El 18 de julio de 1610, agotado por la malaria y contrariedades, muere en Porto Ercole, Michelángelo Merisi, más conocido como Il Caravaggio, dando fin a una vida singular y azarosa.
Había abandonado Nápoles aguardando la gracia papal para volver a Roma, y poco después de llegar a Porto Ercole, por equivocación, es puesto preso. Cuando lo liberan se encuentra privado de todos sus bienes y abandonado.
Ya demasiado tarde, después de morir, llega la concesión de la gracia papal.
Hijo de Fermo, un maestro de casas (algo menos que arquitecto) había nacido en Caravaggio, el 28 de setiembre de 1573.
A los once años se radica en Milán y durante cuatro años concurre al taller de Simone Peterzano, logrando su rápida formación en Lombardía.
Con diecisiete años, cuando llega a Roma, tiene la capacidad de hacer obras trascendentes y de revolucionar la pintura.
Pero en esta ciudad deberá someterse a condiciones de vida no agradables hasta lograr la protección del Cardenal Del Monte. Su primer encargo es para la Capella Contarelli, en San Luigi dei Francesi, y luego en las más importantes iglesias de Roma.
Aclamado y resistido, su precocidad e ingenio irán de la mano con sus oscuros acontecimientos diarios y con sus costumbres irregulares.
Siempre haciendo frente a oficiales y policías, a compañeros de las tabernas y del trabajo, errante y pendenciero, pronto a desenvainar por juego o mujeres.
Reiteradamente detenido para mostrar su permiso de portar armas, se insolentaba con frases injuriosas e iba entonces a parar a la cárcel.
El incidente más grande que decide su destino ocurre el 29 de marzo de 1606. En una pelea surgida por fútiles motivos, Caravaggio mata a un tal Ranuccio Tomassoni de Terni, por cuya razón abandona prestamente Roma y se esconde primero en la campiña romana y luego en Nápoles. En ese momento se encontraba en plena afirmación artística.
Reconocido en todas partes, le llovían los encargos y príncipes mecenas, coleccionistas y comerciantes se disputaban sus pinturas.
Pero Caravaggio sólo tiene en mente volver a la ciudad papal.
Después de un año en Nápoles viaja a Malta, cuya nueva capital es La Valeta, poderosa y famosa por sus templos y palacios. Al comienzo, trabajando intensamente, todo parece marchar bien.
El 14 de julio de 1608 obtiene del gran maestro de la Orden la tan ansiada Cruz de Caballero de Gracia.
Pero resurgen sus terribles instintos. A solo tres meses de recibir aquella condecoración, tiene un nuevo litigio, esta vez con un oficial de justicia y se reabren para él las puertas de la prisión.
Es expulsado de la orden, y evadiéndose de la celda de Castel Santángelo, se dirige a Siracusa.
Pero el vengativo caballero Maltés lo hará buscar por valentones implacables que lo perseguirán sin tregua.
En su huída dejará nuevas huellas de su genio en Siracusa, Messina, Palermo, hasta estar nuevamente en Nápoles.
Su esperanza se centra en que el destierro le sea revocado con lo cual podría volver a Roma. Pero, desgraciadamente el trágico final lo aguarda en Porto Ercole.
Reproducimos en este número la última gran tela del Caravaggio “La Flagelación” en San Doménico Maggiore en Nápoles. Es una muestra elocuente del “luminismo” y constituye la sensacional conquista en la madurez del artista. Las imágenes se nos aparecen grandiosas y anulan todo elemento descriptivo que no sea esencial. Los sencillos paños de los tres torturadores y, sobre todo, la marmórea desnudez de Cristo, es una indagación insistida que aparece desde las obras más antiguas. Pero en esta representación lo sobrehumano nos impone una cadencia de solemne culminación sublimada en la relación directa con el dato terrenal. Ø