"Doña Primavera, de aliento fecundo,
se ríe de todas las penas del mundo...”
Gabriela Mistral
La primavera en Argentina comienza el 21 de septiembre.
Es la estación más bella del año; el cielo es más diáfano y la tierra se llena de brotes y flores. Las ramas de los árboles se cubren de verde y los jardines embellecen sus canteros con los distintos colores de las flores que comienzan a abrir. Las aves y demás animales parecen responder con alegría a la corriente vital de este magnífico clima. Las estaciones son opuestas según los hemisferios: así, cuando en el hemisferio Sur es otoño, en el Norte es primavera. Hace mucho, mucho tiempo, la Tierra vivía bajo el peso constante del invierno. Sus montes estaban permanentemente nevados y la escarcha quemaba los brotes tiernos de los prados. Los hombres conseguían con dificultad el sustento y la vida resultaba sumamente dura.
Sucedió entonces que un aguerrido príncipe Inca llamado Sumac (bueno), decidió luchar contra la naturaleza e invocar a Inti (el dios Sol) para que calentara la Tierra con mayor vigor. Acompañado por hábiles expedicionarios, se dirigió hacia los blancos ventisqueros que conducían hasta las cimas.
Durante el peligroso trayecto, muchos jóvenes quedaron atrás, y los pocos que siguieron fueron sorprendidos por una tormenta de nieve que bloqueó los caminos, sumiéndolos en la desesperación.
"Los dioses no nos ayudan, Sumac -manifestó uno de los hombres al príncipe-. Abandonemos esta empresa." Pero Sumac no conocía ni el miedo ni el cansancio; siguió trepando por las cornisas estrechas y congeladas hasta llegar al pico más alto de la montaña. Entonces, con los hercúleos brazos extendidos, invocó a Inti: "Aparece, ¡oh, señor! -exclamó- y devuelve la vida a nuestra Tierra dormida". Diciendo así, con supremo esfuerzo apartó con las manos el cortinado de violáceas nubes que tapaban el brillo del sol.
Las nubes se deslizaron pesadamente y permitieron que los rayos del sol despertaran los tibios brotes de la tierra; la nieve derretida comenzó a caer por las laderas hasta llegar a los valles, y éstos, humedecidos, se llenaron de frutos jóvenes.
Había nacido la primavera. Desde entonces, aparece una vez por año entre los hombres para descorrer los opacos celajes del cielo y despertar a Inti de su sueño invernal con su llegada. Ø