias vidas y no respetan las nuestras.
La frase del mes:
"Asumir las culpas sin hallar a los culpables no alcanza".
Del presidente de la AMIA, Luis Grynwald, en respuesta al discurso del presidente Kirchner.Ø