La pregunta de la turista colombiana me sorprendió. ¿Dónde está la estatua de Mafalda? No lo sabía.
Como informamos en un número anterior de El Suplemento, hace unos años aparecieron por distintos lugares de Buenos Aires una serie de estatuas de personajes populares hechas de fibra de vidrio, pero salvo la ya famosa estatua de Olmedo y Porcel, en Corrientes y Uruguay, y los personajes del tango que fueron plantados en el Pasaje Gardel, detrás del Shopping Abasto, el porteño medio no está muy informado. Gracias a la popularidad de aquellas, poco después se fueron sumando estatuas de personajes de historieta, entre ellas Patoruzú y Mafalda, que fueron ubicadas en otros puntos de la ciudad de Buenos Aires.
Unos días después, me confirmaron que el “Monumento a Mafalda” (¿tan importante fue ella?) queda en San Telmo, en la esquina de Chile y Defensa. Y de todas estas estatuas, es una de las más visitadas. Aquí hay que aclarar algo. Según lo que pudimos averiguar, Mafalda, el personaje del humorista Quino, que apareció en distintos medios entre 1964 y 1973, es más popular de lo que muchos piensan.
Más sorpresivo que enterarse de la popularidad de este monumento es ver el protagonismo que tiene el merchandising de Mafalda en todos los negocios para los turistas que se encuentran por el centro de Buenos Aires. El buen observador sabe que esto es relativamente nuevo. Desde que se decide usar el tango como herramienta del marketing turístico en los años noventa, se ven muchos productos ilustrados con un dibujo de una pareja bailando tango, un farolito… Hoy esto sigue así, pero en un momento del pasado reciente se intentó hacer algo con figuras populares famosas mundialmente como El Che, Evita, y Maradona. Es cierto… estas tres figuras son más famosas en el mundo que Mafalda, que solo genera un grado de conocimiento en América Latina y algunos países europeos. Pero Mafalda tiene una ventaja que es decisiva para las ventas… no es controversial.
Como el famoso ratón
Salvando las distancias, Mafalda 2017 es un poco como el Ratón Mickey. Hace años que perdió vigencia, a tal punto que la gente olvida los detalles, pero es un personaje que cae simpático. Gusta. Y eso motoriza las ventas. Tener a Mafalda en un producto es una ventaja, como el famoso ratón de Disney. Me imagino que muchos europeos vuelven a sus países con un regalito que incluye la figura de Mafalda, solo porque les pareció algo atractivo y saben que no va a caer mal.
Entonces, sería un error pensar que Mafalda es un símbolo de la juventud progresista, de una Argentina olvidada que ahora recobra su vigencia.
Mafalda representa un nivel de ventas sostenido. Y eso, por supuesto, es suficiente. ¤