Hace un tiempo atrás un amigo mío, funcionario público él, nos relataba una anécdota real, acerca de un argentino preso en una cárcel, no en nuestro país, que lo único que pedía era que no se lo violen más, iba a seguir preso, o sea mal, pero el hecho que no lo ultrajaran más, lo iba a hacer sentir menos mal de lo que estaba.
Esta anécdota la relaciono con la actualidad de nuestro país y la sensación que puede crear un poco de tranquilidad comparado con la locura que hubo a fines del año 2001 y el año 2002.
La sensación de recuperación económica que se está dando en nuestro país, no es otra cosa que lo que podemos llamar el efecto rebote de haber tocado fondo y lo poco bueno que dio la devaluación devastadora de Duhalde y compañía. Esto, haría parecer que estamos mejor.
No nos engañemos, miro con mucho temor los niveles de optimismo de la gente, y lo que puede llegar a ser una nueva decepción, y lo que puede producir en el gobierno la alta popularidad alcanzada producto de creer que estamos bien.
En un off the record, un ministro del actual gobierno dijo lo siguiente: “La popularidad alcanzada es demasiada. Maquiavelo aconsejaba al príncipe no despertar expectativas desmesuradas, sobrehumanas, ya que lo condena de antemano al fracaso. Porque hasta los príncipes y los presidentes son humanos”. Este ministro es, quizás, el único que se dio cuenta de estos peligros.
Veamos algunos números que nos ayudarán a analizar la encrucijada de mi título.
La economía: Nuestro país en este momento tiene una deuda externa que es diez veces mayor que el saldo neto de sus ingresos y egresos, llevándolo esto a la comparación de una empresa, esta estaría camino a la quiebra. O sea tenemos un país quebrado y por ahora sin un plan coherente de crecimiento.
La sociedad: Miles de piqueteros o sea desocupados inundando la ciudad con sus cortes y marchas, Otros cientos de miles tomando por asalto los tachos de basura de la ciudad buscando cartones, latitas, papeles y plásticos para poder sobrevivir. Más del 50% de los habitantes del país viven bajo el límite de pobreza. De ese porcentaje casi un 50% no puede comer más de una vez al día. O sea que tampoco hay sociedad.
La educación: Los niveles de deserción escolar son alarmantes. A nivel terciario del total de estudiantes sólo el 20 % se recibe y los que se reciben, ya sabemos, un gran porcentaje se va al exterior. O sea, por ahora, tampoco tenemos futuro.
La seguridad: Mientras el gobierno dice que la inseguridad bajó un 6%, en la ciudad de San Martín durante una semana del mes de septiembre se batieron todos los records de homicidios llegando a quince para una sola semana. Si uno lee cualquiera de los diarios argentinos se sorprenderá de ver todos los días asesinatos, algunos con características realmente mafiosas, enfrentamientos con armas de fuego, secuestros y violaciones. Entonces seguridad, tampoco, tenemos.
Por otro lado el nivel de la economía de hoy, es mejor que hace un año atrás, pero todavía no ha llegado a estar al nivel, que era muy malo, del primer año de gobierno de De la Rúa.
Entonces la pregunta es la del principio, viendo lo expuesto
¿Estamos mejor o sólo estamos un poco menos mal? Ø